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Luces de la ciudad también pueden ser inteligentes

El 'big data' y los sensores que ya pueblan las ciudades ofrecen muchas posibilidades a la iluminación

Getty Images

No sabemos a ciencia cierta cómo será la fisionomía de las ciudades del futuro. Si se asemejarán a esos entramados fantasmagóricos de neón que nos presentaba la película Blade Runner o si, por el contrario, se tratará de espacios más humanizados, armónicos con la naturaleza y sensibles a las necesidades de las personas. Lo que sí sabemos es que la tecnología jugará un papel esencial en esas smart cities y que, gracias a ella, las ciudades se convertirán en organismos globales e interconectados, una concepción que les hará parecerse cada vez más a un ser vivo.

El alumbrado urbano jugará un papel determinante en esta nueva fisionomía urbana. La irrupción del LED como nueva fuente luminosa ha supuesto una revolución nunca vista, ya que esta tecnología no solo ofrece unas extraordinarias prestaciones en cuanto a eficiencia, sostenibilidad y ahorro energético, sino que también proporciona una mayor calidad lumínica. El LED nos permitirá en un futuro cercano contar con una nueva iluminación para nuestras ciudades basada en el concepto de “human centric lighting”, una luz centrada en el ser humano como eje principal, que mejore su salud y su día a día, adecuándose a sus necesidades vitales.

Ya es posible que el sistema de alumbrado sepa cuándo circula un camión de la basura por una determinada calle y ajuste la intensidad de la iluminación

Una de las primeras aplicaciones de esta nueva concepción del alumbrado es la iluminación inteligente o smart lighting: la adaptación de la intensidad lumínica a las necesidades concretas del momento, del usuario o de las circunstancias. Imaginemos, por ejemplo, la ruta de recogida de basuras. Hoy en día, gracias al big data y a sensores instalados en las luminarias, en los contenedores soterrados o en el GPS del camión de la basura, ya es posible que el sistema de alumbrado sepa cuándo circula la ruta por una determinada calle y ajuste la intensidad de la iluminación. Todo de manera automática a través de internet y sin necesidad de intervención humana. De igual forma, la iluminación puede acompasarse a situaciones extraordinarias como una manifestación o una carrera popular, o a condicionantes como el nivel de congestión del tráfico, la polución o las condiciones climatológicas. Diferentes eventos de un ente vivo como es la ciudad, que tiene necesidades cambiantes, y que, gracias a internet y a su nueva y vertiginosa velocidad de conexión 5G, podrán interrelacionarse creando sinergias a través.

Pero el futuro del smart lightning va mucho más allá de las soluciones de iluminación y entronca directamente con esa concepción de la ciudad como un ente vivo e interconectado. Pensémoslo por un momento. ¿Qué otra red abarca toda la ciudad, cubriéndola con un punto de conexión cada quince metros? Ese sistema nervioso ya existe y está operativo: su red de alumbrado. Desde hace más de un siglo, esta red cubre la inmensa mayoría de las grandes urbes aportando soluciones de iluminación a gran escala. Solo en Madrid hay 250.000 farolas; otras 160.000 se reparten por las calles de Barcelona. Algo que hace que el alumbrado se postule como el principal eje para el desarrollo de una smart city.

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Big Data, Internet de las Cosas, sensores de nueva generación o conectividad 5G abren una nueva etapa para las ciudades, al dotar al ciudadano de multitud de servicios que mejoran la calidad de vida en estos espacios. Gracias a las tecnologías exponenciales, las nuevas luminarias se convierten en verdaderos dispositivos multifunción que integran un gran número de servicios como cámaras de video vigilancia, megafonía, puntos de carga de vehículos eléctricos, gestión del aparcamiento, servicios de movilidad, gestión de incidencias y averías, espacios wi-fi, antenas 4G para zonas con poca cobertura celular, botón del pánico, sensores de detección de presencia y hasta sensores medioambientales que alerten sobre posibles excesos de emisiones de CO2 o de concetración de partículas nocivas suspendidas en la atmósfera. Todo ello gestionado y monitorizado desde un único punto de control horizontal (la plataforma Smart City) conectado a estas verticales a través de Internet. ¿Se imaginan poder tener todos esos elementos integrados en un mismo dispositivo, trabajando, además, de manera coordinada e interconectada para aprovechar las sinergias que surjan entre ellos?

Estamos en un momento de la historia irrepetible y crítico, en el que confluye la progresiva concentración de la población mundial en las grandes urbes con una revolución tecnológica sin precedentes en la historia de la humanidad. Es el momento de que las ciudades se suban al carro de la innovación, y que se encaminen hacia las Smart Cities, si no quieren quedar obsoletas. Los beneficios de este modelo en términos ahorro de costes, eficiencia energética y habitabilidad de las ciudades pueden ser extraordinarios. Todo ello implica una inversión en una nueva gestión de los recursos urbanos en sintonía con el Internet de las Cosas. Las infraestructuras están creadas y sólo hace falta saber hacer un uso racional de las mismas.

Miguel Ángel Ramos es director de proyectos y sistemas de Schréder.

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