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“En España se busca favorecer a quienes siempre han tenido el control”

De emprender a invertir como 'business angel' en Chicfy o Glovo y, finalmente, a crear su propio fondo, Encomenda Smart Capital. Para Carlos Blanco la experiencia es el activo más importante: “No es talento creativo lo que nos falta en España, el problema es que el capital riesgo es muy joven, está madurando”.

Carlos Blanco, emprendedor e inversor
Carlos Blanco, emprendedor e inversorFlaminia Pelazzi

Carlos Blanco (Barcelona, 1968) ha seguido el camino que ha impuesto la lógica del emprendedor de éxito. En 2007, decidió utilizar los beneficios que le reportaron las empresas que fundó destinándolos a otras compañías y, once años después, es uno de los inversores tecnológicos más experimentados y reconocidos de España.

A pesar de ello, no rechaza hablar del fracaso y echa la vista atrás para recordar sus primeros errores: “Invertí en amigos y sectores que me gustaban mucho. Me dejaba llevar más por la pasión que por la intuición o las matemáticas”. Hoy, ha aprendido. Tras la venta de la plataforma de videojuegos sociales Akamon por más de 20 millones de euros en 2015, y haber invertido en CornerJob o Glovo, creó su propio fondo de inversión, Encomenda Smart Capital, que ha participado en empresas como Homyspace, GOIN, Chekin o Landbot.

P. El año pasado invirtió casi un millón de euros en 24 startups. ¿Considera que la diversificación es imprescindible para asegurar rentabilidad?
R. Es imprescindible para ganar dinero. Todo lo demás es jugar a la lotería: te puede salir bien, pero es muy difícil. A quien invierte solo en cuatro o cinco startups, casi siempre le va mal. De cada diez inversiones, lo normal es que una vaya muy bien y otras dos vayan bien. Pero si inviertes poco, puede ocurrir que ninguna vaya bien.
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P. Ha invertido como business angel en solitario y ahora con su fondo de inversión. ¿Qué diferencias hay entre uno y otro?
R. La principal diferencia es un cero. Un fondo semilla puede invertir entre 100 y 200.000 euros en primera ronda y hasta 1,2 millones en las siguientes; como business angel, unos 15.000 euros al inicio. Además, el business angel tiene tiempo limitado para ayudar a un emprendedor, mientras que el fondo puede poner a más gente de su equipo a disposición de este. También tiene más capacidad para acompañarle en siguientes rondas. Por su parte, el business angel tiene más agilidad en la toma de decisiones. Puede hacer una inversión con un apretón de manos a un emprendedor al rato de conocerle. El fondo no goza de esa flexibilidad, tiene un comité.
P. Existe un término medio: las redes de business angels.
R. Sí, pero llevan menos tiempo funcionando de forma activa. Salvo unas pocas que lo están haciendo muy bien, la mayoría no hace más de dos inversiones al año. Si te fijas en los business angels que más invierten en España, ninguno está vinculado a una red. Hoy por hoy, son poco representativas. Aportaron mucho al principio para evangelizar y crear cultura de inversión, pero ahora el emprendedor tiene que decantarse por el smart money y prefiere un inversor con experiencia que le aporte un valor añadido o un fondo.
P. ¿Cuál es el mejor momento para invertir en una startup? ¿En qué fase debe estar para que exista una relación de poco riesgo y alta rentabilidad?
R. Cuando tiene tres meses de métricas. Es el momento en que una empresa tiene capacidad para enseñar una primera versión de su producto y puedes ver cómo responde la gente. Invertir en un power point es más barato, pero el riesgo es altísimo. Y a los tres meses, todavía suelen tener un precio razonable.
Las empresas madrileñas suelen ser más caras que las vascas o las catalanas porque, paradójicamente, encuentran inversores más fácilmente, no porque sean mejores
P. He leído que decía que en este sector hay más dinero que buenas propuestas. ¿Copiamos más los modelos que funcionan fuera? ¿Adolece España de falta de talento creativo y visión innovadora?
R. No es talento creativo lo que nos falta, eso lo tenemos. El problema está en la inversión, estamos en proceso de maduración. El capital riesgo es muy joven: ahora empezamos a ver inversores con 10 años de experiencia; en EE UU, llevan casi medio siglo. Esto tiene un reflejo en el perfil de los inversores, que no arriesgan tanto. El inversor americano tiene un porcentaje de inversiones de alto riesgo en compañías disruptivas que aquí no se ve con facilidad. Todo esto lleva a que sea más complicado conseguir inversión.
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P. ¿Considera que hay un problema de falta de formación entre los business angels?
R. Hay falta de formación entre los inversores privados. El 90% de quienes se hacen llamar business angels son en realidad inversores privados. Un business angel es un emprendedor con experiencia que aporta dinero al emprendedor, pero también le ayuda gracias a su experiencia previa. Los inversores privados que no tienen suficiente formación no saben distinguir una startup buena de una mala y pueden generar inflación en los precios del mercado, porque aceptan unas valoraciones que los business angels no avalarían. Parte de la burbuja, a pequeña escala, que existe en startups la generan inversores privados que no tienen conocimiento, sobre todo en determinadas zonas de España como Madrid. Las empresas madrileñas suelen ser más caras que las vascas o las catalanas porque, paradójicamente, encuentran inversores más fácilmente, no porque sean mejores.
Parte de la burbuja que existe en startups la generan inversores privados que no tienen conocimiento".
Flaminia Pelazzi
P. ¿Favorece el Gobierno lo suficiente el florecimiento del ecosistema o pone más trabas que oportunidades?
R. En general pone más trabas, al menos si lo comparamos con los emprendedores e inversores con los que competimos. La ley de Francia o Reino Unido es más favorable para el ecosistema. Aquí tenemos leyes que penalizan el talento de fuera. Tenemos que evolucionar en ese sentido. Además, en determinados sectores como el energético, en España hay un proteccionismo exagerado de los oligopolios de toda la vida. Se busca favorecer a quienes siempre han tenido el control y eso va en perjuicio de la innovación.

Las startups a seguir, según Blanco

  1. Glovo. La startup fundada por Oscar Pierre y Sacha Michaud ha dado su salto internacional. La plataforma, que opera en más de 60 ciudades en 12 países, permite pedir comida o lo que tú quieras dentro de su marketplace y sus repartidores te lo traen en menos de una hora.
  2. Eelp. Startup incubada dentro de Nuclio, el venture builder de Carlos Blanco, permite a los usuarios sin tiempo solucionar sus problemas y necesidades del hogar, vehículos, familia y mascotas. La empresa tiene una red de proveedores para todos los servicios y ya opera en Barcelona y Madrid.
  3. GOIN. Creada por la joven emprendedora Yaiza Canosa y con Vincent Rosso, cofundador de BlaBlaCar, como chairman, se trata de una plataforma de envío de mercancías voluminosas como electrodomésticos y muebles. Da servicio a clientes como Ikea, Wooten o El Corte Inglés.
  4. Housfy. Esta startup proptech fundada por Albert Bosch y Miquel Mora ha irrumpido en el mercado de venta de pisos de propietario a particular sin comisión, cobrando un precio fijo que se paga en el momento de la venta. Disponible en las principales ciudades españolas, en breve empezará su expansión internacional.
  5. Meller. Fundada por tres jóvenes emprendedores, pasó por la aceleradora Conector y facturó más de cinco millones de euros en 2017. Esta tienda online ofrece un amplio catálogo de gafas y relojes de diseño propio. Además de vender en su web, lo hace a través de tiendas tradicionales asociadas.

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