La caída de la familia Kokorev, testaferros de Obiang en España
La Justicia ha tardado 12 años en detenerlos pese a contar con evidencias de que blanquearon presuntamente 30 millones del clan guineano del dictador
Se acabó la aventura del matrimonio Kokorev, Vladimir, de 59 años, profesor de historia, y Julia, de 61, periodista, y de sus dos hijos, Igor y Vladimir, una familia rusa que lleva tres décadas caminando sobre el filo de una navaja. Los pasados 8 y 9 de septiembre los tres primeros fueron detenidos en Panamá, ciudad en la que se habían refugiado tras evaporarse en la Semana Santa de 2012 de su vivienda en la madrileña calle de Pintor Rosales adonde no paraban de llegar requerimientos de la Agencia Tributaria que recogía el fiel portero de la finca. Una orden de búsqueda y captura dictada por la juez Ana Isabel Vega, titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Las Palmas, los ha conducido hasta la prisión de la Joya en la ciudad de los rascacielos bajo la acusación de blanqueo de 30 millones de dólares y delito fiscal. El dinero que manejaban procedía de las arcas públicas guineanas, de una cuenta oficial del presidente Teodoro Obiang,
Los Kokorev salieron a toda prisa de Madrid semanas después de una reunión en el palacete madrileño que aloja a la Fiscalía Anticorrupción en la que jueces y fiscales franceses convencieron a Antonio Salinas y a su fiscal delegado en Las Palmas Luis del Río Montes de Oca de que el caso que investigaban por blanqueo estaba mucho más armado de lo que pensaban y que con menos elementos ellos habían abierto una causa en Francia contra Teodorin Obiang, el hijo del dictador, y embargado su palacio en París, sus obras de arte y una interminable colección de coches de lujo. En aquel encuentro se tomó declaración a empresarios españoles esquilmados en Guinea por Teodorín. La Unidad de Delitos Monetarios de la Policía Judicial de Las Palmas había elaborado en marzo de ese mismo año un municioso informe sobre la familia Kokorev en el que se describía a la pareja como "testaferros de políticos de alto nivel de Guinea Ecuatorial que distraen fondos públicos...Una receptación de blanqueo de capitales con origen en actividades delictivas graves, como corrupción político en Guinea Ecuatorial".
El operativo policial estaba preparado, se dispuso vigilancia en su casa de Pintor Rosales (escriturada en 1.700.000 euros) y controlada las 24 horas por dos agentes ya que aloja a la vivienda del embajador de Siria en España, pero el astuto Vladimir y su esposa ya habían volado llevándose al padre de él, un octogenario que vivía en Las Palmas y cuya casa supuestamente estaba vigilada. La Fiscalía no oculta su sospecha de que fueron alertados. "No sé adonde han ido los señores", aseguraba el desconfiado portero de la finca madrileña.
Tenían seis pisos, 25 apartamentos y 10 sociedades en paraísos fiscales
Los Kokorev viajaron a Panamá y dejaron atrás un reguero de propiedades que han ido vendiendo poco a poco aprovechándose de la lentitud judicial. Su caso se empezó a investigar en 2003 cuando inspectores del Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales del Banco de España descubrieron que un "profesor de historia" y una "periodista", así se presentan ambos, sin actividad conocida manejaran 26, 4 millones de dólares en una cuenta en Las Palmas. Y que el dinero, a nombre de la sociedad panameña Kalunga Company SA, procedía de la cuenta de Petróleo de Guinea Ecuatorial abierta en el Banco Riggs de Nueva York. .
Según una investigación de EL PAÍS y otra de la Policía Judicial los Kokorev tenían antes de su marcha seis pisos, tres en Las Palmas y tres en Madrid, escriturados en más de 2.5 millones. Su sociedad Phase Invest SL, adquirió en 2006 un total de 25 apartamentos en el complejo Sands Beach Resort de Lanzarote por 4.800.000 euros. Manejaban 10 sociedades en paraísos fiscales, un terreno en el que esta familia se mueve como pez en el agua.
¿Conoce usted al presidente Teodoro Obiang?, preguntó el fiscal anticorrupción Luis del Río a Vladimir durante las primeras diligencias preliminares de investigación hace más de una década. "Le conocí desde la época de funcionario en la Unión Soviética. Conocí a los dirigentes de Guinea Ecuatorial en mi calidad de asesor del departamento de internacional del PC de la Unión Soviética. Nunca tuve relación los dirigentes del Gobierno, solo con la Presidencia de Gobierno, pero no con personas físicas". Julia Kokoreva se presentó ante el fiscal como intérprete en América Latina, en la Unión Soviética y África, y periodista en "un periódico independiente" durante la perestroika. Los Kokorev aseguraron que sus millonarios ingresos procedían de los barcos de su esposo en ese país. "No sé si mi marido tiene barcos de pasajeros o de mercancías en Guinea Ecuatorial", dijo.
Jueces y fiscales franceses animaron a continuar con la investigación
La Policía conocía el paradero de los Kokorev en Panamá desde hace más de dos años, según aseguran fuentes judiciales. En octubre del año pasado los agentes de la Unidad de Delitos Monetarios solicitaron verbalmente a la juez Ana Isabel Vega que dictara una orden de búsqueda y captura contra los cuatro miembros de la familia, según ha confirmado este periódico en distintas fuentes. La orden se dictó en agosto, once meses después. En la sede de Fiscalía Anticorrupción en Madrid algunos no ocultan su "estupefacción" ante la parálisis de la magistrada que desde hace más de un año cuenta con un demoledor informe de la Agencia Tributaria sobre los movimientos de capitales de los rusos y sus impagos a Hacienda.
¿Qué ha pasado? "En este caso aparece Obiang y sus ministros, eso ha pasado", responde uno de los investigadores que pide el anonimato.
investigacion@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.