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Último susto climático: inundaciones torrenciales en el lugar más seco de Estados Unidos

El Valle de la Muerte, en California, recibe en tres horas el equivalente al 75% de la lluvia anual

Death Valley
Una imagen del Valle de la Muerte tras las recientes inundaciones.JOHN SIRLIN (REUTERS)
Miguel Jiménez

Las clásicas fotos de verano en el Valle de la Muerte, en el límite entre los Estados de California y Nevada (Estados Unidos), muestran a los turistas ligeros de ropa junto a un termómetro con temperaturas de más de 50 grados o con una sartén sobre el asfalto en la que se fríe un huevo. Es habitual que salga en la información meteorológica, pero siempre por batir récords de altas temperaturas. Está considerado el lugar más seco de Estados Unidos. Sin embargo, en este verano de fenómenos extremos, los visitantes que se habían atrevido a desafiar el calor se han visto sorprendidos por lluvias torrenciales, un fenómeno de los de una vez en 1.000 años.

Los accesos al parque han tenido que ser cerrados por las inundaciones y por los daños provocados en las carreteras por la tormenta. Este año, la región venía sufriendo una intensa sequía. A unos 100 kilómetros de distancia, en el lago Mead, a las afueras de Las Vegas, el nivel del agua ha bajado tanto que han empezado a aparecer cadáveres que llevaban años o incluso décadas sumergidos. Uno de ellos, descompuesto dentro de un corroído barril de metal, alimentó de inmediato teorías sobre asesinatos de la mafia.

De la sequía a las inundaciones. “El Valle de la Muerte es un lugar increíble de extremos”, ha señalado el superintendente del parque, Mike Reynolds, en un comunicado difundido por el Servicio Nacional de Parques. “Es el lugar más caluroso del mundo y el más seco de Norteamérica. La inundación de esta semana (...) es otro ejemplo de este entorno extremo. Con los modelos de cambio climático que predicen tormentas más frecuentes e intensas, este es un lugar donde se puede ver el cambio climático en acción”, ha añadido.

El que definió las inundaciones en esos términos fue Daniel Berc, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional de Las Vegas, que precisa en un comunicado: “Un suceso de 1.000 años no significa que ocurra una vez cada 1.000 años, sino que hay un 0,1% de posibilidades de que ocurra en un año determinado”.

Unos 60 vehículos de visitantes y empleados se vieron atrapados por el lodazal y los restos trasladados por el agua.
Unos 60 vehículos de visitantes y empleados se vieron atrapados por el lodazal y los restos trasladados por el agua.- (AFP)

En solo tres horas de tormenta, cayeron unos 37 litros por metro cuadrado, el equivalente al 75% del volumen de precipitaciones anuales. En cualquier lugar habituado a recibir lluvia probablemente no habría provocado los destrozos y corrimientos de tierra que se han producido en el Valle de la Muerte, que permaneció con todas las carreteras cortadas el pasado fin de semana y que va recuperando poco a poco la normalidad. No obstante, la mayoría de las carreteras del parque siguen cerradas por las inundaciones y los daños provocados.

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Como suele ocurrir con las inundaciones, la lluvia ha dejado el parque sin agua potable. Cientos de metros de la tubería principal que abastece el parque fueron arrancados, dejando desabastecidas algunas viviendas, el edificio de operaciones de emergencia y otras instalaciones.

No hubo heridos ni entre los visitantes ni entre los residentes del parque. Muchos turistas vieron sus coches atrapados por el lodazal, pero pudieron irlos retirando y salir del parque a pesar de los daños en las carreteras.

Altas temperaturas

Las temperaturas del Parque Nacional del Valle de la Muerte en verano pueden alcanzar los 49 grados centígrados a la sombra (muchos más en las fotos con termómetros al sol que se sacan los turistas). La temperatura del aire más alta de la historia, 57 grados, se registró en Furnace Creek el 10 de julio de 1913. La segunda temperatura más alta jamás registrada en el parque, 54 grados, se produjo el 16 de agosto de 2020.

El valle se sitúa a 86 metros por debajo del nivel del mar. Cabría esperar que el agua se acumulase y que se formase un lago, dada esa altitud. Pero como explica la NASA, lo que hay es un desierto sujeto a un efecto de “sombra de lluvia”. Las masas de aire húmedo que viajan hacia el este desde el océano Pacífico deben cruzar cuatro cordilleras antes de llegar al valle. A medida que las masas de aire se elevan para sobrepasar las montañas, la humedad que transportan se condensa y cae en forma de lluvia en las laderas occidentales, dejando una zona seca, o sombra de lluvia, en el lado oriental. Cuando la mayoría de las masas de aire llegan al Valle de la Muerte, ya están totalmente secas. El Valle de la Muerte tiene el punto más bajo de toda Norteamérica, pero se encuentra solo unos 140 kilómetros al este del Monte Whitney, de 4.421 metros de altitud, el punto de mayor altitud de Estados Unidos sin contar Alaska.

Imágenes por satélite difundidas por la NASA donde se aprecian las inundaciones en el Valle de la Muerte (California).
Imágenes por satélite difundidas por la NASA donde se aprecian las inundaciones en el Valle de la Muerte (California).

En raras ocasiones, la zona más baja del valle se llena con un lago ancho y poco profundo, apodado lago Badwater, pero el calor extremo y la aridez suelen hacen que ese efímero lago se evapore rápidamente, convirtiendo el fondo del valle en una playa de sal, otro de los focos de las fotografías de los visitantes. La NASA ha difundido unas imágenes por satélite donde se ve lo excepcional del agua acumulada tras las inundaciones.

Pese a sus condiciones extremas, es la tierra de la tribu nativa americana de los Timbisha Shoshone, que han habitado el valle durante al menos el último milenio. Debe su nombre a unos exploradores que se perdieron en él a mediados del siglo XIX y creyeron que no sobrevivirían. Uno de ellos murió. El resto fueron rescatados. Uno de ellos, al alejarse se dio la vuelta y dijo: “Adiós, valle de la muerte”.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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