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Deshielo en la periferia, atasco en Madrid

Acuerdos presupuestarios como los de Cataluña permiten atisbar las primeras señales de desbloqueo político

Irene Montero, Pedro Sánchez, Adriana Lastra y Pablo Iglesias, tras la firma del preacuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos. En vídeo, resumen del año en clave política.Foto: atlas | Vídeo: ANDREA COMAS / ATLAS
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De una manera casi imperceptible y a pesar de los contratiempos que Pedro Sánchez está encontrando para cerrar el apoyo de ERC a su investidura, la política española parece que empieza a salir del laberinto en que lleva enredada casi un lustro. Pactos presupuestarios como los de Cataluña, donde las cuentas de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona llevan prorrogadas desde 2017, marcarían la senda a seguir.

“Esa es la sensación, aunque muchas veces demos dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás como los cangrejos. O al revés”, reflexiona un alto cargo del partido en el Gobierno que mantiene sus reservas hacia Esquerra. Un zigzagueo característico en unos tiempos que “no son fáciles”, como reconoció Felipe VI en su discurso de Nochebuena, en los que lo nunca visto ya difícilmente sorprende —cuatro elecciones generales desde 2015, la moción de censura de 2018, la extrema derecha convertida en tercera fuerza en el Congreso...— y en el que se acumulan todo tipo de problemas. Esas dificultades han empeorado el diagnóstico mientras permanecían semiocultas bajo el monotema del desafío independentista. ¿Cuál fue la única comunidad a la que el Rey se refirió explícitamente el 24 de diciembre? Bingo: Cataluña.

La crisis territorial continúa acaparando todos los focos mientras la deuda pública sigue en máximos, la natalidad se desploma a registros de hace 20 años y el déficit y el paro siguen muy elevados para disgusto de Bruselas. El futuro Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos afirma tener muchas de las soluciones, como un sistema de financiación autonómico exprés en ocho meses y un ministerio ad hoc contra la despoblación. Los reparos de Esquerra están alargando los plazos de los socialistas, que tras casi 250 días en funciones —el récord lo tiene Mariano Rajoy, con 315 días entre diciembre de 2015 y octubre de 2016— se resisten a renunciar a una investidura la víspera de Reyes. Un escenario que cada día que pasa gana más escépticos en el socialismo.

El PSOE, consciente del delicado territorio por el que transita, no se contenta con la abstención de ERC en la investidura. Quiere asegurarse su apoyo a los Presupuestos de 2020 (siguen en vigor los de 2018). Un balón de oxígeno que, como mínimo, permitiría al primer Gobierno de coalición desde la Segunda República llegar al ecuador de la legislatura.

Un pacto de investidura que no estuviera vinculado a los Presupuestos sería una “investidura en falso”, consideran en Ferraz y La Moncloa. Hasta Pablo Casado, que se niega a facilitar la investidura haciendo apología del “no es no” de Sánchez a Rajoy en 2016, dice que se implicaría en la gobernabilidad con el apoyo del PP en pactos de Estado sobre pensiones, violencia de género, defensa e infraestructuras. Y, cómo no, Cataluña.

A la espera de un remedio para el nudo gordiano en que se han convertido las investiduras en España, ya hay atisbos del final del desbloqueo político. Frente al inmovilismo en Madrid, las primeras señales de la anhelada estabilidad se concentran en la periferia, con unos pactos presupuestarios en Cataluña que antes del 10-N eran impensables.

Hasta ahora el bloqueo político en Cataluña tenía como máxima expresión los presupuestos prorrogados en la Generalitat y en el Ayuntamiento de Barcelona. Ambas instituciones funcionan con las cuentas de 2017. Este desfase con la realidad social y económica ya ha pasado factura en la calle. Hace un año, el president Quim Torra se enfrentó a su primera huelga por la falta de recursos para revertir los recortes que se arrastran desde 2010. El acuerdo para las cuentas de 2020 se da por cerrado en ambas instituciones. Los comunes han logrado arrancarle al Govern, pese a la resistencia de los sectores más conservadores del PDeCAT, algunos retoques fiscales que permitirán una subida de impuestos de 543 millones de euros cada año.

Podemos facilita los presupuestos del País Vasco. El PNV y el PSE-EE sacaron adelante el viernes los presupuestos para 2020 con el voto en contra de PP y EH Bildu y la abstención de los de Iglesias. Podemos ha creado un eje con el PNV y los socialistas en todo lo relativo a las políticas sociales durante el proceso del articulado del nuevo Estatuto vasco en la Ponencia de Autogobierno, en el que se han aparcado las discrepancias identitarias.

Estabilidad en Andalucía pese a Vox. La llave de la gobernabilidad la tiene Vox pero, al contrario de lo que ocurre en otras comunidades gobernadas por PP y Cs, como Madrid, donde se han prorrogado los presupuestos, el Ejecutivo de Juan Manuel Moreno presume de estabilidad. En 11 meses, ha aprobado las cuentas de 2019 y 2020, lo que le garantiza agotar el mandato usando la prórroga presupuestaria si Vox pone fin al pacto de legislatura.

Tripartito valenciano. La entrada de Podemos en el Gobierno que la legislatura pasada compartían el PSOE y Compromís le ha aportado solidez en un contexto político nacional de incertidumbre. Y permite interpretar distintos papeles en los acuerdos a múltiples bandas de los que depende el Gobierno de Sánchez. A diferencia de otros barones socialistas, Ximo Puig ha expresado públicamente su apoyo a las negociaciones con ERC, al tiempo que Compromís pone como condición a Sánchez otro modelo de financiación. El vigente está obsoleto desde 2014.

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