Una canadiense que enseña en una comunidad esquimal, elegida la mejor profesora del mundo
Maggie MacDonnell imparte clases en una población remota del Ártico con altas tasas de embarazos y suicidios adolescentes
La profesora canadiense Maggie MacDonnell ha ganado este domingo en Dubái el tercer certamen del Global Teacher Prize, el conocido como el Nobel de los profesores, dotado con un millón de dólares para proyectos educativos. Da clases en Saluit, una aislada comunidad esquimal de Quebec de apenas 1.300 habitantes, en la que lidia con embarazos adolescentes, abusos sexuales o problemas de drogas entre sus estudiantes. MacDonnell subió con uno de sus alumnos a recibir el premio. "Yo no he ganado esto por ellos sino con ellos", dijo en el escenario. “Me he convertido en la persona que soy gracias a mi profesora”, le correspondió Larry, de 19 años, uno de los tres estudiantes que ha viajado con la docente al certamen.
Dubái, capital del emirato del mismo nombre, se ha volcado durante tres días en una celebración con aires de gran gala de cine para homenajear a los profesores del mundo. Entre los 10 finalistas elegidos entre más de 50.000 aspirantes había, por primera vez, un español. El madrileño David Calle, que da clases en una academia desde que se quedó en paro y es conocido por sus vídeos en el canal de YouTube, con más de 20 millones de visitas, ha llegado a la fase final del galardón. “Yo ya he ganado", decía Calle muy emocionado a los periodistas el pasado viernes en la sede del foro, el lujoso hotel Atlantis de Dubái. En total, había cinco hombres y cinco mujeres preseleccionados. Provienen de Pakistán, Reino Unido, Alemania, Jamaica, Brasil, Australia, Kenia y China, además de España y Canadá.
El dinero del premio, repartido en 10 anualidades, debe ser destinado a fines educativos. MacDonnell anunció que lo usará para crear una ONG con sus alumnos centrada en combatir el cambio climático, que afecta especialmente a la zona del Ártico en la que vive. Su interés es proteger las tradiciones culturales de la comunidad inuit (uno de los grupos étnicos nativos que habita en Canadá, donde se considera despectivo el término esquimal) , como el uso del kayak.
La candidata canadiense, de 37 años, trabaja desde hace seis en esta población inuit remota a la que solo se puede acceder en avión. Ayer explicó las duras condiciones de sus estudiantes, “afectados en muchos casos por las drogas y el alcohol” y la alta tasa de suicido adolescente en la zona. “Hemos perdido a 10 chicos en dos años”, relató a la prensa tras la ceremonia.
Apasionada del deporte, es una convencida del aprendizaje basado en proyectos, una práctica docente centrada en enseñar a los alumnos a través de experiencias de la vida real. En su escuela, que se llama Ikusik, esta profesora de secundaria ha puesto en marcha un programa para alumnas que habían dejado las aulas o estaban en riesgo de hacerlo. “Busqué la manera de darles un lugar agradable, productivo y seguro al que ir”, explica. Su fórmula fue implicarlas en trabajo para la comunidad. Están dando de comer a otros estudiantes. “Tenemos un problema de mala alimentación, por desgracia hay muchos niños que vienen al colegio con hambre y eso afecta a su capacidad de aprender”, según MacDonnell. “Las alumnas preparan comida saludable para el conjunto de la escuela”.
Un galardón anunciado desde el espacio
La ceremonia del Global Teacher Prize, plagada de efectos especiales, arrancó con una versión en vivo de La donna è mobile, de Giussepe Verdi, interpretada por el tenor italiano Andrea Bocelli. El premio fue anunciado desde la estación espacial internacional por el astronauta Thomas Pesquet, la primera persona en “dar las gracias a todos los profesores del mundo desde el espacio”. El evento contó además con la participación de diferentes dirigentes políticos, entre los que no se encontraba ningún miembro del Gobierno español. El presidente de Canadá, Justin Trudeau, felicitó en un mensaje de vídeo a la ganadora "de profesor a profesor”. También se dirigió a los asistentes con un mensaje grabado el primer ministro italiano Paolo Gentili, cuyo país colabora como socio desde este año. Ha colaborado en la preparación de stands y ofreció una cena en la playa con productos y música italiana el pasado sábado por la noche.
Su relato de los últimos seis años casa perfectamente con el perfil que quiere la fundación que está detrás de este evento. “Lo que buscamos son grandes historias”, explicaba horas antes de que se conociera el fallo Vikas Pota, director ejecutivo de la fundación Varkey, con base en Londres, que organiza el certamen al que han sido invitados 2.000 congresistas y 200 medios de comunicación internacionales, entre ellos EL PAÍS. “Queremos que las próximas generaciones piensen en la enseñanza como una profesión. Hoy nadie quiere ser profesor”.
En 2016 ganó una docente palestina, Hanan Al-Hroub, que ha pasado el último año conociendo maestros de distintas partes del mundo como embajadora de la organización que la premió. Al- Hroub, que creció en un campo de refugiados, está especializada en el apoyo a niños traumatizados por la violencia. Sigue dando clases a sus alumnos de siete años de educación primaria, aunque en estos 12 meses ha pasado mucho tiempo viajando y llegó a visitar en julio al Papa Francisco, que anunció la candidatura ganadora por vídeo en la pasada edición.
“Nuestro trabajo no es solo enseñar conocimiento, también tenemos que ayudarles a aprender a vivir su vida y darles herramientas para que puedan resolver sus problemas”, señalaba Hanan Al-Hroub el sábado en el hall del hotel Atlantis. Reivindica el papel de los docentes para los que pide “el respeto de la sociedad”. “Necesitamos creer en nosotros mismos”.
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