Aznar niega que el PP sea corrupto y se enfrenta con todos en el Congreso
La oposición aprovecha una comparecencia del expresidente en la que se desmarca de Correa, de los sobresueldos y de la financiación ilegal para cuestionar todo su mandato
José María Aznar aseguró este martes que el PP no tenía una caja b —a pesar de que así lo consideró acreditado el tribunal que juzgó la causa principal de Gürtel— y que no conocía al cabecilla de Gürtel, Francisco Correa —invitado a la boda de su hija—. Durante su comparecencia en la comisión del Congreso sobre financiación ilegal del PP, el expresidente cuestionó la sentencia que condenó al partido como beneficiario de un “sistema de corrupción institucional”. La tensión subió con Pablo Iglesias: “Usted es un peligro para la democracia”, le dijo Aznar.
Apenas tres meses después de que la sentencia del juicio principal de Gürtel propiciara la moción de censura que acabó con la carrera política de Mariano Rajoy, José María Aznar acudió este martes al Congreso para comparecer en la comisión de investigación por la financiación ilegal del PP, el partido que él presidió durante 14 años. Los apuntes de los papeles de Luis Bárcenas, extesorero de la formación, arrancan en 1990, cuando Aznar se pone al frente de las siglas. El caso Gürtel estalló en 2009, cinco años después de que abandonara la presidencia del partido.
El expresidente aseguró durante el interrogatorio, de más de cuatro horas, que los apuntes de Bárcenas “carecen de fundamento”, pero varios de los beneficiados por aquellos pagos —que nunca fueron incluidos en la contabilidad oficial del partido enviada al Tribunal de Cuentas— los han reconocido, como Pío García-Escudero, presidente del Senado.
El expresidente no hizo autocrítica alguna, aseguró que los políticos hoy tienen “presunción de culpabilidad” y respondió a las preguntas en tono “chulesco”, según lamentaron luego el PSOE y Ciudadanos. El socialista Rafael Simancas aseguró que la sociedad estaba “abochornada” por la corrupción del PP y reclamó a Aznar que pidiese perdón “por sus fechorías”. “Es un poco exagerado decir que el PP es un partido corrupto”, le replicó el expresidente. “Yo estoy muy orgulloso de los servicios prestados. No tengo que pedir perdón por nada”. Además se jactó de que él —al contrario que Rajoy— no había sido citado a declarar ante el tribunal.
El expresidente sustentó su estrategia en deslegitimar la sentencia de más de 1.600 folios que condena a los cabecillas de la trama Gürtel y al PP como beneficiario de un “sistema de corrupción institucional”. Está “recurrida” y solo afecta a dos Ayuntamientos madrileños (Pozuelo y Majadahonda) por un importe total de unos 200.000 euros, repitió durante todo el interrogatorio.
Aznar negó también haber conocido o contratado a Francisco Correa, cabecilla de la trama Gürtel, condenado a 51 años de cárcel en la misma sentencia e invitado en la boda de su hija, cuyo enlace acaparó buena parte de las intervenciones de la comisión. “En esa boda había más delincuentes por metro cuadrado que en una película de Coppola. ¿Hasta dónde cree que llega la ingenuidad de los españoles?”, le preguntó Simancas. “¿Cómo explica que los únicos que no terminaran imputados en esa boda fueran los camareros?”, se jactó Gabriel Rufián (ERC).
El exlíder del PP negó también haber recibido sobresueldos, como denunció este diario en 2013. Lo hizo al menos en tres ocasiones después de haber sido elegido presidente del Gobierno, algo que prohibía la ley de incompatibilidades de altos cargos. Aznar denunció a EL PAÍS, pero el juez desestimó la demanda al entender que dichos pagos “encajan en la idea de sobresueldo”.
La tensión subió cuando llegó el turno de preguntas de Rufián y se desbocó con Pablo Iglesias (Podemos). El diputado de ERC recriminó a Aznar la participación de España en la guerra de Irak y mostrando una camiseta del cámara de Telecinco José Couso, muerto por un misil estadounidense, preguntó al expresidente: “¿Tiene usted vergüenza?”. Aznar le recriminó su “histrionismo” y le acusó de formar parte de “un partido golpista que quiere destruir el orden constitucional” y que tiene a sus máximos dirigentes en prisión. Posteriormente le aclaró que él dormía “perfectamente”.
