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Así está cambiando la inversión empresarial en la economía digital

Dentro del mundo empresarial, la innovación tecnológica está alterando y transformando el comportamiento de las empresas a todos los niveles, según reflexionan dos analistas senior de Axa IM

Getty Images

Dentro del mundo empresarial, la innovación tecnológica está alterando y transformando el comportamiento de las empresas a todos los niveles y la forma en que se conciben, producen, comercializan, distribuyen y consumen los bienes y los servicios. Aunque no existe una lista de nuevas tecnologías y paradigmas que sea exhaustiva, dado que la innovación es impredecible por naturaleza, en el contexto de las empresas consideramos las siguientes:

− Herramientas de análisis / big data / inteligencia artificial

− Tecnologías móviles / servicios en la nube

− Automatización / robótica / sensores

− Fabricación digital / impresión en 3D

− Internet de las cosas / hilo digital

− Redes sociales / negocios de plataforma

− Cadena de bloques

Varias o todas estas tecnologías pueden combinarse para dar lugar a un negocio digital o, como algunos expertos lo denominan, una cloud corporation o empresa en la nube. No obstante, para elevar al máximo el potencial de las nuevas tecnologías, a menudo se debe recurrir al ensayo y al error, lo que podría no darse como algo natural en las empresas grandes o menos ágiles. Ese es el reto. Sin embargo, la recompensa es la posibilidad de conseguir grandes innovaciones en los procesos y, por ende, grandes eficiencias de escala e incrementos de los márgenes.

La omnipresente innovación tecnológica

Impresión en 3D

La impresión en 3D (también llamada fabricación por adición) es una tecnología que rápidamente se ha convertido en un catalizador de la innovación. Indudablemente, tiene potencial para convertirse en una tecnología impulsora aún más potente que los primeros entornos de desarrollo visuales en la ingeniería informática a comienzos y mediados de 1990. La impresión en 3D ha desencadenado una oleada de creatividad y ha traído consigo una fabricación acelerada de prototipos y cotas altísimas de eficiencia y productividad. Las posibilidades que brinda esta tecnología no tienen límites, literalmente.

Una gama amplia y diversa de métodos hace que la tecnología de impresión en 3D tenga un sinfín de aplicaciones, lo que justifica que su adopción esté generalizándose. Huelga mencionar el amplio abanico de aplicaciones en áreas como las prótesis para adultos y las partes del cuerpo humano en general. La ventaja del método por adición reside en gran medida en que las partes que antes se moldeaban por separado y después se ensamblaban ahora pueden fabricarse como una única pieza de una sola vez. Las ventajas pueden ampliarse desde los objetos cotidianos hasta los componentes industriales más avanzados. Aunque los costes directos a menudo son más altos, la mayor flexibilidad y tolerancia a los errores de los métodos de impresión en 3D hacen que los costes totales puedan ser considerablemente menores.

Internet de las cosas / hilo digital

Más allá de los ejemplos obvios, como la posibilidad de configurar la calefacción de casa nada más aterrizar en el aeropuerto o los frigoríficos que se controlan solos y encargan por sí mismos los artículos que se van gastando, la Internet de las cosas, junto con el denominado hilo digital o digital thread en la automatización industrial, van a tener un gran impacto en la producción, la gestión de existencias y los servicios postventa. El hilo digital puede reducir al mínimo las latencias operativas y las necesidades de almacenamiento. Los sensores ubicuos en tiempo real son, obviamente, un ingrediente esencial de estos sistemas.

Automatización: replantearse la cadena de valor

Mirando un poco más hacia el futuro, uno puede imaginar todos los aspectos de la innovación tecnológica integrados juntos, como un sistema de inteligencia artificial en la nube que controle totalmente los ciclos de vida de los productos y utilice fabricación por adición para modificar o añadir productos prácticamente de forma instantánea y sin reconfigurar la maquinaria. Esto puede acortar los plazos de desarrollo (y, por tanto, los plazos de comercialización), alargar la vida de los productos, reducir los costes de desarrollo y producción y aumentar los márgenes de beneficio. También podía optimizar la utilización de la capacidad de las fábricas mediante estrategias de producto dinámicas y en tiempo real, como las relativas al diseño y a la gama. A más corto plazo, la logística comercial y empresarial se perfila para entrar en una fase de profunda transformación propiciada por una oleada de progresos, entre ellos:

(i) La Internet de las cosas: por ejemplo, mediante la gestión de existencias en tiempo real.

(ii) La impresión en 3D: por ejemplo, coronas dentales fabricadas en las propias clínicas odontológicas.

(iii) Los vehículos autónomos.

(iv) La robótica colaborativa, como los sistemas autónomos de carga y descarga de camiones.

(v) La “uberización” de las entregas, de modo que los conductores particulares se conviertan en una red de distribución de ámbito nacional (App “Roadie” en EE. UU.).

(vi) Drones.

Incluso sectores “pesados” más tradicionales, como el petróleo y el gas, van a obtener más ventajas con el uso eficaz de las tecnologías digitales, que podrían reducir la inversión empresarial hasta un 20% y recortar los costes de explotación en la fase de exploración y producción entre un 3% y un 5% y en la fase de transformación y distribución entre un 2% y un 3%. El mantenimiento preventivo puede reducir los costes de explotación otro 6-8%. El marketing y la distribución digital pueden reducir los costes y aumentar los ingresos.

