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El legendario Black and White echa el cierre en Chueca

La mítica discoteca de Chueca, uno de los primeros establecimientos del barrio, cerró el pasado domingo entre rumores de traspaso y de cese definitivo de actividad

Puerta del recién cerrado Black and White el viernes.
Puerta del recién cerrado Black and White el viernes.Claudio Álvarez
Pablo León

El Black and White fue uno de los primeros locales de Chueca. Por lo menos de la Chueca que conocemos hoy en día. Pioneros llamaban a sus trabajadores. “Asaltaban a las señoras cuando salían con las bolsas de la compra del mercado de San Antón", contaba José Barbarroja a EL PAÍS, “y nos plantamos con dos narices”. Barbarroja regentaba la mítica discoteca Black and White, que abrió en los ochenta en Chueca, un barrio degradado y olvidado en pleno centro de la capital. A pesar de su buena ubicación, a la espalda de Gran Vía, en esa época nadie quería instalarse en la zona por lo que los alquileres estaban baratos. Al calor de esos precios, apareció el Black and White, que esta semana ha echado el cierre.

La discoteca, que abría todos los días, era un referente del transformismo en la capital. Un antro con personalidad: “El Black and White era un lugar fascinante, donde se mezclaban muchos tipos de personas: se juntaban chaperos, transexuales, actores, creativos… He vivido cosas maravillosas en este sitio”, dice Eduardo Casanova, actor y parroquiano del lugar. “Tenía un olor muy característico, un puntito desagradable, pero muy auténtico”, matiza.

Jose Barbarroja, dueño de la discoteca 'Black and White', en 2009.
Jose Barbarroja, dueño de la discoteca 'Black and White', en 2009.Cristóbal Manuel

Nadie sabe por qué cierra. Desde AEGAL (Asociación de Empresas y Profesionales para Gais y Lesbianas de Madrid y su Comunidad) solo aseguran que el cierre “no se debe a ningún tipo de problema legal o de licencias”. Barbarroja, el dueño, no hace comentarios al respecto, pero ha dejado caer que lo del cierre es un bulo, “para putearme”, y que solo ha traspasado el negocio. Otros opinan que Black and White ha desaparecido “porque ya no iba nadie”.

La madrugada del domingo cerraron las ventanas del Black and White. También sus puertas, que en los ochenta recibía a petardos y famosos que acudían a alguno de sus tres escenarios o a recorrer ese estrecho pasillo en el que todo el mundo tocaba y muchos se dejaban tocar. Desde entonces no ha vuelto a abrir este lugar que tenía como himno el “A quién le importa”, de Alaska y Dinarama. Hacía tiempo que el brillo del Black and White se había tornado mate, pero seguía siendo una referencia y un icono. “Es una lástima”, dice, a título personal, Jesus Generelo, presidente de la FELGTB. “El Black & White era nuestro Comedy Cellar [Sótano de la comedia]”, escribía el artista Brays Efe, un día después del cierre del local. Consideraba que en ese escenario se podía escuchar el humor “más bruto, descarnado y atrevido” de la ciudad: "Era uno de los pocos sitios de España en los que aún se podía decir de todo sin miedo a represalias o a que la Audiencia Nacional te metiera en la cárcel”.

Algunos asimilan el cierre de la discoteca con la descomposición de Chueca: la noticia del Black and White ha llegado solo una semana después de que la librería Berkana, otra pionera del barrio con nombre de compositor de zarzuelas, anunciase su bancarrota y pidiese ayuda para no desaparecer. La gente se ha volcado y Berkana ha conseguido en una semana recaudar fondos para pagar el alquiler de tres meses. Otro local, el SR Leather Shop de la calle Pelayo, dedicado al cuero y otros fetichismos, también ha dicho que está planteándose echar la persiana. "Es una pena que se pierda el Black and White", opina Brays Efe, "pero el error es de Chueca, con un activismo atrapado en el pasado y con personas que dirigen la vida social del barrio desde la gentrificación, el 'pinkwashing' y el turbocapitalismo".

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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