Guerra abierta en el PP por el reparto del poder
La exvicepresidenta y sus principales apoyos rechazan los cargos que les ofrecía el nuevo presidente del partido y se ausentan del comité ejecutivo
El congreso del PP deja un ganador evidente, Pablo Casado, su nuevo presidente; una vencedora en la sombra, María Dolores de Cospedal, que ha colocado a personas de su máxima confianza en puestos clave; y una gran derrotada, Soraya Sáenz de Santamaría, todavía sin destino. Nadie del núcleo duro de la exvicepresidenta figura en los órganos de dirección del partido. “No saben ganar. Nos han pasado a cuchillo”, decía uno de ellos. Casado insiste en que ha integrado a 10 miembros de la candidatura de Santamaría y advierte: “No admitiré corrientes internas en el PP”.
Parecía la gran derrotada. Después de diez años siendo secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal cayó eliminada en la primera ronda de las votaciones de primarias para elegir al sucesor de Mariano Rajoy. En su entorno incluso especularon con el final de su carrera política y el regreso a la actividad privada. Este jueves se convirtió, definitivamente, en la segunda gran vencedora del congreso del PP.
Ha cobrado caro su apoyo a Pablo Casado. Tres vicesecretarías (de seis), además de uno de los cargos más golosos, el de portavoz en el Congreso, los ocupan a partir de este viernes personas de su máxima confianza: Dolors Montserrat (portavoz en la Cámara baja); Vicente Tirado (vicesecretario de Política Autonómica y Local, el antiguo cargo de Javier Arenas); Isabel García Tejerina (vicesecretaria de sectorial), Juan Ignacio Zoido (presidente del comité electoral) y Rafael Catalá (responsable del área de Justicia). Cospedal es, además, vocal en el comité, cargo que no quiso aceptar Soraya Sáenz de Santamaría y motivo por el que este jueves ha plantado a Casado en la reunión de Barcelona. La antigua número dos del partido se ha convertido en la persona más influyente del nuevo PP después de su presidente. Cospedal ya tenía su puesto en la cúpula del PP por ser presidenta de los populares de Castilla-La Mancha. De esta manera, si abandona el liderazgo del PP manchego para que Rosa Romero sea candidata electoral, seguirá en el comité ejecutivo del partido.
Casado devolvió los favores, también a Alberto Núñez Feijóo, cuya cuota está representada por la vicesecretaría de Comunicación (Marta González). Y premió a los suyos con la secretaría general (Teodoro García) y las vicesecretarías de Organización (Javier Maroto) y Estudios y Programas (Andrea Levy, que repite puesto). Fuentes del entorno de Casado aseguraban que la secretaría general la ocuparía una mujer, mayor que él y pactada con Cospedal, pero al dar ese puesto finalmente a su jefe de campaña, el nuevo presidente quiso evitar el mensaje de que es un líder tutelado por la antigua número dos, según las mismas fuentes.
Visto el capítulo de los ganadores, la gran derrotada fue Santamaría, la más votada en la primera vuelta de las votaciones de primarias (la de los afiliados) y con un 43% de apoyos en la segunda (la de los compromisarios). Tras prometer, ella y sus colaboradores, que facilitarían la transición, el miércoles, tras su primer encuentro con Casado, pidió una representación “proporcional” en los órganos de dirección. El equipo de Casado lo tomó como una declaración de guerra: “No ha entendido aún que hemos ganado”, decía una de las personas de su máxima confianza. Tras negociar hasta bien entrada la noche, los sorayistas también se partieron en dos: los que aceptaron los puestos “de segunda fila”que les dejaba Casado (Alberto Nadal, Marimar Blanco, Sergio Ramos, Yolanda Bel, Carlos Iturgáiz, María José García Pelayo, Luis Venta, Miguel Barrachina y Sofía Acedo) y quienes se plantaron y rechazaron ser responsables de área: Fátima Báñez, José Luis Ayllón e Íñigo de la Serna. En medio quedó Cuca Gamarra, única sorayista a la que Casado concedió uno de los puestos más altos de la estructura, la vicesecretaría de Política Social, de nueva creación. “No podíamos darles otra vicesecretaría”, justificó un miembro del equipo de Casado refiriéndose tanto a los compromisos adquiridos en campaña como a su propio recelo. “Son cargos de confianza”.
Preguntado por si pensaba ofrecer algo más a Santamaría, Casado ha contestado con un mensaje conciliador — “Mi teléfono sigue abierto”— y a continuación, una advertencia: “No voy a admitir ninguna corriente interna en el PP”. El organigrama está hecho. Santamaría está, de momento, fuera.
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