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Jeff Goodell, escritor: “Es más fácil conseguir pasar al coche eléctrico que a la carne vegetal”

El veterano periodista estadounidense advierte en su último libro, ‘The Heat Will Kill You First’, sobre la nueva realidad que el calor extremo impone ahora e impondrá en el futuro al ser humano

Jeff Goodell
El escritor estadounidense Jeff Goodell en un evento en la librería East Hampton, Nueva York el 11 de agosto de 2018.Eugene Gologursky (Getty Images for East Hampton Li)
Armando Quesada Webb

Cuando el periodista Jeff Goodell (Silicon Valley, California, 63 años) comenzó a cubrir temas relacionados al cambio climático, en los años noventa, esto era considerado algo “interesante, pero frívolo”. “Era como escribir sobre la vida sexual de los puercoespines”, bromea. Goodell lleva ahora más de dos décadas escribiendo sobre medio ambiente y energía para la revista Rolling Stone, The New York Times Magazine y otras publicaciones de prestigio. También es autor de siete libros. El más reciente, el best seller titulado The Heat Will Kill You First: Life and Death on a Scorched Planet (“El calor te matará primero: vida y muerte en un planeta ardiente”, no traducido al español), es un crudo recordatorio de que los veranos más extensos y los récords de temperatura que se experimentan cada año no son algo anecdótico.

El calor extremo, dice Goodell, es una creación humana, pero tiene “el poder de un dios” y está imponiendo una nueva realidad al ser humano. El autor, miembro de la Fundación Guggenheim, habla con EL PAÍS desde su hogar en Austin, Texas, sobre la respuesta de las grandes petroleras al cambio climático o las diferencias entre Joe Biden y Donald Trump en materia ambiental.

Pregunta: En su último libro es muy claro sobre dejar los combustibles fósiles si queremos evitar el desastre. ¿Estamos más cerca de ese objetivo ahora que hace diez años?

Respuesta: No creo que evitaría el desastre, pero sí que tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles ahora mismo. Mi punto es que la situación va a seguir empeorando hasta que lo hagamos. Cuanto antes dejemos de quemar combustibles fósiles, menos calentamiento tendremos.

Ahora bien, ¿estamos en mejor forma que en 2015? Sí y no. No lo estamos en la medición de CO2. En 2023, la cantidad de CO2 procedente de las emisiones de combustibles fósiles fue la más alta de la historia, más de 40.000 millones de toneladas. En ese sentido, no estamos progresando. Pero si lo miramos desde otro punto de vista, estamos haciendo enormes progresos porque, por ejemplo, el precio de las energías renovables ha bajado enormemente en los últimos 10 años. Antes se decía que para producir electricidad barata lo mejor eran los combustibles fósiles, pero ahora eso se ha invertido en prácticamente en todo el mundo. Vivo en Texas, la sede de la industria de los combustibles fósiles. No es un estado verde; está controlado por los republicanos y, sin embargo, el 70% de la energía hoy proviene de energías renovables. Y eso no es porque los tejanos sean “abraza-árboles”, es porque pueden hacer más dinero. Eso es un gran cambio.

También han cambiado otras cosas. Hay más conciencia del riesgo climático. Creo que más gente está está hablando de ello, está más presente en las noticias. Pero el problema esque los impactos climáticos siguen acelerándose. Estamos viendo más y más clima extremo. Es un paso adelante y un paso atrás.

P: ¿Ha sido testigo del cambio de mentalidad sobre este tema?

R: Sí. Hace tan solo 10 años había un movimiento mucho mayor de negacionistas. El senador James Inhofe (representante republicano del Estado de Oklahoma) murió ayer. Él fue el más famoso negacionista del clima en la política estadounidense. Una vez trajo una bola de nieve a la Cámara del Senado y la utilizó como ejemplo de los cambios en el clima a través del tiempo. Ya no queda gente así, ni siquiera Trump, quien ha llamado al cambio climático “un engaño chino”. En su mayor parte, los negacionistas duros se han ido. Lo que está sucediendo ahora es que se ha convertido en parte de las guerras culturales en Estados Unidos.

P: ¿Es la moda ahora lo que algunos autores llaman delayism? Es decir, argumentar que los cambios radicales se deben aplazar para no arruinar la economía.

R: Claro. En Texas paso mucho tiempo con la gente de la industria del petróleo y el gas y ese es el tema de conversación básico. Si usted habla con Darren Woods, el CEO de ExxonMobil, él le dirá que el cambio climático es real y que es un gran problema, pero que tenemos que ir despacio porque no queremos perturbar nuestra economía. Que no podemos hacer esta transición demasiado rápido porque no queremos desestabilizar nada. Esa es la lógica de la industria de los combustibles fósiles en este momento.

Hay países que claramente no están interesados en ningún tipo de acción climática seria

P: Y de esas conversaciones que usted tiene con la gente de la industria, ¿qué concluye sobre la lógica de esta nueva postura? Si ahora admiten que el cambio climático es una amenaza, ¿se trata solo de hacer la mayor cantidad de dinero posible ahora que pueden?

