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Iglesias aplaza hasta septiembre el acuerdo para investir a Sánchez

La Moncloa baraja el 9 o 23 de julio como la posible fecha para celebrar el primer intento de investidura

Desde la izquierda, Noelia Vera, Pablo Iglesias y Rafa Mayoral, dirigentes de Unidas Podemos, en el Congreso este miércoles.Foto: atlas | Vídeo: EFE / ATLAS

La situación política está bloqueada, pero al menos empieza a haber fechas para tratar de desencallarla. Pedro Sánchez anunciará el próximo martes a Meritxell Batet, presidenta del Congreso, el día elegido para la investidura. La Moncloa insiste en que la decisión no está tomada, pero todo apunta a que será el 9 o el 23 de julio. Pablo Iglesias dio por hecho este miércoles que ese primer intento será fallido y que, por tanto, la negociación se retomará en septiembre: “El acuerdo está más cerca de lo que parece, aunque haya que esperar dos meses y medio”. Iglesias reclama ministros; Sánchez le ofrece solo cargos intermedios.

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Sánchez elevó este miércoles la apuesta y anunció que el próximo martes le comunicará a Batet el día elegido; las fechas más probables son el 9 o el 23 de julio. Si se hiciera el 16, una posible repetición de eleccionnes caería en 3 de noviembre, en pleno puente de todos los santos. La respuesta de Podemos fue un jarro de agua fría: Iglesias da por hecho que la investidura de julio fracasará. “El acuerdo está más cerca de lo que parece, aunque haya que esperar dos meses y medio”, zanjó. Esos dos meses y medio retrasarían la segunda investidura hasta septiembre: si la votación de julio se tuerce, el contador se volverá a poner a cero y la negociación se retomará tras el verano. De nada habrán servido entonces las cuatro reuniones en las que Sánchez e Iglesias no han sido capaces de tener éxito en el noble arte de forjar un Gobierno de coalición.

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El deshielo en las negociaciones entre el PSOE y Podemos no termina de aparecer. La portavoz de Podemos, Irene Montero, calificó el anuncio de Sánchez de reunirse con la presidenta del Congreso como “mecanismo de presión”. “Nos apena que busque el apoyo de la derecha, que amenace con repetición electoral y quiera ir a una investidura fallida”, criticó. Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE, negó este miércoles que Sánchez le dijera a Iglesias que busca los votos de la derecha. “La izquierda sabe entenderse. Nos gustaría que Podemos nos aclarase si va a volver a votar en contra de una investidura de un presidente de izquierdas y de la mano del PP, de Cs y de Vox”, remarcó Lastra.

En el PSOE, aún así, confían en que Podemos o Cs acaben cediendo a la presión en algún momento. Los socialistas no descartan incluso una improbable abstención del PP. Y de momento no trasladan ninguna sensación de que el que pueda ceder en su negativa a aceptar ministros de Podemos sea Sánchez.

Pero tampoco Podemos piensa ceder: su líder cree que al final será Sánchez quien permita la entrada en el Gobierno de ministros de la formación morada. Iglesias sustenta su optimismo en que “el plan A del PSOE”, que Cs se abstenga en la investidura —en sus palabras “doblarle el brazo a Albert Rivera”—, no va a salir. Al fin y al cabo, los 42 escaños de la coalición de Iglesias son fundamentales para que Sánchez consiga la mayoría en su investidura.

El problema ya no es tanto la investidura, sino la mayoría que hay que construir para gobernar. Incluso en el caso de que Cs se abstuviera (de momento muy improbable por la posición de Rivera), no apoyaría los Presupuestos de Sánchez, algo que Podemos está dispuesto a hacer pero siempre que haya una alianza con el PSOE que pasa por pactar la estructura de un futuro Gobierno y no solo un pacto programático. “Cuando planteamos una negociación de Gobierno no nos fiamos jamás de las palabras de ninguno de los interlocutores, ni de lo que pongan en un papel por mucho que se firmen o de las comisiones de seguimiento. La única garantía es que en España haya un Gobierno de coalición”, resumió Iglesias.

Los pocos dirigentes socialistas que pueden presumir de conocer de cerca a Podemos advierten de que Iglesias “no va de farol” tampoco en esta ocasión. “No se trata de puestos o de ministerios, sino de alcanzar un acuerdo de izquierdas con las garantías suficientes de que el PSOE vaya a cumplirlo en lugar de acabar gobernando con el apoyo de la derecha”, se aferran en la dirección socialista.

¿Repetición de elecciones?

En el PSOE hay dirigentes que señalan las ventajas de la repetición de elecciones —las encuestas apuntan a que los socialistas mejorarían posiciones y Unidas Podemos (UP) empeoraría—, pero admiten que esa opción entraña riesgos e implicaría un fuerte desgaste para toda la política española; también para el Gobierno. “¿Cómo va a querer repetir elecciones alguien que las ha ganado y ha doblado al segundo?”, se preguntan retóricamente fuentes del Ejecutivo. En el escenario de una repetición de elecciones, incluso en el caso de que el PSOE mejorara sus resultados, sería complicado formar una mayoría en la izquierda: la ruptura con UP que implicaría una convocatoria electoral cambiaría las relaciones entre los dos partidos; Sánchez tendría que buscar a Cs.

Todas las decisiones tienen riesgos y, al tratarse de un pulso, todos los protagonistas juegan de farol. Lo único seguro es que la solución aparentemente más sencilla pasa por un acuerdo con UP que Sánchez no logra porque no acepta sus condiciones, o una abstención de Cs o PP que en este momento parece imposible.

El reloj empezará a correr el 9 o el 23 de julio. La Constitución es muy clara: si en dos meses desde la primera votación no hay un presidente investido, se convocan elecciones 54 días después. Pero en el caso de repetición de elecciones como este, tras una reforma de la LOREG de 2016, son solo 47 días, porque la campaña electoral se reduce a una semana. La investidura se convocará en un día que, en caso de que todo salga mal, como sucedió en 2016, permita celebrar las elecciones en domingo. Por tanto la primera votación tiene que ser en martes. Y ahí ya solo hay dos opciones viables. O se hace el martes 9 de julio —que llevaría las elecciones al domingo 27 de octubre— o el martes 23, que fijaría la cita con las urnas para el 10 de noviembre. Si se votara el martes 16 de julio, las elecciones serían el 3 de noviembre, en pleno puente, algo poco recomendable porque reduce la participación. La decisión se tomará este fin de semana.

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