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Turistas en busca del calor extremo en el Valle de la Muerte: “¡Es sencillamente insoportable!”

La posibilidad de que se bata el récord de calor en el parque nacional californiano atrae a riadas de turistas europeos que se exponen a los peligros de un agresivo ecosistema único amenazado por el cambio climático

Un turista brasileño se sienta en las salinas de Badwater, en el parque nacional del Valle de la Muerte, el 16 de julio. Foto: JOHN LOCHER (AP) | Vídeo: EPV
Luis Pablo Beauregard
Death Valley (California) -

Heather no puede ocultar una sonrisa cuando habla de cuántos clientes le han traído las temperaturas récord de este verano. “El fin de semana vendimos el doble de lo habitual”, dice la encargada de la tienda de souvenirs del Valle de la Muerte, el lugar más caliente de Estados Unidos. La mujer habla con un timbre de orgullo del bum que ha ocasionado en la comunidad de Furnace Creek (Cañada del Horno es su traducción en español), en la frontera entre California y Nevada, la posibilidad de que se batiera el récord de 130º F (54,4º C) registrados. “Al final no se batió, pero fue muy emocionante. ¡Tuvimos hasta una pequeña protesta y todo!”, afirma la mujer.

La manifestación de la que habla fue la de un pequeño grupo de activistas ambientales que acudieron a gritar “¡Feliz día de la muerte!” a los turistas que se tomaban selfies junto a un gran termómetro digital. El evento dio algo de vida a una zona que carece de esta. Mientras el sol esté en el cielo, esta enorme reserva natural es un páramo fantasmagórico. Los carteles en la carretera alertan sobre el peligro extremo que representa el calor. En las veredas para hacer senderismo el mensaje es incluso más directo. “HEAT KILLS” (el calor mata), dice una gran pancarta que desaconseja caminar en exteriores después de las 10 de la mañana. “Venga preparado para sobrevivir”, reza una de las advertencias del Servicio de Parques Nacionales.

Nos dio curiosidad eso del calor extremo, queríamos experimentarlo una vez en la vida”, cuenta el hombre de 62 años

Joaquín y Rebeca Rivera están entre los turistas que visitaron la zona estos días, atraídos por la promesa de ser testigos de un récord. Originarios de San Diego, al sur de California, decidieron modificar su ruta a Las Vegas después de leer en la prensa que la marca anterior, registrada en julio de 2021, peligraba. ”Nos dio curiosidad eso del calor extremo, queríamos experimentarlo una vez en la vida”, cuenta el hombre de 62 años en el centro de visitas del parque nacional, un socorrido sitio donde puede encontrarse aire acondicionado, agua y algo de comida. La documentación del viaje de los Rivera se limitó a tomar las fotografías del termómetro en el tablero del automóvil después de comprobar que no se podía estar al aire libre.

Aún así hay quien lo intenta. Los guardaparques explican que en verano naturalmente disminuye el número de visitantes nacionales y el grueso del valiente turismo es casi todo europeo. Este martes, un grupo de 93 franceses visitaba el parque. Cirile y Juliette, dos estudiantes originarios de Grenoble, se acercaron a las dunas de Mesquite, uno de los parajes más famosos del parque. “¡Es demasiado, es sencillamente insoportable!”, afirmaba Cirile. Prefirió quedarse cerca del coche en lugar de ir a las enormes montañas de arena dorada, una postal del desierto. A su lado, Juliette, con la cara hecha un tomate debajo de una gorra, intentaba dar su opinión, pero las palabras no le brotaban. “Con este calor no me sale el inglés”, se limitó a decir.

Turistas en el mirador de Dante, en el Valle de la Muerte, este miércoles pasado.
Turistas en el mirador de Dante, en el Valle de la Muerte, este miércoles pasado.APU GOMES

El paseo por las dunas se limitaba a unos pocos minutos. Un termómetro en la pantalla alertaba de que los móviles dejaban de funcionar después de haber tomado algunas fotografías por las altas temperaturas. Algunos hacían el camino de vuelta al coche vaciándose botellas de agua en la cabeza. Un hombre secaba su camiseta, completamente empapada de sudor, exponiéndola al viento como si se tratase de una bandera.