R: Sí, es exactamente eso. Una empresa como ExxonMobil, Shell o Chevron tiene miles de millones de dólares en infraestructuras, plataformas petrolíferas, derechos sobre reservas de petróleo y gas, en las que han invertido durante años. Tienen accionistas que están muy interesados en los dividendos y en seguir obteniendo beneficios. Y necesitan estirar esto tanto como sea posible. Si no mantienen a los accionistas felices, los directores generales serán reemplazados.

Empresas como Occidental Petroleum, que es una de las principales pero no tan grande como ExxonMobil o Shell, han decidido que van a ser el ala progresista de la industria del petróleo y el gas. Están invirtiendo en la captura de aire (una tecnología que extrae dióxido de carbono directamente del aire para reducir las emisiones) y tienen esta idea de que pueden sacar petróleo y gas con cero emisiones netas de carbono. Así que hay diferencias en la industria, pero es realmente todo acerca de la demora.

P: ¿Petroleras progresistas?

R: Por supuesto que yo no creo que sean progresistas. Pero dentro de la industria del petróleo y el gas, si le preguntas al director del Instituto Estadounidense del Petróleo, por ejemplo, sin duda los describiría como “progresistas”. Yo creo que todas estas cosas son sólo formas más sofisticadas de ganar tiempo. Esta noción de que vamos a seguir quemando petróleo y gas para luego extraer el carbono del aire y enterrarlo bajo tierra es una locura.

P: ¿Entonces es una nueva marca del llamado ecopostureo?

R: Lo es, pero hay diferentes grados de “ecopostureo”. El problema con esta idea de captura de aire es que no funciona. Es tremendamente caro, demasiado lento y no está realmente diseñado como una solución para el problema climático, sino como una solución para mantener a la industria del petróleo y el gas en marcha.

P: Usted estuvo presente en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP) de 2015, cuando se alcanzaron los Acuerdos de París. Muchos científicos y activistas han señalado en los últimos años el abandono de los objetivos de reducción de emisiones. ¿Cuál es su valoración al respecto?

R: La COP consiguió que los 190 países se pusieran de acuerdo en torno a estos nuevos compromisos y de ahí salieron cosas positivas. No soy tan cínico sobre estos acuerdos como otros, pero son muy deficientes. Hay más espectáculo que acción. El acuerdo debe reformarse de alguna manera porque hay países, como Arabia Saudita, por ejemplo, que tienen poder de veto y que claramente no están interesados en ningún tipo de acción climática seria. Por eso terminas con estos acuerdos increíblemente débiles.

P: ¿Desde 2015 las COP se han vuelto menos ambiciosas?

R: Es fácil descartarlas como un fracaso, pero yo no lo veo tan claro. Creo que tienen cosas buenas, promueven el diálogo y reúnen a la gente para hablar de cambio climático. Y sí, también promueven el ecopostureo. La fachada de la acción por encima de la acción en sí. Pero sé que hay toda una serie de personas que están trabajando muy duro ahora mismo para pensar en cómo reformar esto y cambiarlo. Y esperemos que tengan éxito. Porque es un problema global y necesita una solución global.

El escritor Jeff Goodell en una imagen cedida por él mismo.
El escritor Jeff Goodell en una imagen cedida por él mismo.

P: Una de las promesas de campaña que Donald Trump cumplió en su primer Gobierno fue sacar a Estados Unidos de los Acuerdos de París. Más allá de los discursos, ¿hay gran diferencia entre él y Joe Biden en materia climática?

R: Un Océano Pacífico de diferencia. Creo que Biden ha sido realmente eficaz como presidente en materia climática. La Ley de Reducción de la Inflación canalizó 400 mil millones de dólares en energía limpia y adaptación. Y lo hizo en gran parte en estados rojos (republicanos), no era como si estuviera simplemente canalizando el dinero a sus partidarios. Obviamente Biden podría haber hecho más. No me entusiasma que la producción de petróleo y gas de Estados Unidos haya seguido creciendo ni que se vaya a continuar con los envíos de gas natural. Hay muchas cosas que desearía que no ocurrieran. Pero no vivimos en un mundo perfecto. Y creo que, dadas las limitaciones de la política estadounidense, ha hecho un gran trabajo.

P: ¿Y Trump?

R: Trump lo destruirá todo. Este es un hombre que no cree en la ciencia. Recuerda lo que le decía sobre que se inyectaran lejía en las venas para curar la covid-19. Hace dos semanas, llevó a un montón de gente de los combustibles fósiles a Mar-a-Lago (su mansión en Florida) para que recaudaran millones para él. Les está vendiendo el cargo, en cierto modo. Trump no va a detener la revolución de la energía limpia, pero puede ralentizarla y canalizar mucho dinero hacia los combustibles fósiles, sacar a Estados Unidos de todo este tipo de acuerdos y sembrar más dudas sobre la ciencia del clima. Entre los dos candidatos hay un abismo e importa mucho. La democracia está en juego en estas elecciones.

