¿Adicto al móvil? En lugar de desconectar, aprende a priorizar
Esforzarse en mantener límites estrictos entre la vida online y 'offline' también puede generar estrés y ansiedad
Estamos hartos de escuchar que dependemos en exceso de la tecnología, que los niños pasan demasiado tiempo delante de las pantallas y que vivir en las redes sociales aumenta las posibilidades de sentir envidia, frustración y tristeza. El grueso de los estudios científicos hasta el momento defiende estas conclusiones y alerta de las consecuencias negativas que pueden derivarse de abusar de la tecnología. Pero la solución no tiene por qué ser desconectar, obligarse a no mirar el móvil y no consultar el correo fuera del trabajo. En su lugar, algunos expertos defienden la necesidad de aprender a priorizar y compaginar la realidad online y offline.
Regular el uso del móvil en lugar de dejar de utilizarlo cuando estás con otras personas podría reducir los niveles de ansiedad que genera no estar atendiendo a las notificaciones. "Mi consejo es que cada cual gestione su propia vida. Si dejar de mirar el buzón de entrada o no contestar a un mensaje en tu tiempo de descanso te va a provocar todavía mayor estrés, hazlo", comenta Santi García, cofundador de Future For Work Institute, en un reportaje reciente publicado en EL PAÍS.
Esta nueva línea de pensamiento defiende la integración de la vida digital en la vida offline y sugiere que esforzarse en mantener los límites estrictos puede generar incluso más ansiedad. El estudio Out of sight, out of mind? How and when cognitive role transition episodes influence employee performance, publicado en la revista Human Relations, sugiere que quizás deberíamos adaptarnos a estos cambios en lugar de luchar contra lo que está pasando. Jeroen Sangers, consultor especializado en mejorar el rendimiento de personas, equipos y organizaciones, está de acuerdo y asegura que "en lugar de buscar la separación deberíamos encontrar el equilibrio y aprender a distribuir nuestra atención de forma dinámica según las necesidades de cada momento".
Cada vez más personas defienden esta manera de plantearse la nueva realidad, en la que la tecnología aumenta su importancia sin parar. "Necesitamos cambiar la forma en que miramos las cosas", escribe Tristan Greene en TNW. "Se está volviendo contraproducente sugerir que la solución es colocar límites arbitrarios en el uso que hacemos de las nuevas tecnologías". Establecer prioridades en lugar de límites podría ser más beneficioso. "Estoy defendiendo la integración sin fisuras de Siri en mi vida, no dedicando un tiempo aparte para ella".
Cuando internet comenzó a llegar a las casas la limitación entre el mundo online y offline estaba clara. Cuando querías visitar una web encendías el ordenador y cuando lo apagabas, internet desaparecía por completo hasta que decidieses volver a él. Ahora no siempre somos nosotros quienes decidimos cuándo estar conectados: las notificaciones nos bombardean y los límites entre lo digital y lo analógico se han difuminado hasta fundirse en una sola realidad.
Este es el motivo por el que luchar para desconectar se hace tan complicado. La única opción a día de hoy es deshacerte de smartphones y tabletas y cualquier dispositivo que pueda recibir notificaciones. Pero si tienes un teléfono inteligente, debes que asumir que no mirarlo no significa necesariamente estar desconectado. Cuando alguien te escribe y notas la vibración, tu cuerpo reacciona: el sonido de la notificación que has recibido ha estimulado tu cerebro y te ha hecho desconectar de tu conversación cara a cara por un segundo. Y esa inquietud por saber quién te ha escrito te persigue hasta que atiendes a la notificación. El dilema es: qué es mejor, ¿no mirar el móvil y pensar en quién te habrá escrito o leer el mensaje y deshacerte de la tensión?
Merece la pena plantearse esta cuestión porque ignorar a la persona que tienes delante a cambio de consultar tu móvil ya tiene hasta nombre: phubbing. Es una combinación de phone (teléfono) y snubbing (ignorar). Todos lo hemos hecho alguna vez y nos hemos sentido culpables porque la idea de que lo que hay que hacer es desconectar prevalece.
"Aceptar que la tecnología cada vez juega un papel más importante en nuestras relaciones sociales es clave, pero también puede ser peligroso", explica la psicóloga Diana Navarro. No hay que perder de vista todos los casos en los que el uso de la tecnología se convierte en abuso y adicción. Si el tiempo que dedicas a tu móvil está afectando a tus relaciones personales o a tu trabajo y te impide funcionar en la vida con normalidad, es posible que se haya convertido en adicción y necesites ayuda profesional. "Precisamente la normalización del uso de la tecnología a todas horas hace difícil que las personas se den cuenta de cuándo es un problema", explica Navarro.
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