Los barones cierran filas con Sánchez ante la doble cita electoral del PSOE
El presidente del Gobierno encarará el 28 de abril sus terceras elecciones generales con el partido unido a diferencia de 2015 y 2016
El 28 de abril Pedro Sánchez encarará sus terceras elecciones generales con el PSOE unido. Será la primera vez que lo haga tras los recelos que ya despertaba entre los barones en su estreno en las de diciembre de 2015 y la tensión interna que, tres meses después de las de junio de 2016, provocó su renuncia como secretario general. La proximidad de las autonómicas y municipales del 26 de mayo, en las que los líderes territoriales se jugarán su poder institucional, es clave para el cierre de filas. Otra es la reactivación de las bases por el adelanto electoral y Vox.
“La mejor encuesta que los presidentes autonómicos y el resto de candidatos regionales y municipales van a tener de sus elecciones será la del 28 de abril”. La percepción en la dirección del PSOE es que la implicación de todas las federaciones del partido en las elecciones generales será absoluta. Las fechas de la doble cita electoral de abril y mayo hacen que, por primera vez desde que Sánchez es secretario general, haya un interés global y un incentivo generalizado para volcarse en la campaña más incierta en décadas.
Los mensajes de unidad han sido la tónica que ha marcado los actos del partido en el Gobierno en el fin de semana posterior a que Sánchez anunciase que en solo diez semanas habría elecciones generales. Desde ese instante, el PSOE ha reaccionado como un bloque. En todos sus niveles orgánicos, con continuos mensajes de unidad. Desde los presidentes autonómicos a los alcaldes de los pueblos más humildes.
“¡Contra nosotros unidos no puede nadie ni nada!”, clamó ayer Guillermo Fernández Vara. “Pedro, aquí está tu otra familia. Cuando te insultan a ti nos insultan a todos. No tengas la mínima duda de que nos tienes contigo”. Las palabras del presidente de Extremadura, el único en la ejecutiva federal, fueron en la misma línea a las que la víspera profesó Susana Díaz. “Nos vamos a batir el cobre. Vamos a salir con ganas y unidos”, dijo la expresidenta de la Junta. “Quiero que sepa todo el mundo que estamos juntos y unidos”, le dedicó Sánchez pese a las diferencias que les llevaron a competir por el liderazgo del PSOE.
El recelo entre ambos, y de Sánchez con alguno de los principales presidentes autonómicos, viene de antes de las primarias. Tras la campaña de diciembre de 2015, en la que los socialistas perdieron 20 escaños y firmaron su peor resultado, los barones impusieron en el comité federal de finales de ese año como condición “innegociable” que ni siquiera se abriera una ronda de contactos con Podemos si mantenía su defensa de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Sánchez cerró un pacto con Ciudadanos insuficiente para ser investido.
La tensión acumulada entre Sánchez y los líderes territoriales se aparcó momentáneamente en las generales de junio de 2016. El PSOE evitó el sorpasso con Unidos Podemos y mantuvo la hegemonía en la izquierda, pero tras batir, por segunda vez en seis meses, su peor registro con 84 diputados. Con el partido abiertamente enfrentado llegaron las elecciones en Galicia y País Vasco. Los votantes penalizaron al PSOE y días después Sánchez dimitió en el comité federal del 1 de octubre.
Temor a la abstención
Al contrario que entonces, el PSOE afronta la cita del 28 de abril en un clima de unidad en todos sus estamentos. La respuesta de las bases también está siendo álgida, como demuestra el multitudinario acto de Sánchez con Fernández Vara ayer en Mérida. Más de 2.000 militantes y simpatizantes se congregaron en el mitin y otras mil se quedaron fuera, desbordando las previsiones de la organización. “Se palpa que tenemos ganas de votar el 28 de abril. A aquellos que defienden la nostalgia por una España de hace 40 años en la plaza de Colón tenemos que situarlos en la oposición”, afirmó Sánchez en una intervención improvisada entre la muchedumbre que no podía acceder.
A más de dos meses para las elecciones, el PSOE tiene clara la estrategia. El rechazo de PP, Ciudadanos y los independentistas catalanes a los Presupuestos y la concentración de la plaza madrileña de Colón que dejó la instantánea de Pablo Casado y Albert Rivera con Santiago Abascal, líder de Vox, serán dos de los alicientes para enchufar a su electorado. “Si no hay movilización, la abstención puede dar el triunfo al extremismo”, advirtió Sánchez, que apeló al voto de izquierdas y moderado.
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