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Una batalla local para liderar la derecha

El PP confía en su mayor implantación territorial y en rentabilizar la herencia de sus gestores en las Administraciones locales. Cs aspira a mantener el impulso de las generales

La sede del PP, en la noche electoral del 28-A.
La sede del PP, en la noche electoral del 28-A.Samuel Sánchez

Y ahora es el vecino el que elige quién lidera la derecha en España de cara a las elecciones locales del 26 de mayo. Aquel retruécano de Mariano Rajoy sobre la importancia de los parroquianos para escoger alcalde en la campaña de diciembre de 2015 es más verdad que nunca, especialmente para la derecha. Tras el primer asalto disputado entre PP, Ciudadanos y Vox en los comicios generales del 28-A, llega el segundo embate. Los populares confían en su corregida estrategia, su mayor implantación territorial y en rentabilizar la herencia de sus mejores gestores en las Administraciones locales. Los de Albert Rivera aspiran a mantener el impulso positivo de las generales. Y Vox quiere seguir creciendo a costa de ambos.

La entente de la derecha se acabó en cuanto se conocieron los resultados del pasado domingo. La estrategia de sumar para “echar a Pedro Sánchez” de La Moncloa había fracasado. El PP se enfrentaba esa noche al peor registro de su historia con una bajada de 137 a 66 diputados. Ciudadanos, con 57 escaños, convirtió su derrota —ni Sánchez se fue ni lideró el bloque de la derecha— en una victoria: con un PP hundido, los de Rivera creen que pueden acariciar, al fin, el liderazgo de la oposición.

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Pero 11 elecciones autonómicas y 8.131 municipales no son unas generales. Ya lo dejó dicho Rajoy aquel frío día de 2015 sobre un banco en Benavente: “Es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”.

Teodoro García Egea, secretario general y número dos del PP, rebate que esa disputa sobre quién encabeza la derecha sea real: “Somos los únicos que podemos articular una oposición y una alternativa a Pedro Sánchez en el Congreso, en el Senado, en las autonomías como se está viendo ya en Andalucía con el despido de Bernat Soria y en todos los Ayuntamientos de España, con una bajada de impuestos”.

“Parece que la batalla en el centroderecha puede favorecer a Ciudadanos, pero es verdad que esta segunda vuelta se da en el campo del PP, que tiene un electorado muy rural, de gente mayor”, explica el investigador de Metroscopia Juan Pablo Ferrándiz. “Si Ciudadanos no logra el sorpasso en lugares emblemáticos, habrá perdido las elecciones”, resume el politólogo de Agenda Pública Juan Rodríguez Teruel.

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El PP de Pablo Casado lo tiene claro. El 26-M, fecha de las autonómicas y municipales, no es solo una segunda vuelta del 28-A. Puede resultar el asalto definitivo para su proyecto, que comenzó sin complejos, derivó hacia la derecha por influencia de Vox y está aún perdido buscando el centro. Casado pide tiempo pero no tiene mucho. Apenas tres semanas. Ese es el margen que parecen haberle concedido los barones más relevantes del partido y los sectores críticos acallados por la urgencia de las urnas. Todos hablan y apelan ahora a la unidad, al menos hasta el 26-M por la noche. “Hay que aguantar y apoyar e intentar un buen resultado porque lo contrario sería un desastre”, resume una de las pocas voces con autoridad de la anterior etapa que aún está entre los elegidos del PP que repetirán en el Congreso.

El PP tendría a su favor ahora una baza única: es el partido que más alcaldías gana sin necesidad de pasar por las urnas. Es el único que presenta aspirantes en prácticamente toda España. En Galicia, por ejemplo, lo hará en los 313 Consistorios, frente a los 72 de Ciudadanos (59%) o los 13 de Vox.

Los estrategas del poderoso PP gallego calculan que unos 140.000 votos de Cs y 85.000 de Vox no se tradujeron en representación y, como casi todos los dirigentes populares, aseguran, sin ningún dato que lo pruebe, que esos electores están ya arrepentidos y deseando volver a la “casa común de la derecha”. Por eso apelan a que para la remontada deben reconstruir la unidad en torno a un PP “moderno, amplio, con diferentes sensibilidades y no de pensamiento único”.

El caso de la apabullante implantación del PP en Galicia se repite en algún otro territorio, como Castilla y León. Una región con 2.248 municipios, donde al PP solo le faltaron por cubrir 33 en Burgos y dos en Zamora. Cs llegará ahora a 554, frente a los 280 de 2015. En 60 pueblos segovianos y en 66 municipios de Valladolid, según informaciones del diario El Norte de Castilla, no hay que llegar al 26-M para saber quién va a gobernar. Los populares son en estos lugares los únicos capaces de presentarse.

El PP es el partido que más enraizado está en la geografía española, pero desde las últimas autonómicas de 2015, a las que Ciudadanos concurrió en medio de una expansión nacional a medio hacer, el partido de Rivera se ha hecho fuerte. “Ciudadanos ha implementado una organización social con una base humana y una militancia que se acerca mucho al tamaño del PP en algunas regiones”, comenta Rodríguez Teruel.

Cs presentará 2.148 candidaturas en toda España frente a las 860 de 2015, un crecimiento del 150%. Su secretario de Organización, Fran Hervías, atribuye esa mejora a un trabajo con “presencia activa en la España rural con carpas y acciones como cafés ciudadanos donde portavoces responden a inquietudes de vecinos que se interesan por el proyecto”.

