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Algar, el pueblo más mexicano de España

La localidad gaditana rememora sus raíces de Ultramar con la celebración del Día de los Muertos

Jesús A. Cañas
Calle principal de Algar, durante la celebración.
Calle principal de Algar, durante la celebración.Fundación Provincial de Cultura de la Diputación de Cádiz

Algar se debate entre llorar a sus muertos o celebrarlos con una fiesta. Entre encalar y arreglar sus tumbas o montar un colorido altar festoneado de calaveras Catrinas y regado de botellas de mezcal. Porque este pequeño pueblo gaditano de apenas 1.400 habitantes, ritmo tranquilo y tradiciones andaluzas arraigadas decidió celebrar este viernes la festividad católica de los Difuntos a la manera del Día de los Muertos mexicanos.

No ha faltado el mezcal, tampoco las degustaciones de nopales o mole. Ni siquiera la música de los mariachis que han acrecentado, aún más si cabe, la curiosidad de los vecinos que a lo largo del día se han acercado a la calle Real, la principal del pueblo. Niños, jóvenes y mayores se han arremolinado en torno al altar decorado con calaveras, flores, velas y alimentos. Querían saber más sobre la forma mexicana de rememorar a los difuntos, aunque tenían claro por qué ha sido su pueblo y no otro el que ha abrazado esta tradición foránea.

“Este es el pueblo más mexicano de España”, reconoce Gabriela Alejo, presidenta de la Asociación Mexicanos en Andalucía Olín, y este viernes presente en Algar. A su entidad ha recurrido la Fundación Provincial de Cultura de la Diputación de Cádiz cuando, en colaboración del Ayuntamiento del pueblo, ha querido materializar su idea: rememorar el mexicano Día de los Muertos justo en un pueblo que, en su fundación, estuvo vinculado con esta tierra de Ultramar.

En el origen de la localidad, enclavada en plena Sierra de Cádiz, se entrevera la historia y la leyenda, pero en ambas facetas México está presente. La Villa de Santa María de Guadalupe de Algar fue fundada el 13 de octubre de 1773 con el permiso del rey Carlos III. Sin embargo, el empecinamiento de crear el nuevo pueblo fue de Domingo López de Carvajal, marqués de Atalaya Bermeja, gallego de nacimiento y residente en El Puerto de Santa María.

López de Carvajal fue uno de esos comerciantes con las Indias que hizo suerte y fortuna transportando mercancías de uno a otro lado del Atlántico. “Se hizo rico explotando una mina de plata en México”, recuerda Pilar Vázquez, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Algar. Hubiese sido uno de tantos que, en esos años, colmaron a Cádiz de prosperidad si no hubiese sido porque él se empeñó en fundar un pueblo en honor a la gran devoción de México. La leyenda dice que en, uno de sus viajes, le sorprendió una gran tempestad y él prometió a la Virgen de Guadalupe el patronazgo de una nueva villa si se salvaba.

Tres niños observan el altar.
Tres niños observan el altar.Fundación Provincial de Cultura de la Diputación de Cádiz

Fuese realidad o no esa motivación para la creación de Algar, lo cierto es que el comerciante materializó la compra de las tierras para la nueva localidad, le dio el nombre de esta advocación y promovió su patronazgo. Hoy en día, el pueblo conserva la imagen de esta virgen en su bandera y en el altar mayor de su parroquia rinde culto a una imagen morena que “tiene origen mexicano”, como recuerda Álvarez.

Ese fue el hilo del que la Fundación Provincial y el Ayuntamiento decidieron tirar para celebrar el Día de los Muertos en Algar. “Queríamos que ese pasado se mantuviese y se fomentase. pese a que es un pueblo muy tradicional en sus costumbres”, detalla Elena Heredia, coordinadora del Plan General de Patrimonio Inmaterial de la Fundación. De paso, también han conseguido contraponer dos formas de afrontar el recuerdo a los fallecidos: la que pervive aún en pueblos como Algar y la que se festeja en México, popularizada en los últimos años mundialmente.

“Son dos realidades contrapuestas totalmente. Nuestra fiesta es mucho más recogida y la suya es color, música y celebración”, reconoce Salvador Puerto, diputado de Cultura. Y ese fuerte contraste es el que decenas de vecinos este viernes han podido descubrir gracias a una agenda de actividades que arrancó pasadas las once de la mañana con la presentación y las ofrendas del altar que Olín ha montado en la calle principal de la localidad.

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Lo de este viernes era el broche final a una agenda que arrancó el pasado lunes con talleres de calaveras Catrinas para niños y otro de genealogía, para invitar a los vecinos a descubrir sus raíces. “Poco a poco estamos introduciendo este festejo en el pueblo, pese a que es pequeño y hay muchas personas mayores”, reconoce Álvarez. Precisamente a estas últimas, más ligadas a la tradición andaluza de los Difuntos se les “está planteando como un recuerdo a los antepasados y lo entienden como algo bonito”, añade la edil.

Álvarez tiene claro que, pese al contraste de ambas celebraciones, tienen diversos paralelismos: “Quizás aquí hemos perdido muchas tradiciones. Pero yo recuerdo cómo mi madre ponía velas y flores a los muertos en casa. Era una noche de recuerdos y la celebración mexicana me recuerda a cómo hacíamos las cosas antes”. Y no parece faltarle razón. “Lo mexicano es el resultado del sincretismo entre lo católico que llegó y lo prehispánico. Quizás haya quien pueda pensar que no nos lo tomamos en serio, pero lo que hacemos es recordar que la muerte forma parte de la vida”, reconoce Alejo.

La presidenta de Olín, residente en la provincia desde hace 14 años, aún recuerda la honda impresión que le produjo descubrir los nexos de Algar con su tierra nativa. “Fue el día de la patrona y fuimos a la iglesia. Fue muy bonito porque no hay otro pueblo en España que venere a una Virgen de Guadalupe tan similar a la nuestra”, explica Alejo. Esa emoción compartida es justo la que en Algar pretenden mantener viva con una celebración del Día de los Muertos, que esperan poder repetir en años sucesivos. “Tan solo esperamos que el pueblo mexicano en España sepa que aquí, en Algar, hay un rinconcito de su tierra”, remacha Álvarez con orgullo.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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