Valencia echará mano de ovejas autóctonas para limpiar barrancos y cauces
El Ayuntamiento recupera la ganadería en la capital pues solo quedan dos rebaños de una especie autóctona por la presión urbanística
Es la nueva agricultura urbana que promueve la FAO. Valencia recurrirá a pastores y a rebaños de ovejas en su término municipal para controlar el crecimiento de hierbajos y arbustos en barrancos, cauces secos y en zonas de urbanizaciones con excesiva masa forestal, ha anunciado la concejal de Huerta y Pueblos, Consol Castillo.
El recurso a los rebaños de ovejas o cabras, o biosegadoras, para deshacerse de la maleza no es nuevo. Después de la ola de incendios que asoló el año pasado los bosques portugueses, el Gobierno echará mano de las cabras y su misión será comerse los campos abandonados hasta convertirlos casi en cortafuegos. En las inmediaciones del aeropuerto parisino Charles de Gaulle se han visto algunos ejemplares ovinos para similar tarea. Y hace dos años se contrató un pastor con rebaño de cabras para despejar de hierbajos el Prospect Park de Nueva York, que tiene dos veces el tamaño de El Retiro. Es un sistema ecológico y sostenible frente a los herbicidas o a las máquinas segadoras.
En Valencia solo quedan dos rebaños de ovejas de una especie autóctona, con la particularidad de que uno de ellos pertenece a la Universitat Politècnica de València y se utiliza para el estudio y mantenimiento de esta peculiar raza, denominada Guirra, que está en peligro de extinción y que debe su nombre al color rojo de la piel y el pelo del animal.
El Consistorio y la organización agraria Unió de Llauradors i Ramaders han cerrado un acuerdo para dinamizar la actividad ganadera en el término municipal. “La realidad es que sólo queda un rebaño en activo en el término puesto que en la última década han desaparecido tres rebaños de ovejas y cabras, y todo hace pensar que han sido expulsados por la elevada presión urbanística de sus entornos”, ha explicado Castillo.
La iniciativa se propone conservar los rebaños y pastores de la ciudad, explica la especialista en Ganadería de la Unió de Llauradors, Anna Gomar, que asegura que se necesitará un tiempo para hacer un diagnóstico y planificar medidas concretas. Para la concejal de la Huerta todo son ventajas: “Cumplimos además con nuestro reglamento de producción ecológica, que dice que no puede haber rebaño criado sin tierra y tampoco tendría que haber cultivos sin rebaño, puesto que cierran el ciclo de materia orgánica y son unos sistemas muy eficientes energéticamente hablando”.
La concejalía valenciana considera que el ganado puede aprovechar los restos de cosechas y así evitar la quema de rastrojos que perjudican al medio ambiente. Además, la agricultura puede beneficiarse de los restos orgánicos en forma de estiércoles provenientes del rebaño. Los espacios a limpiar son los barrancos de algunas pedanías y también el nuevo cauce del Turia, habitualmente seco y plagado de hierbajos.
“Sin ovejas, los terrenos son invadidos por arbustos y pierden riqueza específica y biodiversidad. También aumenta la probabilidad y la intensidad de incendios y disminuye la disponibilidad de aguas en las cuencas, sobre todo en medios mediterráneos, como el nuestro. Por lo tanto, a nivel de ciudad y urbanizaciones la ganadería tiene un papel importante en el pasto de zonas periurbanas para el control de la biomasa”, ha exhibido Castillo.
Según Consol Castillo, la recuperación de la ganadería en Valencia “trae implícita la creación de puestos de trabajo relacionados con mataderos, carnicerías, salas de despiece, distribución y pastores; así como pequeñas empresas de transformación artesanas como la de la lana, queserías y otros derivados lácteos”.
El Catálogo Oficial de Razas Ganaderas del Estado Español reconoce la oveja Guirra como una especie en peligro de extinción, poco conocida además entre los valencianos. Su lana es mucho más dulce al tacto y es la preferida por los artesanos. También es un animal bueno para la producción de carne y leche.
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