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Sánchez hace campaña en Suecia, uno de los últimos bastiones de la socialdemocracia y del eje antixenofobia

El presidente viaja para apoyar en un mitin a Löfven, presionado por la extrema derecha, y contesta desde Estocolmo al discurso de Torra, que asimila España a Turquía

Carlos E. Cué
Pedro Sánchez, el pasado lunes en la Comisión Ejecutiva socialista.
Pedro Sánchez, el pasado lunes en la Comisión Ejecutiva socialista.Emilio Naranjo (EFE)

Pedro Sánchez hace hoy un alto en el camino de la crisis catalana para centrarse en otros de los grandes ejes estratégicos de su Gobierno: la inmigración y la defensa del europeísmo. Desde que tomó la decisión de acoger al Aquarius, el presidente ha buscado reforzar su perfil europeísta y su protagonismo en un panorama político europeo en el que hace unos meses era un completo desconocido. Sánchez multiplica sus viajes y hoy dará un salto notable con la participación directa en la campaña sueca. El presidente dará un mitin con su homólogo, el socialdemócrata Stefan Löfven, que forma parte con Sánchez y el portugués Antonio Costa de la reducidísima liga de la resistencia de la socialdemocracia en una Europa dominada por la derecha o la extrema derecha. Será en Suecia, un país donde aún domina el mensaje europeísta y antixenófobo, donde Sánchez ofrecerá su primera respuesta al discurso del presidente catalán, Quim Torra.

Las elecciones del domingo son especialmente relevantes porque Suecia es el único de los países nórdicos que hasta ahora había resistido el embate de la extrema derecha xenófoba con un cordón sanitario en el que participan también los partidos del centro derecha en la oposición e incluso los medios de comunicación. Entre todos han aislado al partido xenófobo Demócratas de Suecia, que centra su discurso en el rechazo a la inmigración y la mano dura.

Hasta ahora habían logrado frenarlo por debajo del 10% mientras otros partidos racistas entraban en gobiernos de países vecinos. Pero este domingo todo indica que los xenófobos tendrán un gran crecimiento y podrían acercarse al 20% e incluso convertirse en el segundo partido, aunque la última encuesta de Ipsos baja sus expectativas al 16,3%. Löfven, que según todos los sondeos ganará las elecciones aunque perderá un parte importante de su electorado –del 31% pasaría al 25%- podría tener serias dificultades para formar gobierno con el bloque de centro izquierda que le apoya.

Sánchez viaja así para apoyar a un líder que, pese a las críticas internas, ha mantenido a Suecia como una isla en la UE que seguía acogiendo inmigrantes y aplicando su generosa política de asilo. Durante años, esta particularidad enorgulleció a los suecos y les convirtió en un ejemplo a seguir dentro de la UE. Suecia acogió en 2015, cuando estalló la crisis migratoria en el sur de Europa, a 163.000 solicitantes de asilo, una cifra récord.

Pero ahora esa política se ha vuelto en contra de Löfven y el debate sobre inmigración y la mano dura está dominando las elecciones, lo que homologa Suecia a los demás países de su entorno. Es ahí donde Sánchez quiere dar el mensaje de que Löfven no está solo y reforzar el eje antixenofobia que se ha creado en Europa con Alemania, Francia, España, Portugal, Irlanda y Grecia y que tendrá su prueba de fuego en la cumbre de Salzburgo el próximo día 20.

El viaje de Sánchez a Suecia en pleno recrudecimiento del conflicto catalán es especialmente simbólico no solo desde el punto de vista europeo, también el interno. El presidente lanza un mensaje europeísta y a favor de una gestión conjunta de la inmigración que es fundamental en su estrategia para reforzar la idea ante los catalanes de que España no es ese país opresor comparable a Turquía que dibujó Quim Torra en su discurso de anoche. Y además busca aliados en la UE por si una nueva ofensiva independentista hiciera necesario un nuevo mensaje de que ningún país relevante apoyará ningún movimiento de los independentistas para un reconocimiento internacional.

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Sánchez tiene especial interés en mostrarse como un líder europeísta y progresista en Cataluña frente al cliché de la España opresora. En La Moncloa explican así que el viaje, además de suponer una parada obligatoria en la ronda de preparación de la cumbre de Salzburgo que ha hecho Sánchez, es un gesto evidente de apoyo a alguien que, como Sánchez, apuesta con claridad por una sociedad europea y antixenófoba. Será en Suecia donde el presidente dé su respuesta pública al discurso de Quim Torra, algo que también tiene su simbolismo, aunque el independentismo catalán insiste en que su discurso es profundamente europeísta.

La Moncloa ha hecho esfuerzos por partir el viaje en dos, por una parte la reunión oficial entre los dos primeros ministros en Enköping, a 80 kilómetros de Estocolmo, con comparecencia conjunta ante la prensa a media tarde, y por otra el mitin posterior en esta ciudad. El Gobierno español ni siquiera ofrece a la prensa información del mitin para no mezclar la actividad oficial y de partido. Pero lo cierto es que parece muy difícil separar las dos cuestiones y es evidente que el viaje, realizado en el avión oficial del presidente y con su equipo habitual, tiene un clarísimo componente político en plena recta final de la decisiva campaña sueca.

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