P: Volviendo a su último libro, en varios capítulos habla sobre la comida y cómo debería cambiar la forma de consumirla. En España algunas voces han cuestionado en los últimos años la producción de carne y su huella climática. ¿Qué opinión le merece este tema?

R: El consumo de carne de granjas industriales es un contribuyente significativo a los gases de efecto invernadero, a las emisiones de CO2 y al calentamiento de nuestro planeta. Probablemente el segundo después de los combustibles fósiles. Pero no son solo las emisiones de CO2. También son los cambios en el uso de la tierra. En África y en el Amazonas gran parte de la deforestación es para el ganado. El ganado deja una gran huella en la biosfera y la biodiversidad. Cambiar la forma en que pensamos sobre la carne va a tener que ser parte de la solución para arreglar nuestro clima, sin duda.

Toda la lealtad a la carne vacuna está quizá más llena de fanatismo religioso que nuestra devoción a los combustibles fósiles. Conseguir que pasemos a los vehículos eléctricos es mucho más fácil que conseguir que a las carnes vegetales. Pero el cambio es inevitable. Creo que vamos a evolucionar hacia carnes de origen vegetal, carnes cultivadas en laboratorio, cosas que ahora mismo suenan horribles para algunas personas. Pero el costo y los beneficios para la salud e incluso el sabor superarán rápidamente a los tipos de carnes que estamos acostumbrados a comer ahora.

Toda la lealtad a la carne vacuna está quizá más llena de fanatismo religioso que nuestra devoción a los combustibles fósiles

P: ¿Convencer a alguien de cambiar este tipo de hábitos cuesta más trabajo que convencer a alguien de que recicle o plante un árbol?

R: La gente va a tener que vivir de manera diferente. Va a hacer más calor, las inundaciones van a aumentar, las tormentas van a ser mayores, las sequías más largas, el aumento de las precipitaciones va a ser cada vez mayor. España se va a poner increíblemente caliente. No es como si hubiera una opción entre continuar con el status quo o no. El cambio va a suceder. La cuestión es quién se beneficia, quién pierde y cómo de inteligente es la elección que hacemos sobre cómo se desarrollan estos cambios.

P: Entonces el cambio es inevitable, pero podemos determinar cuánto cambiamos por nuestra cuenta y cuánto será impuesto por el calor.

R: Por eso mi libro es una especie de guía de supervivencia para el siglo XXI. Obviamente estos cambios están llegando. La pregunta es: ¿Sabes qué hacer? La mayoría de la gente no tiene ni idea. Tenemos que ser más inteligentes sobre los riesgos a los que nos enfrentamos, tanto a nivel personal como sanitario, pero también económico. Repensar y reimaginar todo lo relacionado con nuestro mundo. La gente que lo haga bien prosperará. Estuve en París hace poco y es mucho mejor de lo que era hace 10 años porque hay mucho más verde, hay más bicicletas y la alcaldesa Anne Hidalgo está poniendo músculo para reimaginar la ciudad en el siglo XXI. Y luego vas a un lugar como Dallas, Texas, donde no ponen ningún esfuerzo y todo son autopistas de 18 carriles, centros comerciales y ni un solo árbol.

P: En el libro dice que la gran pregunta que debemos hacernos no es cómo de caliente se puede poner el futuro, sino cómo de caliente se puede poner hoy. En lugares como España se vive en una constante tensión sobre el calor.

R: ¿Podría Barcelona tener una semana de 52°C? Hablé con muchos de los mejores científicos climáticos del mundo y, básicamente, dijeron que sí es posible. Puedes tener olas de calor más y más extremas que son cada vez más impredecibles. El caos climático, el cambio climático y el calentamiento global no son cosas lineales. Cuanto más caliente se pone, más caótico se vuelve también. Ahora están hablando de huracanes de categoría seis debido al aumento de la intensidad. Los mega incendios que vimos en Canadá el verano pasado estaban mucho más allá de lo que habíamos visto antes. Estos eventos se están volviendo más intensos y más extremos.

P: La responsabilidad de esto no es proporcional, indica en el libro. Solo ExxonMobil es responsable del 3% de las emisiones de CO2 del mundo. ¿Es normal que esto provoque un sentimiento de impotencia en la población?

R: Lo entiendo perfectamente y siento yo mismo esa impotencia todo el tiempo. Es importante hablar de estas cosas. Es importante recuperar algo de ese poder de ExxonMobil para encontrar formas de restringir el desarrollo a gran escala de combustibles fósiles, presionar a los políticos para que no lo subsidien, canalizar recursos hacia la energía renovable. Es importante pensar en cómo las personas más vulnerables están en riesgo por el calor extremo y qué vamos a hacer al respecto. ¿En Madrid, Barcelona o Sevilla qué van a hacer con las personas que no tienen dinero, que viven en lugares muy calurosos? ¿Los van a dejar morir? ¿Cuál es el plan para esto? Todo surge de la política. El cambio climático es un problema político.

Sobre la firma

Armando Quesada Webb
Periodista costarricense. Escribe en El País Semanal y colabora con el Proyecto Tendencias. Cursó el máster de Periodismo UAM-El País en la promoción 2021-2023.
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