La Bahía de Cádiz respira aliviada
Los trabajadores de Navantia rechazan que se vinculen sus puestos de trabajo con el debate internacional sobre la venta de armas
Ayer no fue un día normal en los astilleros de Navantia en San Fernando. Sus casi 1.000 trabajadores entraron en el arsenal de La Carraca pendientes de si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confirmaba en el Congreso no suspender la venta de armas a Arabia Saudí y, así, mantener el contrato de 1.800 millones de euros con la empresa para la fabricación de cinco corbetas que creará 6.000 puestos de trabajo. Al mismo tiempo que Sánchez comenzaba su alocución, entraba por las puertas del complejo la comitiva de altos cargos de la Armada saudí, encabezada por su jefe del Estado Mayor para comprobar el desarrollo del acuerdo de los buques. Una rara coincidencia.
La plantilla de Navantia y con ella toda la Bahía de Cádiz respiró aliviada cuando escuchó a Sánchez garantizar que la venta de armas seguía en pie. Ese sosiego se percibía en sus caras, cuando poco antes de las tres de la tarde salían de trabajar. “Se ha confirmado un contrato que nos dará trabajo para unos cinco años, y yo lo mismo ya no veré el final, pero esto va a dar estabilidad no solo a los compañeros de los astilleros, sino a los de pequeñas empresas y talleres que dependen de esto”, contaba emocionado José María, que cumple el mes que viene 60 años y ve cercana la jubilación. En sus 44 años en la compañía ha sido testigo de los diferentes baches por los que ha atravesado, pero en esta ocasión siente pena de que se haya vinculado la venta de armas y los efectos que eso conlleva con los puestos de trabajo. “Hay mucha demagogia. Si nosotros no hacemos las corbetas, las harán otros países de la Unión Europa. Nadie se había fijado en nosotros, pero ahora todos son más papistas que el Papa”.
El malestar de José María, compartido por el resto de compañeros, era el contrapunto agridulce al consuelo de saber que su futuro laboral, por el momento, está asegurado. “Nosotros solo queremos trabajar”, explica Rafa Valverde, de 51 años y que entró en la empresa en 1991, con la última oleada de contratos fijos.
“Hemos estado viviendo unos días malos, porque en este astillero es raro tener una petición y un empleo estable. Bastante jodido es que entre un encargo para que encima nos quieran manchar las manos de sangre. Nosotros claro que estamos a favor de los derechos humanos, pero no se puede justificar estar en el paro con la defensa de los derechos humanos”, sostiene.
En los últimos años a Navantia solo había llegado el encargo para la fabricación de un buque de Acción Marítima (BAM) para el Gobierno de España y el acuerdo con Arabia Saudí fue recibido con entusiasmo por sus trabajadores y por los de las empresas auxiliares —alrededor de 200, según fuentes sindicales—. Mari Carmen trabaja en una de ellas. Sale de los astilleros contenta porque se han salvaguardado los contratos. “Moralmente creo que no deberían venderse armas, ni buques de guerra, pero es que aquí no entra otra cosa. Al final la gente tiene que comer y el pragmatismo se impone”, sostiene.
El cambio de modelo productivo es otra reivindicación que comparten muchos en Navantia. Pero reconocen que cuando han fabricado otros encargos, como el sistema Bosque para la detección de incendios o barcos de aluminio, no se han extendido los contratos. “No hay una apuesta firme por diversificar los esfuerzos”, dice Manuel Aranda, secretario general del comité de empresa de Navantia. ¿Por qué no emplean la misma presión que utilizan con las Administraciones para garantizar sus puestos de trabajo y lograr ese cambio? “Tenemos fuerza a la hora de pedir trabajo, porque al ser una empresa pública, podemos forzar al Gobierno en la medida de lo posible, pero en cuanto al tipo de trabajo, eso depende de la SEPI”, explica.
El alivio en Navantia se contagió a la ciudad de San Fernando. La empresa da empleo a unas 12.000 personas en toda la Bahía de Cádiz y lo que pasa entre sus muros, afecta a toda la zona. “El Gobierno debería cuidar más los astilleros. Los contratos se van a China por la mano de obra barata”, dice Manuel Pérez, jubilado de Navantia. José Manuel, estudiante de Derecho, tiene sentimientos encontrados: “Moralmente todos sabemos qué se va a hacer con las armas y los buques, pero viviendo aquí la cosa se ve diferente, conozco a mucha gente a la que este contrato le va a salvar el año”.
A las 14.43 suena la sirena en los muelles. Junto a la puerta de salida se puede leer en letras claras: “Buques para Navantia, es trabajo y riqueza para toda la Bahía. ¡Exígelo!”. Un lema que el contrato con Arabia Saudí, de momento, permite que se cumpla.
Los saudíes, satisfechos
La delegación de siete altos cargos de la Armada saudí, encabezada por el Jefe del Estado Mayor, entró en la sede de Navantia a las nueve de la mañana. Cuatro horas más tarde salían escoltados por un furgón de la Policía Nacional. Según los responsables del comité de empresa, sus integrantes se fueron con una sensación grata. Allí se les hizo una presentación de todo el proceso constructivo en lo que, los representantes sindicales consideran la culminación de un “proceso largo y desesperante”. “Comenzaremos los trabajos el 9 de enero, como estaba previsto”, ha confirmado Jesús Peralta, el presidente del comité de empresa.
Los saudíes estaban al tanto del clima de inquietud que reinaba entre los trabajadores por el futuro del contrato de las cinco corbetas. “Durante estos tres años han estado pendientes de todo lo que se publicaba en los medios de comunicación. Conocen quién se ha posicionado a favor y quien en contra”, ha explicado Peralta. Desde el astillero han declinado hacer cualquier comentario o valoración de la visita de la delegación de Arabia Saudí.
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