Rajoy se juega su futuro político
Ministros, políticos y asesores del presidente reflexionan sobre su estrategia en Cataluña
Al entorno de Mariano Rajoy, y a él mismo, le llegan peticiones, sugerencias y requerimientos para que dé “un golpe en la mesa” frente al independentismo catalán. Pero el presidente ha preferido escuchar más a las palomas que a los halcones. “Cabeza fría”, receta a sus colaboradores Rajoy, que no caerá en acciones desmesuradas frente al independentismo, sino que hará valer la ley para impedir el referéndum con los menores costes posibles, según indican en su entorno. “Es muy frío, no le tiembla el pulso y ahora no piensa en lo que se pudo hacer en el pasado”, aseguran quienes trabajan con él a diario. EL PAÍS ha entrevistado a ministros, miembros de la dirección del PP y políticos de la oposición para radiografiar cómo afronta el presidente el reto del independentismo. Rajoy es consciente de que su presente y su futuro se escribirá en función de cómo acabe una de las mayores crisis de España desde el fin de la dictadura.
Frente a quienes le reclaman “mano dura”, Rajoy apuesta por una respuesta reactiva, graduada en función de la gravedad de los pasos que protagonicen los independentistas. Él lo resume en una palabra: “Proporcionalidad”. Sus colaboradores añaden que además de querer ganar este envite quiere evitar a toda costa el conflicto callejero. De ahí el ahínco con el que se busca la infraestructura y logística del referéndum, con el objetivo de requisar urnas y papeletas para hacer materialmente imposible la consulta.
Con el referéndum programado para el 1 de octubre, es el tiempo de la acción acompañada de pedagogía. En todas las reuniones internas, el jefe del Ejecutivo hace especial hincapié en que los funcionarios públicos en Cataluña —ya sean Mossos, secretarios o interventores municipales, directores de colegios, alcaldes o concejales— estarán protegidos. En cambio, el Gobierno transmitirá desde ahora y hasta el 1 de octubre que si no se desentienden del referéndum estarán colaborando con la comisión de un delito.
Ayer mismo, el presidente del PP, Mariano Rajoy, acudió a la reunión del comité directivo de su partido y dedicó buena parte de sus intervenciones a mostrar su preocupación por la presión que están recibiendo en Cataluña quienes no quieren vulnerar la ley. “Nadie se va a quedar colgado”, subrayó ante el núcleo duro de la dirección del PP poco antes de que empezara la manifestación en Barcelona en conmemoración de la “Diada del sí”.
El Gobierno cree que la CUP “secuestra” la Diada
El Gobierno atribuyó ayer el descenso de participación en la manifestación de la Diada a que la CUP “ha secuestrado” el proceso independentista, lo que ha “expulsado a muchos catalanes, tanto independentistas como no”. Fuentes del Ejecutivo añadieron que, en su opinón, “la representación de los catalanes está en Parlamento”.
“Desde un punto de vista político y mediático, puede haber quien pida ese golpe en la mesa, pero cada acción tiene consecuencias a medio y largo plazo en Cataluña”, señala un miembro de la dirección nacional del PP. “Se ha aprendido que la reacción en Cataluña no tiene que ser cortoplacista, de acción-reacción, en caliente, sino que la estrategia tiene que ser la de contestar con una respuesta eficaz y serena del Estado”, añade. Otro dirigente afirma que Rajoy cuenta con el beneplácito general del partido y de su Gobierno porque le ven “muy seguro” en la estrategia que debe aplicar ante este enorme desafío. Sí hay un reconocimiento general de que no siempre fue así en relación con Cataluña. Ahora, pasado el tiempo, se confiesa que en la consulta del 9 de noviembre de 2014 todo fueron titubeos.
“Entre su actitud respecto a la consulta del 9-N de 2014 y esta del 1 de octubre hay un cambio de enfoque”, señala un interlocutor cercano a las restringidas áreas de decisión del Gobierno. Ese cambio se traduce en escuchar con atención a quienes conocen bien el tejido social catalán y se vincula a que Rajoy se ha tenido que adaptar a la falta de una mayoría parlamentaria que le permitiera actuar según su única y exclusiva opinión. “Desde la pérdida de la mayoría absoluta escucha más, es un político más abierto”, dice este conocedor de la estrategia del presidente. “El agua aquí no llega al cuello, como en el 9-N, sino hasta las cejas”, lamenta. Y recalca: “Ha habido un viraje, un matiz importante, al ser consciente de que en este trance no solo tiene que actuar el gobierno sino otros actores: Tribunal Constitucional, justicia ordinaria, fiscales y las tres fuerzas de seguridad”.
Ha habido un cambio de enfoque en su actitud desde el 9-N
Esta apreciación tiene una carga importante de información al desvelar que Rajoy no está por la labor de ejecutar, a través del gobierno, acciones que puedan llevar a cabo otros actores institucionales. ¿Se trata de colocarse detrás del Tribunal Constitucional para que sea quien tome las medidas de máxima dureza, como ya está haciendo? A esta pregunta se responde con un sí, aunque se le despoja de toda carga negativa para Rajoy al asegurar que la acción del alto tribunal tiene la misma eficacia que si fuera el gobierno el que la protagonizara. Esta estrategia se mantendrá siempre que resulte eficaz, aunque en cartera siguen los propios instrumentos del gobierno.
"Cabeza fría", le receta el presidente de Gobierno a sus colaboradores
Así, el expresidente José María Aznar mostró este verano su apoyo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que permitiría al Gobierno “obligar” a la Generalitat a cumplir la ley. Felipe González recordó en las mismas fechas que esa era una de las herramientas al servicio del Gobierno. No obstante, en La Moncloa observan el artículo 155 como la última de las opciones, y lamentan, según cuenta un ministro, la demonización a la que ha sido sometida esta previsión constitucional. Entre los asesores del presidente no han pasado desapercibidas declaraciones como las que hizo el pasado fin de semana Jordi Turull, el portavoz de la Generalitat: “Si para el Estado español la solución final es el tanque, ya hemos ganado”, dijo sobre la posible activación del artículo 155.
Queda menos de un mes para el 1 de octubre y Rajoy ha asumido la gestión de la crisis en primera persona. Según otro ministro, el presidente afronta estos días de tensión apoyándose en la experiencia ganada en las semanas de 2012 que decidieron el futuro económico de España. “Lo único importante aquí es ganar”, le ha transmitido Rajoy a su equipo. “Y a partir de ahí, hacerlo de la forma más elegante y con los menores costes posibles”. Su legado como presidente depende de ello.
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