Así fue la peor noche del PP en 30 años
El 28-A demostró que el plan para replicar el pacto andaluz era un espejismo. El primer líder del partido elegido en primarias hace propósito de enmienda y trata ahora de regresar al centro
Domingo, 2 de diciembre de 2018. El PP no espera grandes resultados en Andalucía. De hecho, baraja una gestora para reemplazar al líder del partido en la comunidad, Juan Manuel Moreno, sorayista. El resultado es, como esperaban, malo —pierden casi la mitad de escaños respecto a 2015—, pero la irrupción de Vox (12), y la suma con Ciudadanos (21) permite a los populares arrebatar al PSOE el feudo que había defendido durante 36 años. En Génova cunde la euforia.
Domingo, 28 de abril. Pablo Casado quiere repetir el milagro andaluz. Dos días antes, ofrece a Vox y a Ciudadanos entrar en su Gobierno. En el partido no todos lo tienen tan claro. Esa tarde, algunos dirigentes creen que Santiago Abascal puede superar a Albert Rivera. Les preocupa la movilización de la izquierda, a la que creen haber contribuido. Otros señalan directamente un reparto imposible y la posibilidad de repetir elecciones. Pero el PP se estanca en 66 diputados. Casado sigue el escrutinio en la sede, acompañado de su esposa, el número dos y el número tres de la formación. Cuando el secretario general, Teodoro García Egea, comparece a las 20.30 y habla del escenario de “ingobernabilidad” suena a premio de consolación.
Un independiente sin carné se acerca más tarde a comentar el desastre con la prensa. Culpa a los votantes por dividir el voto. A medianoche, Casado comparece para admitir la derrota, la peor que recuerdan las siglas que tiene detrás; 18 personas le arropan sobre el pequeño escenario. La escena recuerda a 2009, cuando Mariano Rajoy se rodeó hasta de 34 cargos de la cúpula para decir que Gürtel era una “trama contra el PP, no del PP”. El partido tenía entones 154 diputados y ni en su peor pesadilla imaginaba lo que iba a venir. Pero en las primeras elecciones después de la sentencia de aquel caso que provocó la moción de censura que desalojó a Rajoy de La Moncloa, tocan suelo, y la razón ya no es Gürtel. En 10 meses, Casado ha dado la vuelta al partido como un calcetín. Entre esas dos fotos de familia unida ante las adversidades, la de 2009 (35 personas ante las cámaras) y la del pasado domingo (19), nadie repite. Y han resurgido debates que el partido había enterrado, escarmentado, como el del aborto. Es otro PP.
Se han ido Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, Fátima Báñez, Íñigo de la Serna, los hermanos Alberto y Álvaro Nadal, Íñigo Méndez de Vigo… Han vuelto José María Aznar, Javier Fernández-Lasquetty, Cayetana Álvarez de Toledo, Adolfo Suárez Illana. Han llegado la periodista Edurne Uriarte, el torero Miguel Abellán. Casado intentó que a lo que llamaba “el PP verdadero” volviera también María San Gil… Algunos veteranos aguantan mejor el chaparrón que los fichajes estrella. En Huelva, el candidato al Senado, Carmelo Romero, obtiene 15.800 votos más que el cabeza de lista al Congreso, Juan José Cortés. En Zamora, el excoordinador general Fernando Martínez Maillo se lleva el 33,37% de los votos (el doble que el PP nacional), y su sustituta en la lista al Congreso, Isabel Blanco, el 29,6%. Ni Abellán ni Lasquetty obtienen escaño por Madrid, patria política del líder, donde el PP pasa de ser la primera a la tercera fuerza política, por detrás del PSOE y de Ciudadanos.
Casado confiaba en que “la Messi del PP” hiciera frente a Vox y a Ciudadanos en Cataluña y le trajera votos también en el resto de España, pero como recuerda un dirigente retirado, el PP de Rajoy, al que acusaban de haber abandonado a los antiindependentistas, tenía seis diputados en la comunidad —la segunda más poblada de España— y el de Casado, uno. “Él no es así. No era así. Giró a la derecha en las primarias porque quienes votan siempre están algo a la derecha del partido. Lo que ocurrió después es que el PP lo han estado dirigiendo Federico Jiménez Losantos —en cuya emisora comete el presidente popular el error de ofrecer ministerios a Vox en el cierre de la campaña—, Aznar, Lasquetty, el aguirrismo… todos los que intentaron moverle la silla a Mariano Rajoy”, resume este veterano.