Todos los escenarios están abiertos para la campaña electoral, que se verá influida por la resaca de las generales. Los partidos, con el PSOE a la cabeza, dejarán a un lado los movimientos clave para formar Gobierno hasta el 27 de mayo, porque cualquier conversación o gesto ahora podría mover votos. Las Cortes se constituirán cinco días antes de las elecciones (21 de mayo) y los partidos ya se verán obligados a alcanzar acuerdos para designar a los miembros de la Mesa o a mostrar sus cartas en la votación para elegir presidente del Congreso. Será un momento revelador.

Los pactos también pueden jugar distintos papeles en esta ocasión, pese a los anhelos del PP. El candidato de Ciudadanos a presidir la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, asegura que “fuera del Gobierno nacional existen todas las posibilidades”, abriendo la puerta a un posible acuerdo con el PSOE que pueda echar tras 32 años al PP de la Junta. Según los datos del 28-A, el PSOE ganaría ahí las elecciones, pero el bloque de la derecha podría sumar mayoría absoluta. “Nosotros creemos que es necesario un cambio, aunque queremos liderarlo nosotros”, dice el candidato sobre uno de los mayores feudos populares.

Pactos socialdemócratas

Igea es el único hasta ahora que se ha atrevido a apuntar a un posible pacto autonómico con el PSOE tras la campaña para las generales de Rivera, basada en el veto a Pedro Sánchez. Es el mismo que se opuso a la designación de Silvia Clemente —expopular elegida por el aparato de Cs— como candidata a la Junta y se enfrentó a ella en las primarias más escandalosas de la historia del partido. Ese acuerdo, sin embargo, se apoyaría en la directriz del partido de apostar por la regeneración promoviendo el cambio en zonas cautivas de las mismas siglas durante décadas. Sería hacer en Castilla y León con el PP lo que se hizo en Andalucía con el PSOE.

Un escenario más cómodo es el de Aragón. Allí Ciudadanos ya superó al PP en las generales (15 diputados frente a los 14 de los populares, que perdieron siete) y parte como favorito. Su secretario de Organización, Ramiro Domínguez, da otra muestra más de que el 26-M se juega otro partido distinto al del 28-A. Haciendo caso omiso a la directriz nacional de Ciudadanos, que en 2017 retiró toda referencia a la socialdemocracia de sus estatutos para redefinirse como liberal, Domínguez le habla a los habitantes de los 731 municipios de Aragón (700 con menos de 5.000 habitantes) sin complejos ideológicos: “Vox ha sido un voto de cabreo, pero nosotros somos un partido centrado, liberal que cree también en la socialdemocracia progresista para la educación, la sanidad y los servicios sociales, eso es sagrado”.

El riesgo del sorpasso en la batalla por Madrid

I. S./J. C., Madrid

Resulta una tentación inevitable extrapolar los resultados del 28-A a la próxima cita electoral. Hay que tener en cuenta que en los 8.131 comicios locales entran en juego partidos regionalistas y los electores votan diferente a un presidente del Gobierno que a uno autonómico o a un alcalde, pero escrutando esos datos, Ciudadanos podría liderar gobiernos por primera vez o alcanzar las alcaldías de grandes ciudades en aquellos lugares en los que ya ha logrado el sorpasso al PP —Comunidad de Madrid, Aragón, Zaragoza o Málaga— o en aquellos en los que le pisa los talones: Extremadura, Valencia o Madrid capital.

El sorpasso de Ciudadanos al PP podría darse en lugares emblemáticos como en la Comunidad de Madrid, donde los de Albert Rivera quedaron en las generales por delante por casi 200.000 votos, o en la capital, dónde el PP tan solo les sacó 20.000 papeletas. "Eso podría estar anticipando el fin del PP. Mariano Rajoy estaba muy mal evaluado por sus votantes. El cambio a Pablo Casado fue radical, que era lo que la gente pedía, y pese a eso la evaluación no ha sido buena. Es difícil pensar en un tercer recambio", apunta Juan Pablo Ferrándiz, de Metroscopia. El sociólogo sostiene que a los populares les ha abandonado el voto masculino, que se ha ido a Vox, y las clases urbanas, que se han marchado a Cs, por lo que se ha quedado con "un voto femenino, mayor y de ámbito rural". Y sostiene que la estrategia de Ciudadanos de vetar al PSOE ha podido ser exitosa porque resalta su objetivo de sustituir al PP.

En el PP de Madrid pierden votos por todos los flancos, pero les preocupa ahora más a corto plazo la sangría hacia Vox (235.000 papeletas) que hacia Cs. El aspirante en la capital, José Luis Martínez Almeida, se volcará en recuperar votantes de Santiago Abascal, esperanzado en que se hayan dado cuenta de que su cabreo ha sido inútil desde el punto de vista representativo.

Iván Espinosa de los Monteros, dirigente de Vox, refuta en comentarios a EL PAÍS que esa ola aparente a favor de su formación se haya detenido, espera aún más secuelas de ese castigo a la derecha asentada el 26-M y especialmente en Madrid, donde presume de que su candidata, Rocío Monasterio, su esposa, es mucho mejor cartel electoral que los aspirantes del Partido Popular (Isabel Díaz Ayuso) o de Ciudadanos (Ignacio Aguado).

En el PP temen, además, que Cs pueda querer entrar al juego del intercambio de instituciones con otros partidos para obtener la plaza de Madrid.

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