Teodoro García Egea: el brazo ‘derecho’ de Pablo Casado
Trabajó la victoria del líder del PP y se perfila como la cara más agresiva y populista de los populares
Pablo Casado se desdobla en dos almas. La cosmopolita y moderna que representa Javier Maroto. Y la populista y hooligan que representa Teodoro García Egea (Cieza, 1985), no solo secretario general del PP con apenas 33 años, sino prolongación de la idiosincrasia del líder popular en una suerte de repercusión mimética: visten igual —traje azul, corbata verde—, exponen la sonrisa de porcelana a los contratiempos, encajan los golpes con cintura y recrean un modelo de efebocracia y de obstinación que les ha conducido hasta la sala de mandos de Génova, 13.
Fue Pablo Casado quien llevó a su terreno la pugna fratricida de Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, pero no se explicaría su victoria en las primarias de julio si no hubiera mediado el trabajo exhaustivo y silencioso de García Egea. Que tiene nombre compuesto de árbitro. Y que, puestos a arbitrar, movilizó a los militantes del PP y a los compromisarios con pocos medios, muchos voluntarios y un eslogan digno de la retórica de autoayuda de Paulo Coelho: “Lo conseguiremos, porque es imposible”.
Y lo parecía, en efecto. Tanto que los soyaristas y cospedalistas no terminan de asimilar tres meses después de la derrota la evolución de García Egea en la bancada del hemiciclo parlamentario. Entró por la puerta de la sustitución en 2012, consolidó la plaza en las elecciones generales de 2015 —cabeza de lista por Murcia— y ahora se sienta casi a la derecha de Pablo Casado. Un agradecimiento explícito y orgánico al que Teo, como se le conoce, responde con beligerancia dialéctica y vehemencia en defensa de su líder: García Egea es más casadista que Casado.
Responde con beligerancia dialéctica y vehemencia en defensa de su líder: es más casadista que Casado
Sostuvo, por ejemplo, que Pedro Sánchez aspiraba a aprobar los Presupuestos con el voto de los terroristas. Y dijo que el Gobierno de Susana Díaz debería dedicar más dinero a la educación que a los prostíbulos. Corresponden sendas boutades más al repertorio de un tertuliano ultra que a la prudencia de un parlamentario, pero García Egea, abnegado polemista en los platós de más y de menos audiencia, disfruta de su capacidad escandalizadora, muchas veces al precio de exponerse él mismo a situaciones de embarazo que deterioran su reputación.
Sucedió el lunes en la entrevista que concedió a Carlos Alsina en Onda Cero. Y no sólo cuando dijo que no era autoritario, tal como se le reprocha, sino murciano; también cuando se demostró incapaz de definir qué era o en qué consistía un partido de extrema derecha. Probablemente el lapsus trataba de desvincular a Vox de la etiqueta, entre otras razones porque ya había declarado Pablo Casado que él mismo compartía valores con la formación política de Santiago Abascal. Desde la patria y los pormenores confesionales —las posiciones respecto al aborto, la eutanasia, la familia— hasta los mensajes más populistas en materia de seguridad, inmigración e identidad.
Siendo tan joven, le viene de antiguo a Teodoro García su perfil militante. Ya era concejal por el municipio de Cieza con 22 años, aunque hubo entre sus años de ejercicio municipal (2007-2009) un episodio biográfico que acostumbra a utilizarse para ridiculizar al precoz líder popular, o sea, la victoria en el campeonato mundial de lanzamiento de hueso de oliva. Específicamente en la modalidad de aceituna mollar o chafá, que es la más típica de la localidad de Cieza.
Simplificando las cosas, la disciplina consiste en escupir el hueso hacia la mayor distancia posible. Alcanzó Teodoro García una marca de 16,84 metros, lejos de la plusmarca mundial (21,32 metros), pero cerca de una caricaturización a la que el secretario general del PP opone otras cualificaciones no tan habituales entre sus colegas y adversarios. Es ingeniero industrial y de telecomunicaciones, cursó un máster verdadero de marketing político en la Universidad George Washington, practica el yudo —verbal y físico—, monta en bici de montaña, se ha ejercitado como corredor, ha adquirido una formación musical que le permite desdoblarse con la percusión, el clarinete y el piano. De hecho, fue el diputado murciano quien hace cuestión de tres años sorprendió a los diputados, y a los transeúntes, con un teclado eléctrico al abrigo de los leones para convocar el repertorio de Mozart, Beethoven y Chopin.
Era difícil sospechar entonces que Teodoro García Egea, extrapolación pimentonera del Tea Party, tendría en verano de 2018 las riendas del Partido Popular, con los galones de secretario general. Sustituía a María Dolores de Cospedal en el puesto, pero sus detractores en la propia sede de Génova le reprochan haberse desentendido de las tareas organizativas y de coordinación, más o menos como si antepusiera las apariciones mediáticas al trabajo ingrato y administrativo que antaño había desempeñado Martínez Maíllo, el verdadero fajador del PP en la sombra, hasta que Pablo Casado escogió su propio equipo remarcando la pureza del relevo generacional, y sobrentendiendo que los nuevos cachorros disipaban la era de la corrupción.
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