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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Entrar con buen pie

Urkullu trabaja para que los miedos del PP y la izquierda 'abertzale' no se cumplan

Luis R. Aizpeolea

Ante el bloqueo del proceso de consolidación del final de ETA, tras año y medio de cese definitivo de la violencia, el lehendakari, Íñigo Urkullu, ha decidido coger el toro por los cuernos para evitar que se prolongue un estancamiento que puede resultar peligroso. No tanto por el riesgo de que ETA regrese al terrorismo, —que en Euskadi y en los sectores mejor informados de las Fuerzas de Seguridad no se contempla—, como por la posibilidad de que el cansancio de la sociedad —desaparecida la violencia, el final de ETA ya no está en las preocupaciones de la gente— culmine en un final desordenado.

Iñigo Urkullu entró este martes con buen pie, en la presentación del Plan de Paz y Convivencia en la Cámara vasca, al vincular su éxito a un acuerdo de mínimos entre las cuatro “familias históricas” de Euskadi —PNV, PSE, PP e izquierda abertzale— y al airear los miedos de los vascos al futuro, tras más de 40 años de terrorismo, que reflejan sus representantes políticos.

Los temores de una parte de la sociedad vasca que representa el PP radican en que el fin de la violencia de ETA suponga “pasar página” sobre los asesinatos cometidos por la banda, que se reescriba una historia justificadora de la violencia y que no se reconozca el daño causado a las víctimas de ETA.

Los temores del sector de la sociedad vasca que representa la izquierda abertzale radican en que se olvide a los presos de ETA y no se les dé la oportunidad de que puedan reinsertarse en la sociedad con una política penitenciaria adaptada al cese definitivo de la violencia, que se olvide a las “otras víctimas” y que se practique el revanchismo.

Urkullu se comprometió acertadamente a trabajar para que estos miedos no se cumplan, con la convicción de que su superación necesita tiempo, paciencia y comprensión mutua. Cabe recordar que el PP vasco, además de haber sufrido directamente el terrorismo etarra, recibe presiones del Gobierno de Rajoy, asediado, a su vez, por los sectores políticos y mediáticos más conservadores, algunas asociaciones de víctimas, y UPyD, contrarios a las medidas de reinserción de presos etarras.

La izquierda abertzale, por su parte, tiene presiones desde sus sectores más radicales para no avanzar en el reconocimiento del daño causado a las víctimas de ETA por su complicidad pasada con el terrorismo porque estiman que el Gobierno no ha dado ningún paso —ni siquiera un acercamiento de presos a las cárceles vascas— desde que ETA declarase el cese de la violencia hace año y medio.

Urkullu ha fijado un plazo amplio, septiembre, para que los partidos presenten sus enmiendas al plan de paz y convivencia que convierte en propuestas la superación de los miedos de los vascos al futuro. Van desde la deslegitimación del terrorismo etarra, el reconocimiento a las víctimas, a las de ETA y a las demás, hasta el plan de reinserción de los presos que presentó a Rajoy en su cita en La Moncloa. La respuesta de los cuatro grandes partidos vascos al plan del lehendakari ha sido esperanzadora. Crítica, pero no rupturista. El lehendakari y su entorno confían, también, que el Gobierno o los presos de ETA den pasos, en los próximos meses, que sirvan de espoleta para su plan de paz y convivencia.

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