Del silicio al rock and roll
Los transistores no solo fueron clave para escuchar el fútbol, sino también la base de la informática moderna.
Así se han dado en llamar porque fueron uno de los primeros chismes que se fabricaron con los verdaderos transistores, los que van por dentro. Uno de los inventos más importantes del siglo XX.
Los ordenadores funcionan con unos y ceros, pero esos unos y ceros en el mundo físico son pequeñas corrientes eléctricas: si pasa corriente es 1, si no pasa es 0. Con esas corrientes se realizan las operaciones lógicas y matemáticas.
Para manejarlas primero se utilizaron unos interruptores llamados relés, en los que se metían las cucarachas (por eso a un error informático se le llama bug). Luego las válvulas de vacío, parecidas a bombillas y que, como las bombillas, se fundían mucho y producían mucho calor. El ENIAC, uno de los primeros ordenadores, tenía más de 17.000 válvulas y había que parar los cálculos a cada poco para cambiar las que fallaban.
La solución fue el transistor, basado en los semiconductores, principalmente el germanio y el silicio (que le dio nombre a Silicon Valley): no generaban demasiado calor y ocupaban muy poco espacio. La microelectrónica revolucionaría el mundo.
Los transistores cada vez son más pequeños y han permitido que tengamos poderosas máquinas en la palma de la mano. Intel ya los fabrica de pocos nanómetros, acercándose al tamaño de los átomos, lo que puede provocar un freno en la miniaturización. Imagínense un teatro donde caben dos mil personas (un antiguo microprocesador donde caben 2.000 transistores). Ahora en ese teatro/procesador caben más de mil millones de transistores.
Otra consecuencia inesperada del transistor fue la popularización del rock and roll entre la juventud de los años 50. De pronto podían escuchar a Elvis a su bola, bailando delante del espejo. Eran los años de la cultura juvenil, la rebeldía adolescente. El frío silicio también tuvo que ver en la forma en la que conformaron nuestro mundo.
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