El desbordado centro temporal de sueños
El CETI de Ceuta duplica sus plazas mientras sus residentes sueñan con pisar la Península
Hace ya dos meses que el guineano Adou Bachir se jugó la vida en la valla de Ceuta. Tras pasar por un periplo de calamidades que prefiere no recordar, el joven de 21 años saltó los seis metros de alambre y concertinas que separan Marruecos de la ciudad autónoma. Desde entonces, vive en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) a la espera de ser trasladado a la Península. Se confiesa "feliz y agradecido a España". Pero desde la mañana ayer está todavía más contento. Al amanecer, gritos y risas se colaron por la ventana de su habitación. Acababan de llegar al CETI otros 602 subsaharianos como él. "Estoy muy contento de que ellos también lo hayan conseguido", reconoce.
Bachir pasó ayer la tarde en la puerta del centro con otros amigos mostrando un vídeo del momento de la llegada de los recién acogidos. Exhaustos, alegres y heridos, se les ve subir la cuesta del CETI, mientras lanzan gritos de saludo a los que ya están en el centro. "El vídeo es para venderlo a France 24 [canal de televisión francés de información internacional]", explica chapurreado en francés y en español. "Los he visto, están bien y contentos. Tienen muchos cortes en los brazos y en la cara", explica el joven en referencia a los daños sufridos a causa de las concertinas.
A Bachir no parece importarle tener que compartir unas instalaciones que solo cuentan con 512 camas con más de 1.200 personas. Mientras habla, una caravana de más de cinco vehículos militares se interna en el CETI. Le siguen decenas de militares del cuerpo de Regulares a pie. Trabajan a destajo para habilitar un campo de hípica aledaño al centro en una ampliación de emergencia del espacio, gracias a la instalación de literas y tiendas de campaña.
A diferencia de lo que ocurre con los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) en la Península, en los espacios de Ceuta y Melilla los migrantes no están privados de libertad. Pueden entrar y salir. "Muchos aprovechan el día para bajar al puerto y dar un paseo por ahí o ganar unos euros como aparcacoches. Ya no van por el centro de la ciudad por miedo a las reacciones de algunas personas", explica el activista Reduan Mohamed.
Es lo que los más de 600 recién llegados podrán hacer en unos días, una vez concluya el proceso de identificación y de pruebas médicas al que serán sometidos. En circunstancias normales, los residentes más veteranos son derivados a la Península, pero con el colapso de la atención a inmigrantes en el sur de Andalucía ese proceso lleva meses bloqueado.
Nueve meses de espera
Amadú Bachir —originario de Mali y de 20 años— ya lleva nueve meses de espera en Ceuta. Llegó en una pequeña embarcación a suelo ceutí y no ve la hora de cruzar el Estrecho en uno de los ferris que lo trasladará.
Amadú y Adou tienen claro qué harán cuando eso ocurra. El primero continuará su periplo migratorio hasta Francia, pero Adou sueña con llegar a Madrid "para poder trabajar". Con el desbordamiento del CETI ceutí, es posible que su anhelo esté más cerca de hacerse realidad.
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