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Mercado laboral

Avent: “La revolución digital no crea empleo, pero reduce ingresos”

El editor de 'The Economist' habla sobre cómo afectará la automatización al futuro del trabajo. Sus conclusiones no son demasiado positivas

Se habla mucho de la cuarta revolución industrial –nosotros mismos lo hicimos ayer con este estupendo vídeo-, del altísimo poder de arrastre que tienen las nuevas tecnologías en todas las esferas de la sociedad. Pero cuesta encontrar análisis que traten de llegar hasta el final, que exploren los múltiples desafíos para el sistema que entrañará esta transición a la era digital. Ryan Avent, especialista en historia económica y editor de The Economist, se ha atrevido a hacerlo con su nuevo libro, La riqueza de los humanos. El trabajo en el siglo XXI, editado en España por Ariel.

Avent no desliza que la automatización de procesos y la inteligencia artificial puedan acabar con el empleo: da por sentado que es lo que sucederá. “La revolución tecnológica altera el empleo de tres modos”, escribe el estadounidense. “El primero es mediante la automatización. Las nuevas tecnologías están reemplazando a determinados trabajadores […] y reemplazarán todavía a más en el futuro”. La segunda fuerza es la globalización, que se lleva empleos a donde los sueldos son lo suficientemente bajos como para desincentivar sustituir trabajo humano por mecánico. Y la tercera es que “la tecnología impulsa de manera espectacular la productividad de algunos trabajadores altamente cualificados, a quienes permite desempeñar el trabajo que previamente habría sido preciso distribuir entre varias personas”. Conclusión: en un futuro no muy lejano, trabajará muy, muy poca gente. Alrededor de ellos se creará una masa de empleos obsoletos.

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Podemos ver ya los primeros pasos en esa dirección. “Hasta ahora, la revolución digital ha hecho más por reducir los ingresos de los trabajadores y por perjudicar a las personas con menos habilidades digitales que por crear nuevas oportunidades laborales”, explicó Avent a EL PAÍS RETINA en Madrid, a donde recaló para promocionar la edición española de su libro. En el vídeo que te presentamos bajo estas líneas verás a Avent abundar sobre cómo la tecnología acabará progresivamente con el empleo.

“Continuará habiendo lugar para empleos que tengan que ver con las relaciones personales”, aventura Avent. “Resultará útil desarrollar carreras en las áreas en las que el trato personal sea útil. También habrá algunas oportunidades en campos más artesanales. Igual que hoy en día valoramos una cerveza o un queso que no sean industriales, dentro de no demasiado habrá gente que pague por seguir viendo a humanos haciendo según qué tareas”, prosigue.

El hecho de que la mayoría de la población se quede sin trabajo supondrá un terremoto de proporciones desconocidas para el sistema. Renta mínima universal, impuestos a los robots y nuevos conceptos impositivos son algunas de las respuestas que pueden empezar a surgir para tratar de equilibrar una sociedad basada en el trabajo. Porque el empleo no solo nos llena las horas: también es el elemento en base al cual se calcula qué podemos recibir y qué no del Estado de bienestar. “Algún tipo de redistribución de la riqueza habrá que hacer”, asegura.

Por supuesto, tratar de aplicar cambios de esta magnitud puede ser causa de conflicto. “Cuando las sociedades se han enfrentado en el pasado a grandes cambios ha habido siempre violencia de algún tipo. Debemos ser conscientes de que los grandes cambios nunca suceden porque así lo quiera la gente que está al mando, sino porque una porción de la sociedad fuerza que ocurran”, espeta. “Espero que esta vez sepamos llevarlo mejor que otras veces”, dice entre risas.

El economista y sociólogo Jeremy Rifkin opina que el internet de las cosas, junto a tecnologías como la impresión 3D y el poder de la economía colaborativa, irán reduciendo con el tiempo la presencia del capitalismo tal y como lo conocemos. La red posibilitará que la gente intercambie cada vez más bienes y servicios, hasta el punto de ningunear los canales comerciales tradicionales. Avent no cree que el capitalismo vaya a languidecer. “Pasará mucho tiempo hasta que las máquinas trabajen tan bien que la escasez desaparezca. También creo que será difícil dar con un sistema que comparta las ganancias de una forma más justa que el capitalismo. No creo que el capitalismo esté perdido, en parte porque lo vamos a necesitar durante un tiempo y porque reemplazarlo va a ser difícil”, sentencia el editor de The Economist.

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