El gran teatro de la innovación
Nuestro comportamiento sigue pautas intergeneracionales: sobreestimamos el cambio en el corto plazo, lo subestimamos en el largo y olvidamos que cuanto más precisa sea una predicción más posibilidades tiene de ser fallida.
Promesas de una vida que va a cambiar en apenas un lustro; palabras que se ponen de moda sin que muchos sepan qué significan; anglicismos imposibles que sirven más para definir a quien los usa que al concepto; eventos y conferencias que tratan no solo de explicar el presente o anticipar el futuro, sino de atraer a patrocinadores ansiosos de ir a la moda.
La innovación no es ajena a los procedimientos de la prensa deportiva, en la que se calientan fichajes y polémicas a veces sin ninguna relación con la realidad. Blockchain, big data, machine learning o, más recientemente, el 5G. Los anglosajones describen este efecto con el vocablo hype (procedente de hyperbole), que podría traducirse como sobreexcitación.
No somos los periodistas los únicos culpables de estas constantes expectativas. El hype, quizás, sea una de las formas naturales en las que se desarrollan las innovaciones. Gartner ha diseñado su propio ciclo de la sobreexcitación que va desde el lanzamiento y las expectativas desmedidas hasta la desilusión, la consolidación y la productividad, en la que la innovación finalmente nos mejora (o no) la vida.
Nuestro comportamiento sigue pautas intergeneracionales: sobreestimamos el cambio en el corto plazo, lo subestimamos en el largo y olvidamos que cuanto más precisa sea una predicción más posibilidades tiene de ser fallida. Si se acuerda, téngalo presente la próxima vez que asista a un evento de tecnología o lea un artículo nuestro en el que le contemos cómo un palabro incomprensible le va a cambiar la vida.
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