La diplomacia española se vuelca en normalizar la relación con Argentina
El secretario de Estado para Iberoamérica viaja a Paraguay para asegurar el mayor consenso en torno a la cumbre de Cádiz
Los diplomáticos españoles llevan meses haciendo juegos malabares para normalizar las relaciones con Argentina. Por un lado, el Gobierno no pierde ni por un segundo su objetivo de reclamar una compensación económica para Repsol por la expropiación del 51% de las acciones de YPF. El paso siguiente en ese sentido se producirá en una reunión del Comité de Inversión de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevista para el 8 de octubre en la que se afrontará la expropiación. “Nos consta que el Gobierno argentino está bastante nervioso ante esa cita”, indicaron fuentes del Ejecutivo español.
Por otro lado, el Gobierno de Mariano Rajoy lleva meses intentando asegurar la presencia de la presidenta Cristina Fernández en la Cumbre Iberoamericana que se celebrará el 16 y 17 de noviembre en Cádiz. Durante esos dos días, en que se festejará el 200º aniversario de la Constitución liberal de 1812, quedará retratada la ascendencia de España en Iberoamérica. Si Fernández no acude el evento quedará algo deslucido. Si además arrastrase en su decisión a Venezuela (en el caso de que Hugo Chávez ganase las elecciones del 7 de octubre), Ecuador, Bolivia y Uruguay, la presencia internacional de España como puente entre América y la Unión Europea quedaría debilitada. De ahí el empeño del Gobierno en encauzar las relaciones.
Sin embargo, el espacio en que maniobran los diplomáticos españoles es muy estrecho y la tela que va tejiendo puede desbaratarse en cualquier momento desde Buenos Aires. El último paso en el camino hacia la normalización lo ha dado el secretario de Estado de Iberoamérica, Jesús Gracia, en un viaje a Paraguay que emprendió el pasado miércoles con el máximo sigilo, sin que el Gobierno paraguayo informase de su presencia en el país. Su objetivo era lograr el mayor consenso posible en torno a la cumbre de Cádiz.
La presidenta argentina no acudiría jamás a una cumbre a la que asistiera el presidente de Paraguay, Federico Franco, quien accedió al poder el pasado junio tras la destitución en menos de 48 horas de Fernando Lugo. Fernández calificó aquella destitución como un “golpe suave”. Los países de Mercosur, integrado por Brasil, Uruguay y Argentina suspendieron la pertenencia de Paraguay y aprovecharon para incorporar a Venezuela. Ahora, difícilmente estarían dispuestos a sentarse en la misma sala que Federico Franco. Jesús Gracia, en su viaje hacia Asunción hizo escala en Buenos Aires a la ida y a la vuelta, miércoles y jueves, pero sin salir del aeropuerto porteño de Ezeiza. “Esta semana o la siguiente se hará pública la intención del Gobierno paraguayo de no asistir a Cádiz, con lo cual se habrá alcanzado un consenso para todos: Paraguay, España y los países del Mercosur”, aseguraron fuentes próximas al Ejecutivo español.
La normalización marcha por el buen camino, pero Fernández no ha confirmado aún su presencia. Lo más que ha hecho fue declarar en un discurso del 23 de julio que cuando coincidió con Rajoy en la última reunión del G-20 celebrada en México el pasado junio y le tocó sentarse al lado en un almuerzo, el presidente español fue un “caballero”. Eso no ha impedido que, desde el pasado abril, las relaciones entre los dos países se hayan enturbiado como pocas veces lo estuvieron en dos siglos de independencia. Tras la expropiación, una de las últimas medidas que adoptó Argentina fue la ruptura del tratado que evitaba la doble imposición fiscal, firmado en 1992. Esta denuncia del acuerdo, anunciada en julio y prevista para 2013, perjudica notablemente a empresas como Telefónica y a los bancos BBVA y Santander. No obstante, el próximo 8 de octubre llegará a Buenos Aires un equipo de técnicos fiscales españoles para reunirse con sus pares argentinos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y tratar de negociar un nuevo acuerdo.
La comunicación entre Fernández y Rajoy es nula
Desde el pasado abril, las relaciones vienen marcadas por alguna que otra mano de cal frente a muchas de arena. La comunicación entre Fernández y Rajoy, desde aquel almuerzo, es nula. A los ministros argentinos solo se les ha permitido reunirse con el embajador español desde hace un par de meses. Y en medio de ese ambiente tan embarrado, los diplomáticos españoles tratan de abrir el camino hacia Cádiz. Se deben celebrar ocho encuentros preparatorios antes de la cumbre y hasta ahora el Gobierno español solo ha conseguido la asistencia de algún secretario de Cultura argentino en una reunión que se celebró en Salamanca. Ese no es mal síntoma, pero nadie quiere hacerse demasiadas ilusiones. El Ejecutivo español no quiere que se pueda repetir una escena como la del ministro de Industria, José Manuel Soria, cuando en abril declaró “las cosas parece que se encauzan” y, dos días después, Fernández decretó la expropiación.
Aunque en Argentina, ni el Gobierno ni la oposición han vuelto a hablar de la compensación económica que se le debe a Repsol, el Gobierno español no cejará de presionar en todos los ámbitos internacionales para reclamarla. El Gobierno de Fernández se limitó a declarar que el Tribunal de Tasación argentino será quien fije el valor de lo expropiado y aseguró, eso sí, que no pagaría los 10.000 millones de dólares que pide Repsol.
En cuanto al Rey de España, quien mantenía un buen trato con Fernández hasta la fecha de la expropiación, no ha vuelto a hablar con ella desde entonces. “Si el Gobierno español se lo pide, el Rey la llamará”, indica una fuente del Ejecutivo. “Pero el proceso no está ahora mismo en ese grado de aproximación. Como tampoco lo está para organizar un viaje de nuestro ministro de Exteriores [José Manuel García Margallo] a Buenos Aires”.
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