¿Una justicia de ciencia ficción?
La incorporación de inteligencia artificial, analítica avanzada y robótica aplicada a los procesos judiciales facilita la toma de decisión y ayuda en la deliberación
Están aquí. Todos los utilizamos, a menudo de forma intencionada, aunque muchas veces sin darnos cuenta. No es fruto de nuestra imaginación. Nos sugieren canciones, nos proponen novelas, nos identifican el mejor trayecto para atravesar la ciudad o nos plantean un curso de formación personalizado con el que podemos incrementar nuestra empleabilidad.
Al mismo tiempo y en el mismo espacio, 5.400 jueces, 2.400 fiscales y 86.000 letrados y funcionarios de la Administración de Justicia reciben más asuntos de los que pueden resolver (5,8 millones nuevos cada año y 5,7 millones de sentencias). El resultado: más de 2,3 millones de asuntos en trámite, una actividad intensa que involucra a su vez a más de 200.000 profesionales privados del derecho entre abogados, procuradores, graduados sociales... Una enorme red de trabajo que funciona y se organiza alrededor de la gestión de las ideas y los documentos, muchos en formato papel, otros en formato electrónico y la inmensa mayoría en ambos soportes dependiendo del momento.
En los últimos años hemos visto un fuerte foco en la voluntad de eliminar el papel. "Papel cero" ha sido la consigna protagonista en las iniciativas para la modernización y agilización de la Administración de Justicia. Y a este fin se han volcado las soluciones tecnológicas en las diferentes comunidades autónomas y en el Ministerio de Justicia. Pero más allá de la estadística, un pequeño paseo por cualquier oficina judicial española nos evidencia que el papel sigue siendo el centro de la actividad judicial.
Habría que plantearse si centrar el problema en la eliminación de papel es la mejor forma de abordar la modernización de la Justicia. En definitiva, ¿qué profesiones con actividad deliberativa no se apoyan en documentos impresos en papel? Hay que reconocer que la impresión de documentos puede facilitar su análisis. La lectura o revisión de varios documentos relativos a un caso de forma simultánea es difícil en formato electrónico y, sin embargo, es algo habitual en el estudio de asuntos procesales. ¿Y si la verdadera cuestión estuviese en cómo organizar el trabajo en las oficinas judiciales sacando partido de verdad a las nuevas tecnologías?
La madurez de la inteligencia artificial está provocando un cambio de paradigma en espacios que los sistemas de información no consiguieron mejorar de forma clara. Creo que es el caso de la Justicia. Durante años se ha fijado la atención en la gestión de la oficina judicial; el registro, el reparto, la confección y archivo de los documentos, su notificación... Muy poco en la actividad decisoria que realizan jueces, fiscales y letrados. Compartiendo la necesidad de disponer de unos servicios de gestión procesal ágiles y fiables, ha llegado el momento de incorporar las nuevas tecnologías cognitivas.
La incorporación de inteligencia artificial, analítica avanzada y robótica aplicada a los procesos judiciales facilita la toma de decisión y ayuda en la deliberación. El manejo de fuentes de información cada vez más variadas, la localización de términos específicos dentro de expedientes muy voluminosos o el tratamiento de archivos de voz e imagen, son algunos ejemplos que ayudan a la función judicial. Otro ejemplo interesante es la búsqueda de proposiciones de respuesta estándar a demandas que se generan de forma automatizada.
La Administración de Justicia es un entramado alambicado en el que la tecnología tiene un papel muy importante, pero en el que intervienen otros factores organizativos y procesales que participan de forma dominante en su funcionamiento. Y estos factores son ciertamente complejos de activar. Pero la buena noticia es que muchas soluciones de las que estamos utilizando de forma cotidiana, pueden aplicarse rápidamente y dar impulso a una actividad que marca de forma importante el funcionamiento de nuestra sociedad y de nuestro desarrollo económico. No es ciencia ficción. Es real, es posible y es muy bueno.
Carlos Coll es director general de Sector Público de Accenture
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