Al contrario de lo habitual, la noche electoral Casado no admite preguntas. En una comparecencia a medianoche de 10 minutos —incluyendo un largo aplauso de los militantes al principio y al final—felicita a Pedro Sánchez, al que ha llamado por teléfono. Dice que el resultado es “muy malo”, añade que llevan “varias elecciones perdiendo apoyo electoral” y responsabiliza a “la fragmentación del centro derecha”. En cuanto se retira, los operarios empiezan a desmontar el balcón al que nadie se ha asomado en toda la noche porque no había nada que celebrar ni con quien. Génova está desierta. El catering para el equipo ha quedado intacto y en el PP hay quien teme por su puesto de trabajo. Con los escaños, se van también las subvenciones públicas: 112.000 euros menos al mes.
Al día siguiente, Aznar comparte su diagnóstico a través de un comunicado de su fundación, FAES. El expresidente que se presentó en Génova tras la caída del PP de Rajoy a 123 diputados en 2015, habla ahora del “canibalismo” de la derecha y culpa del descalabro a la “ignorancia temeraria de las reglas del juego electorales”. En Génova no saben si comparecer o no. Finalmente, lo hace García Egea. La tesis es la misma: responsabiliza a la fragmentación del voto, es decir, a los votantes, y a Cs y Vox por “ir divididos a las urnas” —Casado llegó a pedir a Abascal que no se presentara en las circunscripciones pequeñas—. Desde el domingo, el sector crítico repite que desgraciadamente, se ha cumplido el escenario del que venían avisando desde la campaña andaluza: arrimarse a Vox es un error. El votante elegirá al original y no a la copia y perderemos el centro. Ciudadanos se ha quedado a solo 200.000 votos de distancia porque ha recogido el voto moderado de los populares. Y les ha pasado por encima en Madrid, Cataluña, Andalucía, Aragón y Baleares.
Perder el centro
El martes, Alberto Núñez Feijóo lanza un recado desde Galicia, que es también la Galia, la última mayoría absoluta que conservan las siglas. Recuerda que cuando han ganado ha sido cuando se han dirigido a muchos, incluido “el centro izquierda”, lo que es tanto como subrayar que el error de la campaña ha sido centrarse en Vox —ese votante al que Casado le decía, citando algunas de sus propuestas electorales, que ya no tenía motivos para no volver al PP—. Animados por el gurú gallego, otros barones hacen el mismo reproche. En el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) hay más de 20 intervenciones, lo nunca visto en un partido acostumbrado a escuchar y aplaudir. El diagnóstico es casi unánime: han perdido el centro por centrarse en recuperar al votante de Vox. Se pide sutilmente la cabeza de Javier Maroto, el jefe de campaña. Casado le sustituye por Cuca Gamarra e Isabel García Tejerina, aunque el vicesecretario de Organización sigue orgánicamente por encima. El PP cita a los medios a las 13.30, pensando que el CEN va a durar lo de siempre. Finalmente, el líder comparece pasadas las 15.00.
Casado llega a la rueda de prensa con el nuevo lema para la campaña del 26 de mayo: "Centrados en tu futuro". El PP vuelve a viajar al centro, aunque tiene poco tiempo para llegar antes de las elecciones. Llama por primera vez “extrema derecha” a Vox — algo que Rivera no ha hecho—, acusa a Abascal de vivir “de mamandurrias y chiringuitos” —los que le consiguió su madrina política, Esperanza Aguirre— y corrige su primera justificación de los resultados: “El votante, como el cliente, siempre tiene la razón”.
El presidente popular con más legitimidad de la historia del partido, al ser el primero elegido en primarias, afronta el momento más delicado de las siglas. Sus fieles piden tiempo para él, como el que tuvieron sus antecesores, que ganaron “a la tercera” o el propio Rivera, que acaba de presentarse a sus cuartas elecciones. Los críticos comparten que en tiempos de tribulación, mejor no hacer mudanza, pero quieren ver esos cambios anunciados por Casado, y lamentan la descapitalización del partido. Apenas quedan exministros, especialmente del área económica, una de las bazas que exhibía el PP para diferenciarse del partido que ahora le pisa los talones. En todo caso, buena parte del éxito o del fracaso de Casado en las próximas elecciones puede depender de su posibilidad de sumar o no con ese partido al que ahora llaman “extrema derecha” o al que el domingo acusaron de “hipócrita”. Hay menos recursos para la campaña. Y la moral ha caído de forma directamente proporcional al desplome de escaños.
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