Modelo con pocas necesidades de activos/capital / empresas en la nube

El modelo de negocio de las empresas “de plataforma” es crear valor facilitando intercambios e interacciones entre grupos, como los consumidores y los productores. Para que esto ocurra, crean grandes redes/mercados de usuarios y recursos a los que se puede acceder a demanda y que pueden facilitar las interacciones y las transacciones. Concretamente, la llegada de la conectividad y las tecnologías móviles les permite ampliar su “ecosistema” de formas que no están al alcance de los negocios tradicionales. Las empresas de plataforma no producen ni gestionan existencias; simplemente ponen los medios de conexión reduciendo los costes de las transacciones y/o permitiendo que otros innoven. Así, por ejemplo, la mayor empresa de taxis (Uber) no tiene flota, el mayor proveedor de contenidos (Facebook) no elabora contenidos y la mayor central de reservas de alojamientos (Airbnb) no posee alojamientos físicos. Y sin embargo, estas empresas son líderes por capitalización bursátil (gráfico 3). En el s. XXI, la cadena de suministro ya no es el centro del negocio, ya que lo que una empresa posee importa menos que lo que puede conectar y con quién y cómo innova. Eso no quiere decir que los negocios tradicionales no puedan aspiran a tener una menor dependencia de los activos abrazando todos los aspectos de la innovación.

Replantear la cadena global de valor

La innovación digital está llevando a las empresas a replantear, cuando no a reinventar, sus cadenas globales de valor. Esta “disrupción” está produciéndose de forma generalizada, y no solo en las industrias tecnológicamente más punteras. A consecuencia de ello, las decisiones empresariales probablemente tengan profundas implicaciones en (i) la inversión y el equilibrio entre nuevos equipos, actualizaciones de equipos o I+D, (ii) la gestión de existencias, y (iii) las necesidades de superficies terciarias. Los cambios en la fabricación industrial debido a la digitalización son lo suficientemente sustanciales para justificar el término “tercera revolución industrial”. A medida que la producción en masa muta hacia la personalización en masa gracias a los avances en el software, los materiales, la robótica, la impresión en 3D y los servicios web, la demanda de nuevos equipos de fabricación va a descender, ya que la maquinaria actual se modernizará y se utilizará con mayores tasas de uso/eficiencia. Aunque parte del descenso de la demanda de equipos para fábricas podría compensarse con otros avances (p. ej. líneas de montaje robotizadas y autónomas), el auge de la ultraeficiencia podría reducir el gasto en maquinaria como porcentaje de los ingresos desde el 12-14% hasta el 7-9%. La necesidad de mantener una ventaja competitiva sugiere que el gasto en investigación y desarrollo (I+D) como porcentaje de los ingresos va a aumentar durante la próxima década, del entorno del 4-6% hasta el 12-14% en los diferentes sectores. Norteamérica probablemente se ponga a la cabeza de la tendencia, seguida de Europa y Japón, pero probablemente sea China quien necesite realizar los mayores avances. Desde una perspectiva sectorial, el software e Internet, la informática, la electrónica y la atención sanitaria probablemente mantengan un elevado gasto en I+D que podría llegar al 20% de los ingresos, pero tal vez sean sectores como la aeronáutica y la defensa, la automoción, los productos químicos, la energía y las telecomunicaciones los que necesiten redoblar sus esfuerzos y aumentar el gasto en I+D por encima de ese 4-6% de los ingresos.

Apostar por la innovación

Las empresas necesitan adaptar continuamente sus modelos de negocio con el fin de desenvolverse en esta era de evolución tecnológica y sociopolítica. Según Cap Gemini, el 52% de las empresas que figuraban en la clasificación Fortune 500 en el año 2000 se han fusionado, han sido adquiridas o han quebrado. Para gestionar la disrupción, las empresas están invirtiendo en centros de innovación para optimizar y transformar su funcionamiento a todos los niveles.

Existen cuatro grandes tipos de centros de innovación, que difieren en sus objetivos y el grado de inversión requerida: laboratorios de innovación internos (p. ej. Walmart), centros académicos (laboratorio automovilístico de VW en Stanford), aceleradores de start-ups y oficinas de innovación (p. ej. Renault-Nissan en Silicon Valley). Dominan las aceleradoras de start-ups, seguidas de los laboratorios de innovación internos, que representan más del 85% de estos centros de innovación. Los sectores con mayores tasas de penetración de centros de innovación son la industria, las telecomunicaciones y la automoción. Los servicios financieros se han puesto a la cabeza en aperturas de centros de innovación, seguidos de electrónica/TI e industria.

Sin embargo, las trampas abundan, como pensar a demasiado largo plazo o atascarse en proyectos rutinarios que podrían provocar fracasos y derroche de recursos. Por lo tanto, los requisitos previos tienen una doble naturaleza: (i) el espíritu de innovación debe calar en la cultura/estructura empresarial, con implicación directa de los altos ejecutivos; y (ii) cuando un proyecto no fructifica, debe abandonarse sin importar cuánto tiempo y dinero se haya invertido y lo prometedor que era al principio.

Un rasgo determinante de las empresas innovadoras es que poseen una destreza digital que les confiere la capacidad de adoptar tecnologías que les permiten ser verdaderamente digitales. Eso les permite responder a los cambios y disrupciones y aprovechar las oportunidades rediseñando las operaciones de forma mucho más rápida que sus competidores.

Greg Venizelos y Mark Hargraves son estrategas de AXA IM

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