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Juan de Antonio: “Hasta 2014, Cabify murió cinco veces”

Que las páginas del pasaporte del cofundador y CEO de Cabify se queden cortas no extraña, pues la empresa opera ya en más de 10 países. Ese nomadismo entronca con la personalidad de un empresario de la movilidad obsesionado con avanzar a toda velocidad

Madrid (1979). Ingeniero de telecomunicaciones. Creó Cabify en 2011. “Puedes sentarte a esperar o tener clara la magnitud del negocio y acelerar”.
Madrid (1979). Ingeniero de telecomunicaciones. Creó Cabify en 2011. “Puedes sentarte a esperar o tener clara la magnitud del negocio y acelerar”.Carlos Luján

Entrevista en Madrid, viaje en AVE a Montpellier y, finalmente, aviones a Japón. El viernes de Juan de Antonio parece más que el inicio del fin de semana el de una yincana, a la que hay que unir, confiesa, una ronquera consecuencia de la fiesta de celebración del sexto aniversario de Cabify.

Si hablásemos de redes sociales, en el negocio de la movilidad aún estaríamos en la era de MySpace

”Hasta 2014 esta empresa murió cinco veces, y la resucitamos haciendo cosas que siempre te dicen que no hagas, como meterte en hipotecas”, recuerda, pero en Cabify ya tienen motivos de celebración. La empresa de movilidad emplea a 1.800 personas en 11 países (España, Portugal y nueve latinoamericanos), factura un 80% fuera de su mercado inicial y continúa “levantando” dinero para financiar su expansión, con el fondo español Seaya Ventures y el gigante japonés Rakuten entre sus inversores.

A De Antonio no le gusta hablar ni de los datos económicos de su empresa ni de estas rondas de financiación: “No entiendo el interés: ¿Felicitan a un cocinero por ir al mercado a comprar los ingredientes de sus platos? Nosotros ni comunicamos muchas de esas rondas de financiación, estamos constantemente logrando fondos”. Es, asegura, una voracidad lógica dadas las características de su mercado, la movilidad: “Captar un cliente te cuesta uno, pero luego en su vida útil te va a suponer ingresos de diez. Pero hay un desfase, necesitas tiempo. Así que puedes sentarte a esperar o tener clara la magnitud del negocio y acelerar el crecimiento”. En Cabify apuestan por la velocidad, y parece que su camino no ha hecho más que empezar: “Estamos trabajando en el camino de la salida a Bolsa, sin plazo fijo”.

Javier de Antonio, en las oficinas de Cabify
Javier de Antonio, en las oficinas de CabifyCarlos Luján

¿Cuánto vale entonces la empresa que fundó en 2011 con Sam Lown, Adrián Merino, Vicente Pascual y Francisco Montero? De Antonio no suelta prenda, pero sonríe cuando escucha la cifra de 350 millones de dólares, citada habitualmente como referencia: “Te quedas muy corto”. En junio la agencia Bloomberg informó de una nueva ronda de financiación, liderada por Bank of America, y situó la valoración de la compañía en los 1.000 millones de dólares. Con permiso de Letgo, una suerte de Wallapop fundada en Barcelona, pero hoy casi estadounidense, Cabify es el primer unicornio español.

Con menos de 40 años, De Antonio ya se podría considerar un empresario de éxito, pero reconoce que no siempre tuvo las ideas tan claras. Tras crecer a medio camino entre Madrid y el pueblo segoviano de Pedraza –“para los de la ciudad era de pueblo y para los de pueblo de ciudad”– se decidió por estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones. “Pensé que el mundo lo hacían las máquinas y quería entenderlo. Luego me di cuenta de que son las empresas las que mueven el mundo”. Su caída del caballo se produjo en California, en la Universidad de Stanford. “Hasta que llegué allí no descubrí que había la posibilidad de tener una idea, conseguir dinero, crear una empresa y cambiar el mundo. De hecho, conocí a compañeros tan tontos como yo que ya lo estaban haciendo”.

Oportunidades móviles

Así que en 2011 creó Cabify. ¿Por qué la movilidad? “Es una actividad que llevaba décadas y décadas sin cambiar. Y te pones a hacer números y descubres que con una cantidad no excesiva de trayectos ya puedes ser rentable, y con unas posibilidades de crecimiento enormes”. Por entonces se empezaba a intuir el impacto de la digitalización en el negocio: se ofertaban ya servicios premium de movilidad y los taxis tradicionales estaban a punto de perder su monopolio.

Pero Cabify se puso en marcha con un enfoque no del todo correcto, según reconoce su propio fundador. “Pecamos de demasiado ambiciosos al intentar abarcar desde el principio varios grandes mercados, si bien teníamos muy claro que la oportunidad estaba en Latinoamérica, donde la clase media no tenía alternativa al vehículo privado, hay problemas de seguridad y la regulación no es tan restrictiva. Además, nuestra idea inicial era comenzar ofreciendo movilidad y después trasladar el modelo de negocio a otros servicios. Pero luego nos dimos cuenta de que el negocio de la movilidad es muy grande: o nos centrábamos en él o no llegaríamos a ningún lado”, explica De Antonio.

Estamos trabajando en el camino de la salida a Bolsa, sin plazo fijo

Cabify tiene hoy 350 empleados en España y, además de sus sedes en México DF y São Paulo, ocupa un edificio en Madrid, donde antes estaba el diario El Mundo. El despacho del director, Pedro J. Ramírez, es hoy una sala de reuniones; De Antonio, fiel al espíritu startup, rota de mesa en mesa con un portátil. Eso, cuando está en España: ha pasado temporadas viviendo en México para controlar los mercados latinoamericanos y ahorrarse vuelos.

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