El jefe de Seguridad Nacional denuncia una “campaña sistémica de desinformación” del independentismo

El general Miguel Ángel Ballesteros, director del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) —encuadrado en Presidencia del Gobierno—, advirtió este martes de la existencia de una “tremenda campaña sistémica” de desinformación del independentismo catalán para desprestigiar a la democracia española. En su opinión, el secesionismo constituye el “principal foco” de fake news (noticias falsas) que se difunden sobre España a través de las redes sociales. El Gobierno acaba de estrenar el Procedimiento de Actuación ante las noticias falsas.

Aunque los últimos coletazos de la campaña lanzada tras la sentencia del Supremo contra los máximos responsables del procés, conocida el pasado 14 de octubre, llegaron hasta la cita con las urnas del 10-N, Ballesteros admite que han sido "mínimas" las distorsiones provocadas por bulos durante el ciclo electoral que acaba de concluir (dos elecciones legislativas, además de locales, autonómicas y europeas). "Sí ha habido cosas concretas; es evidente a quién pueden beneficiar y quién las ha pagado, pero no ha habido una campaña de desinformación”, añadió, en la presentación del libro colectivo Desinformación. Poder y Manipulación en la era digital (Editorial Comares).

Entre esas cosas concretas, que el jefe del departamento encargado en La Moncloa de monitorizar los bulos evitó concretar, figuran las 359 cuentas falsas operadas por el PP que Twitter y Facebook cerraron en septiembre o las páginas de Facebook pagadas por el empleado de un asesor de Pablo Casado que promovían la abstención entre los votantes de izquierdas.

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El Departamento de Seguridad Nacional está elaborando todavía su informe sobre las últimas elecciones, que tiene carácter reservado. Este año se ha estrenado el nuevo protocolo de actuación contra la desinformación; según el cual, cuando cualquier ministerio detecta fake news a través de las redes sociales debe avisar a la unidad del DSN especializada en luchar contra las mismas. Este organismo estudia el grado de propagación del bulo, si se trata de un hecho aislado o forma parte de una campaña, y las conclusiones las traslada a la Secretaría de Estado de la Comunicación, que actúa como punto de contacto con el sistema de alertas rápidas sobre noticias falsas (RAS) de la Comisión Europea.

Aunque cabe la posibilidad de desmentir un bulo o ponerse en contacto con los medios convencionales para evitar que se hagan eco del mismo, la mayoría de las veces “no vale la pena hacer nada” para no darles más eco, admitió Ballesteros. También es posible dirigirse a las grandes tecnológicas (Google, Facebook) para alertar de algún contenido falso y pedirles su eliminación, pero sus responsables son mucho más receptivos cuando afectan a cuestiones como la pederastia o el terrorismo que cuando se trata de temas políticos. A un nivel muy sofisticado se sitúan, según explicó, las fake deep (mentiras profundas), mucho más elaboradas que las anteriores y, por ello, más difíciles de desenmascarar.

Con todo, para el responsable del DSN lo más peligroso no son las noticias falsas, sino la “subinformación”, que se basa en hechos más o menos reales pero con un enfoque tan sesgado que distorsiona por completo la realidad.

Ballesteros se mostró muy cauto al abordar la conveniencia de una hipotética colaboración con Rusia para combatir la desinformación, defendida desde el Ministerio de Asuntos Exteriores. “No ha habido nada, al menos nada que afecte al Departamento de Seguridad Nacional”, zanjó.