Pablo Iglesias sacó de quicio a Aznar al recordarle, casi al inicio de cada una de sus preguntas, que tenía “la obligación de decir la verdad”. “Es usted un peligro para la democracia y lo demuestra todos los días”, replicó el expresidente, molesto, en un comentario que le valió un reproche del presidente de la comisión, Pedro Quevedo. El líder de Podemos tachó su intervención de “patética” y prometió trabajar para que los españoles no tuvieran que “avergonzarse” de un mandatario asi. “Es usted el mayor responsable de la corrupción del PP”, concluyó. “Sabía que iba a decir usted eso. Se ha quedado a gusto, esponjado. Pero me da exactamente igual de lo que usted se avergüence. Su populismo no me interesa”, respondió Aznar.
Cuando, en la comisión de investigación sobre la financiación ilegal del PP le llegó el turno al portavoz popular, Eloy Suárez trató de desviar el asunto, lo que le valió una nueva reprimenda de Quevedo. “El objetivo aquí es atacar al PP, correr más que los jueces”, dijo. La sentencia de Gürtel es del pasado mayo.
Estrategia del ventilador, los ERE y Maduro
Ante las primeras acusaciones que recibió en la comisión de financiación ilegal del PP, José María Aznar enseñó cuál iba a ser su estrategia de defensa: el ventilador. Al PSOE le reprochó en varios momentos el caso de los ERE de Andalucía, con 320 cargos afectados y una cuantía de 855 millones de euros, la condonación de 50 millones de euros en los bancos y hasta Filesa.
El expresidente se fue sintiendo cada vez más a gusto en su olvidada faceta parlamentaria (estuvo 20 años de diputado en el Congreso) y no desperdició la ocasión para derivar el debate hacia revanchas pendientes. En uno de esos pasajes se entretuvo en hacer chanzas sobre que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llame “proyectiles de alta precisión” a las bombas vendidas a Arabia Saudí y que provocaron la desautorización de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y también se detuvo en mofarse de su debilidad parlamentaria con tan solo 84 diputados.
Aznar relató que durante sus mandatos en La Moncloa (presumió de haber sido el primero en terminar los dos) nombró 71 cargos ministeriales y solo ha visto a uno condenado con sentencia firme y por una actuación posterior. Y se agarró, en lo demás, a la presunción de inocencia. También pidió solidaridad ante la situación de su exministro Eduardo Zaplana, en la cárcel, que ha pedido su libertad condicional por padecer leucemia.
Gabriel Rufián, de ERC, afeó a Aznar defender a un partido que no condena el golpe de 1936 y lo etiquetó como “el padrino del cartel” de Gürtel. Aznar se remontó al golpe de 1934 y a que un exconsejero catalán de ERC fue condenado por contrabando de tabaco.
En ese ritmo frenético de increpaciones y ataques, Rufián sacó toda la lista de miembros de los equipos de Aznar salpicados por corrupción, narró una escena mítica de El Padrino, los relacionó con la boda en el Escorial de su hija y hasta lo interrogó sobre a qué se dedica su yerno, Alejandro Agag, al que definió como “el Steve Jobs de Gürtel”. Aznar tampoco eludió ese terreno. Bromeó con que él no se casó aquel día, con que cumple ahora 40 años de matrimonio con Ana Botella, y se desmarcó de los apuntes de Bárcenas donde aparecen pagos a J. M.: “No tengo nada que ver con esos papeles ni con esas siglas; No tengo que probar mi inocencia”. Y piropeó a su yerno: “Es un empresario de éxito en Reino Unido y en el mundo”.
Pablo Iglesias se interesó por si Aznar había detectado alguna irregularidad durante sus mandatos en el PP y el expresidente replicó con alusiones a que Podemos se benefició de financiación de Gobiernos extranjeros y condonaciones. Iglesias le cuestionó sobre si conoció las escuchas de otro extesorero del PP, Rosendo Naseiro, y el líder popular retomó la acusación de los 270.000 euros a Podemos procedentes de Venezuela o Irán. Quiso saber también por qué Aznar había escrito artículos con Ramón Blanco Balín, uno de los cerebros de Gürtel, y el exdirigente del PP afirmó que nunca fue su amigo y que le conoció menos que el líder de Podemos a Nicolás Maduro.
Al comienzo, el representante del PSOE, Rafael Simancas, resucitó de las hemerotecas el escándalo del tamayazo: recordó lo que sucedió el verano de 2003, cuando él ganó unas elecciones autonómicas en Madrid, se disponía a gobernar con IU y dos diputados del PSOE se ausentaron y posibilitaron la elección —tras otras elecciones— de Esperanza Aguirre. Simancas insinuó que el PP tuvo mucho que ver con aquella actuación. Aznar le respondió ironizando con que Simancas debería intentar “superar todas sus frustraciones y disgustos” y “reinventar” su vida.
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