En el Valle de la Muerte se registró oficialmente la temperatura más alta del planeta. Fue en Furnace Creek el 10 de julio de 1913, cuando el termómetro supuestamente alcanzó los 134º F (57º C). Hay meteorólogos e historiadores que disputan la veracidad de esta medición, hecha solo dos años después de que se iniciaran los registros. The Weather Company afirma que la última temperatura ambiental más alta registrada en la Tierra fue aquí mismo en julio de 2021. Desde hace un par de décadas, satélites equipados con una tecnología de la NASA que permite obtener imágenes de alta resolución han captado que el desierto Lut en Irán y el de Sonora (México) han alcanzado los 80º C en su superficie. Estos sitios, sin embargo, tienen noches frías, mientras que en el Valle de la Muerte hay 46 grados a las 10 de la noche.

Un frágil ecosistema amenazado

El cambio climático, sin embargo, está haciendo cada vez más frecuente la posibilidad de que se alcancen o superen las altas temperaturas. En 2020 hubo 169 días en los que se superaron los 37,7º en el valle. Y 2021 tuvo 11 jornadas por encima de 51,6º C, según el Servicio Meteorológico Nacional.

El incremento de temperaturas amenaza con dar al traste con el ya de por sí frágil ecosistema del valle. El calor ha multiplicado la presencia de un escarabajo que ha sido una plaga para los milenarios pinos de la zona, que apenas sobrevivían a la sequía crónica de California. La mortalidad de los árboles ha crecido un 70% en la última década. La población de aves también ha decrecido.

Una persona puede perder hasta siete litros de agua sentado a la sombra

El valle cuenta con otros rasgos atractivos para los aventureros. El punto conocido como la cuenca de Badwater es el más bajo de Norteamérica, al estar a 282 pies (86 metros) bajo el nivel del mar. La región tiene también la tierra más seca de Estados Unidos. En promedio, solo caen cinco centímetros de lluvia al año, un fenómeno que se agrava con un aire caliente que quema la piel y acelera el proceso de evaporación en humanos y animales. En el verano y con el viento soplando, una persona puede perder hasta siete litros de agua sentada a la sombra, donde la temperatura no baja de 46 grados.

En su libro The Heat Will Kill You First (2023), Jeff Goodell escribe cómo necesitamos redefinir el significado de calor en los tiempos del calentamiento global. “En la cultura pop, lo caliente es sexy. Lo caliente es cool. Lo caliente es lo nuevo. Las webs publican listas calientes de los más recientes libros, películas, series y actores”, escribe el periodista especializado en fenómenos climáticos. Su investigación pretende dejar claro que el calor es una amenaza mortal. “El calor es una fuerza activa, una que puede doblar vías de tren y matarte antes de que entiendas que tu vida corre peligro (…) El calor extremo es, por completo, un artefacto humano, un legado de la civilización como lo es la Gran Muralla china”, escribe en su obra más reciente.

Una mujer posa con un termómetro en el parque nacional del Valle de la Muerte, el pasado 16 de julio.
Una mujer posa con un termómetro en el parque nacional del Valle de la Muerte, el pasado 16 de julio.John Locher (AP)

La guardaparques Abby Snow asegura que muchos de los visitantes del Valle de la Muerte llegan con “un falso sentido de seguridad”. Creen que con tener un móvil y un vehículo es suficiente, “pero los coches pueden fallar y en la mayoría del parque no existe señal telefónica”. Los encargados de la reserva recomiendan al menos llegar con cuatro galones (15 litros) de agua para beber por persona. Según las cifras del Servicio de Parques Naturales, cada verano hay entre uno y tres fallecidos por el calor. Este martes, un hombre de 77 años originario de Las Vegas se desplomó muerto afuera de un baño del Cañón Dorado, una de las rutas de senderismo que existen en el parque. Se cree que su muerte se debió a un golpe de calor cuando el termómetro alcanzaba los 51 grados. De confirmarse, será el segundo fallecido de la temporada.

La muerte en el valle sorprende incluso a los más preparados. El 7 de agosto de 2012, Michael Popov, un experimentado corredor de ultramaratones, murió cuando entrenaba para una carrera de 160 kilómetros. El atleta ruso, de 34 años, salió sobre las dos de la tarde y con una temperatura sobre los 50 grados con la intención de correr campo a través unos 10 kilómetros. A pesar de que había completado en el pasado carreras que se extendían hasta más de 60 horas, al desierto le bastaron dos horas y media para derrotarlo. Una persona lo encontró sobre un camino asfaltado. Estaba consciente, pero delirante y agresivo. Su corazón se paró minutos después. Los médicos determinaron que había muerto de asfixia por una hemorragia en los pulmones provocada por el calor. La comunidad de ultramaratonistas cree que su error fatal fue haber hecho el trayecto con dos litros de agua, cuando los deportistas necesitan al menos dos o tres litros por hora para no sucumbir.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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