La presión en el PSOE para presentar una moción de censura se desvanece
La oposición recuerda que la moción es para que se examine el candidato y no para interpelar al presidente
Todo empezó cuando la portavoz de Coalición Canaria – Nueva Canaria, Ana Oramas instara al PSOE este último jueves a que presentara una moción de censura contra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para obligarle a que comparezca en el Parlamento y ofrezca explicaciones sobre la financiación de su partido. Casi al tiempo, un sector del PSOE, sobre todo en las redes sociales, ha alimentado esa posibilidad. Desde la dirección se ha utilizado la fórmula de “no está sobre la mesa en este momento” pero “no se puede descartar”, en palabras de la portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez. No obstante, la utilización de este instrumento no es probable que sea utilizado por el PSOE con el argumento de que es la única forma de que Rajoy venga al Parlamento.
En la moción de censura se examina el candidato que aspira a sustituir al presidente del Gobierno si es que con su programa convence a la mayoría absoluta de la Cámara para que le vote, por lo que no es la herramienta idónea para forzar la comparecencia del presidente. El PSOE va a insistir con peticiones escritas en la celebración de un pleno del Congreso con sesión de control para que el presidente responda sobre las declaraciones de Luis Bárcenas respecto a una presunta financiación del PP durante 20 años antes de septiembre.
Solo el PSOE tiene capacidad numérica para presentar por sí solo una moción de censura al requerir la firma de 35 diputados, dada la imposibilidad de que el resto de los grupos de oposición se una para firmar esa iniciativa que requiere la elección de uno de los firmantes como candidato a la presidencia del Gobierno. El Reglamento del Congreso regula esta iniciativa en su artículo 175: “El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción de una moción de censura”. Y continúa: “La moción deberá ser propuesta, al menos, por la décima parte de los Diputados en escrito motivado dirigido a la Mesa del Congreso y habrá de incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno que haya aceptado la candidatura”.
En la España democrática solo ha habido dos mociones de censura y ambas fracasaron aunque el objetivo fundamental de sus protagonistas era presentarse ante la opinión pública como una alternativa al gobierno de entonces. La primera moción fue en 1980 y la protagonizó el secretario general del PSOE, Felipe González, frente a Adolfo Suárez. Todos los ministros del presidente y líder de la UCD interrogaron al aspirante Felipe González, después de que este presentara un programa de gobierno. La siguiente se produjo en 1987 cuando el entonces presidente de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha, defendió su moción contra el presidente del gobierno, Felipe González. “Las circunstancias ahora no son las mismas y entre las prioridades del PSOE no está en absoluto dar a conocer un candidato a la presidencia del Gobierno”, señalan fuentes socialistas. No por casualidad el portavoz parlamentario del Grupo Popular, Alfonso Alonso, ha señalado que para presentar una moción de censura se necesita “un candidato a la presidencia del Gobierno, un proyecto alternativo y los votos suficientes”, para concluir que el PSOE no tiene ninguna de las tres cosas. Los socialistas sí se creen con capacidad de presentar un programa alternativo pero, en efecto, no tienen los votos para sacarla adelante ni pretenden ahora señalar a una persona como candidato a la presidencia del Gobierno. Tampoco Alfredo Pérez Rubalcaba quiere aún despejar esa incógnita.
En lo que ahora se está es en presionar a Mariano Rajoy para que ofrezca explicaciones sobre “si mintió cuando dijo que nunca había recibido sueldos ilegales” y, sobre la financiación de su partido que durante “20 años ha sido ilegal”, según dice el extesorero Luis Bárcenas a quien Rajoy nombró para ese cargo hace tres años y su partido le ha tenido en nómina hasta finales del año pasado, señalan estos mismos interlocutores.
No les queda más que insistir en la presión para que antes de septiembre el presidente comparezca. Y lo harán con escritos continuos a la presidencia del Congreso para que a través de una Diputación Permanente se convoque un pleno con sesión de control al Gobierno en el que, al menos, durante unos minutos se le pueda preguntar al presidente sobre este asunto. En fuentes parlamentarias, no obstante, se descarta que la mayoría popular admita que se celebre otra Diputación Permanente, como la celebrada el jueves, la próxima semana. Sí es seguro que se celebrará la siguiente en la que se volverán a reproducir los mismos argumentos de la oposición para que Rajoy comparezca.
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