¿Es Huawei la primera batalla de la ‘guerra en la sombra’ entre Estados Unidos y China?
No es solo una cuestión comercial. La batalla por el control de las redes 5G explica también el pulso entre las dos superpotencias en torno a Huawei
A finales de enero de 2018, se conoció un documento de trabajo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos que pedía que la administración pública construyese y gestionase las redes 5G del país. La noticia provocó las críticas de reguladores, empresas y políticos demócratas y republicanos, que consideraron que plantear la nacionalización de las telecomunicaciones de última generación era algo de otro siglo y de otro sistema económico. Pero los expertos de seguridad de la administración de Donald Trump no habían sido poseídos por un súbito espíritu colectivista. Justificaban su propuesta por el dominio chino del mercado de procesadores y antenas necesarios para el despliegue de la tecnología 5G, un liderazgo que suponía una amenaza de seguridad para Estados Unidos.
El 5G, con su capacidad de transmitir información sin apenas latencia —en telecomunicaciones, la suma de retardos en una red mientras se transmiten los datos— será la médula espinal de toda actividad económica: desde los coches autónomos hasta las operaciones quirúrgicas a distancia y robotizadas, pasando por el control de la distribución de la energía y el uso de armas y robots de combate. Y “quien domine la tecnología de seguridad de la Red dominará todo lo que se vaya poniendo por encima”, asegura Julio San José, socio especializado en ciberseguridad y riesgos IT de la firma de servicios profesionales EY.
El pulso entre Estados Unidos y China por el control de las telecomunicaciones ha subido de tono poco más de un año después de ese memorándum, uniéndose a la guerra comercial entre ambas superpotencias. El pasado 16 de mayo, la Administración Trump acusó a la multinacional china Huawei —líder mundial en el despliegue del 5G— de ser un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos, debido a sus conexiones con el régimen de Pekín. Y prohibió a las empresas estadounidenses comerciar con ella. La consecuencia más llamativa de esta medida fue la decisión de Google de no suministrar software y componentes a Huawei.
Días después, el fundador de la multinacional china, Ren Zhengfei, relacionó directamente esta decisión de Estados Unidos con el despliegue de la red 5G, aprovechando para sacar pecho: “En lo que respecta a la tecnología 5G, otros no podrán alcanzar a Huawei en dos o tres años”. Suena a una nueva guerra fría, con la diferencia de que la Unión Soviética jamás tuvo el enorme peso en la economía estadounidense que sí tienen las empresas chinas. Pero el economista Javier Santacruz quita dramatismo en la situación: “No se va a producir una caída de impacto en el comercio internacional. En realidad, con estas escaramuzas China y Estados Unidos están configurando la geopolítica mundial para los próximos 50 años. El riesgo es casi mayor para Europa, que se puede quedar fuera de juego”.
Pero entonces, ¿hablamos de negocios o hablamos de geopolítica? ¿Se pueden entender los unos sin la otra? Para Manuel Carpio, profesor del máster en ciberseguridad de IMF Business School, en el caso de Huawei pesa más la guerra comercial que la cibernética, aunque ambas están entrelazadas. En su opinión, estamos entrando en la era de las guerras digitales. “Es normal que exista el miedo a tener equipamientos básicos fabricados por una potencia extranjera, especialmente porque con las redes 5G, que implican el desarrollo masivo del internet de las cosas, vamos a dar un salto cualitativo. Todo estará conectado con todo y yo podré hackear desde España una tostadora en Japón. Los ataques de los ciberdelincuentes van a ser mucho más rápidos, porque la velocidad de la red será mucho mayor. Y es una guerra sin reglas, sin ningún tipo de normas ni convenciones internacionales”.
George Beebe, ahora director del think tank Center for National Interest en Washington, cree que estamos ante un caso de guerra en la sombra, un concepto en el que se ha especializado, pero centrándose en la relación entre Estados Unidos y Rusia. Este exanalista de la CIA, de paso por Madrid para participar en el congreso DES 2019, recalca no obstante las diferencias: “Rusia no tiene ningún interés comercial. Y si los ciberespías rusos fuesen unos ladrones que entrasen en tu casa, tú ni te enterarías de que han estado dentro. Ni siquiera te enterarías de lo que se han llevado. Los chinos entrarían haciendo ruido”, ejemplifica.
Beebe explica cómo los sabotajes han cambiado radicalmente en la era digital. “Antes eran tácticos, no te hacían ganar una guerra. Ahora son estratégicos y tienen enormes implicaciones para la seguridad nacional. No hay una forma más rápida de crear el caos que cortando la energía”, dice, recordando que las autoridades estadounidenses ya han reconocido ciberataques en centrales nucleares, y los apagones masivos que ha sufrido Ucrania, en guerra con Rusia.
Con este panorama, al que hay que unir la capacidad de desinformación y desestabilización a través de las fake news de las ciberpotencias, las nuevas autopistas de la información no parecen tan atractivas. Pero los expertos en ciberseguridad prefieren ser optimistas. “Si algo tenemos los seres humanos es capacidad de adaptación”, dice San José. “Hasta ahora, ante cada nueva vulnerabilidad, hemos sido capaces de añadir nuevas capas de seguridad. Con el 5G pasará lo mismo”.
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