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Sánchez se acerca al grupo de países más duro con Venezuela

El presidente español y mexicano muestran sus diferencias sobre Venezuela pero Sánchez pide ahora "diálogo entre las dos partes" tras llamar tirano a Maduro

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante un encuentro con su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante un encuentro con su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador. M. Velasquez (Getty)
Carlos E. Cué

Empezó con un perfil muy bajo. La semana pasada, mientras varios líderes internacionales, incluso algunos europeos como Emmanuel Macron, ya habían opinado sobre la crisis venezolana, él se mantenía en silencio entre críticas de la oposición por su pasividad. Pero Pedro Sánchez ha dado un giro completo y ha convertido ahora la crisis venezolana en un gran escaparate para tratar de recuperar el papel de liderazgo internacional que, según el Gobierno, España puede tener por su importancia como puente entre Latinoamérica y Europa pero había perdido en los últimos años.

“En esta crisis nos jugamos nuestro papel en el mundo”, señalan fuentes del Gobierno durante un viaje a República Dominicana y México dominado la crisis venezolana y la posición de España, que se endurece cada día. Sánchez ha decidido incluso acercarse al Grupo de Lima, formado por los grandes países latinoamericanos en manos de Gobiernos de derecha que se unieron hace dos años para presionar al régimen de Nicolás Maduro. Es un paso que no dio nunca Mariano Rajoy, que no quiso saber nada de este grupo en el que están Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Chile y estaba México, cuyo nuevo presidente, el progresista Andrés Manuel López Obrador, ha sacado a este país de las decisiones del grupo. También está la Canadá de Justin Trudeau, que fue precisamente quien  pidió a Sánchez que se sumara a la próxima reunión en este país norteamericano. Mientras México se aleja de este grupo, España se acerca, aunque como observador.

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Este miércoles hablaron la ministra de Exteriores canadiense y Josep Borrell para rematar que la asistencia de España a la reunión en Canadá como observadora, no como miembro del Grupo de Lima, otra forma de tener un papel diferenciado. A la cita no asistirá Borrell, sino seguramente el embajador, una forma de mostrar que España no está en el grupo aunque ahora se haya producido un acercamiento.

Sánchez ya ha dado el salto al calificar de “tirano” a Maduro y reunirse en Santo Domingo con representantes de la oposición venezolana, pero no quiere sumarse a la demanda contra el líder bolivariano en La Haya porque cree que eso solo servirá para que este se niegue en redondo a abandonar el poder por miedo a un juicio. “Esa es la mejor manera de atornillarle a la silla”, señalan fuentes gubernamentales.

Sin embargo, en México Sánchez suavizó el tono después de verse con López Obrador, el presidente mexicano, que está en una posición muy diferente a la española. Sin apoyar expresamente a Maduro, el líder mexicano se niega en redondo a reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado. En la rueda de prensa conjunta, López Obrador pidió en varias ocasiones la apertura de un diálogo entre las dos partes y se ofreció como mediador. Cuando le tocó hablar al presidente español, recogió ese guante y le dio así indirectamente una legitimidad a Maduro que hasta ahora le había quitado hasta el punto de llamarle tirano. "Queremos propiciar la creación de un grupo de contacto no solo de países europeos sino también de países latinoamericanos que pueda propiciar un diálogo entre las dos partes para que se puedan celebrar elecciones justas y transparentes para que el pueblo venezolano pueda encontrar una salida a esta crisis", sentenció Sánchez en la rueda de prensa.

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Sin embargo, no parece tan claro que ese grupo de contacto, que surgirá de una reunión el jueves habrá en Bucarest, apueste por este "diálogo entre las dos partes" que implica un reconocimiento del régimen de Maduro. Muchos países temen que este diálogo pueda ser utilizado como una trampa por Maduro para ganar tiempo y perpetuarse en el poder. Por eso habrá que ver qué evolución tienen esas palabras de Sánchez, ya que el endurecimiento de la posición española es evidente en los hechos, y su acercamiento al Grupo de Lima es mucho más que un símbolo. Pero sobre todo Sánchez mantiene firme su decisión de reconocer a Guaidó.

Oficialmente, Sánchez no tiene ningún contacto con el régimen venezolano pero le llegan informaciones de que Maduro está “muy nervioso y muy aislado”. El Gobierno está convencido de que el mandatario venezolano va a caer, aunque no sabe cuándo ni cómo, y trabaja ahora para lograr que sea de la mejor manera posible y después de un inédito trabajo conjunto de presión entre los principales países latinoamericanos y los europeos.

El Ejecutivo de Sánchez trabaja ahora para que el reconocimiento de Juan Guaidó, que se producirá el lunes, tenga algún efecto real. Y sobre todo para buscar un perfil propio entre las líneas más duras de los dos lados: la de EE UU, que solo apuesta por Guaidó sin matices, y la de Rusia, que defiende a Maduro a toda costa.

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