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Colecta popular para la multa de Mas

La ANC despliega equipos de voluntarios para recoger donaciones que ayuden a pagar las sanciones impuestas a los condenados por promover la consulta del 9-N

Cristian Segura
Recogida de dinero para costear las multas del 'expresident' Artur Mas y el resto de condenados por el 9-N, ayer en Barcelona.
Recogida de dinero para costear las multas del 'expresident' Artur Mas y el resto de condenados por el 9-N, ayer en Barcelona.Albert Garcia

Decenas de parejas de voluntarios de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) pedían ayer dinero a lo largo de la manifestación. Se paseaban con un cartel que les identificaba como recaudadores de donaciones para la caja de solidaridad, contribuciones destinadas a pagar las distintas multas de los condenados por la organización de la consulta del 9-N.

La caja de solidaridad eran en verdad bolsas de tela con el lema Love Democracy. Los asistentes donaban la voluntad, la mayoría 5 euros, en parte porque esta era una consigna que había circulado en cadenas de Whatsapp, aunque también muchos aportaban 20 o 50 euros; uno de los equipos de la ANC explicaba orgulloso que habían recibido un billete de 100. En la plaza del Cinc d’Oros —antes plaza de Juan Carlos I, rebautizada este año—, Joan donó 10 euros sin preguntar siquiera para qué eran. Joan, venido de Castellar del Vallès, sabía de sobra que ese dinero serviría para costear los 5 millones de euros de sanción a la que deben hacer frente el expresidente Artur Mas y sus consejeras Joana Ortega e Irene Rigau. No es la primera vez que Joan daba 10 euros a la caja de resistencia de la ANC, ya lo había hecho antes por transferencia bancaria: “Vine con la idea de dar este dinero. Lo hago porque la multa del Tribunal de Cuentas es una injusticia total”.

Tras Joan se acercó al equipo recaudador una joven con una camiseta con la imagen estampada del jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, y su famosa frase “Bueno, pues molt bé, pues adiós”. La joven quería información sobre la hora a la que había que ponerse la camiseta oficial de la coreografía de esta Diada. Desconocía en qué consistía la recolecta y cuando este periodista se lo resumió, corrió a aportar un par de euros.

Desde las redes se sugería dar cinco euros, pero algunos aportaron hasta 100

La solicitud de dinero debía estar activa hasta las cinco de la tarde, pero las parejas de voluntarios que tenían más éxito —podía depender de la ubicación o de lo extravertido que era cada voluntario— aguantaron más. En el tramo 109, en el paseo de Gracia, la recaudación era irregular. Una pareja había conseguido media docena de aportaciones en 40 minutos mientras que, a medio centenar de metros, otros voluntarios recibieron una decena de donaciones en cuestión de minutos.

Caja de colaboración

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Maurici y Xesca son una pareja de voluntarios de Berga destinada al tramo 105 de la movilización. Maurici pidió que si hablaba para este reportaje era con la condición de que el texto mostrara de forma positiva la manifestación. Maurici recordó que siempre ha existido una caja de colaboración para ayudar a la financiación de la ANC. En la Diada de 2016, la gente también aportaba dinero a cambio de la cartulina con forma de huevo frito que tenían que ondear a las 17.14 —la hora mágica del independentismo, una referencia al año 1714, el final de la Guerra de Sucesión—. Maurici y Xesca colaboran con la ANC desde 2011, incluso antes de su fundación oficial. “Lo mejor de nuestra actividad es ver la reacción desinteresada de la gente, la voluntad que tienen para cambiar las cosas”. Maurici añadió que ser catalán hoy supone ser independentista: “Y si no lo eres, piensa en tu familia”, añadió.

Por la megafonía de la organización sonaba una canción que llamaba a la población a participar en la consulta convocada el 1 de octubre. Sus versos también pedían optimismo: “Si tú no lo ves claro / no intoxiques con pesimismo. / Tenemos mierda de sobra”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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