Alburquerque se planta ante Industria
El alcalde de un pueblo de Badajoz lleva más de un mes frente al ministerio Protesta por la suspensión de las primas a las nuevas renovables El regidor considera que el sector de las energías alternativas es imprescindible para su región
Una furgoneta apostada frente al Ministerio de Industria. Esa es, desde hace más de un mes, la vivienda de Ángel Vadillo, alcalde de Alburquerque, una pequeña localidad de Badajoz. Esta acampada es su forma de protestar contra el decreto del Gobierno que suspende temporalmente las primas a los nuevos proyectos de energías renovables, el único sector estructural, según Vadillo, que permitiría a su comunidad sobrevivir. “Extremadura está corriendo verdadero peligro”, sentencia. Su caso ha trascendido fronteras y ha llegado a The Washington Post. Mientras la prensa internacional se ha hecho eco de la situación por la que atraviesa la región, este regidor socialista lamenta que España “parece no haberse dado cuenta todavía”.
Del millón que somos, nos vamos a quedar en unos 300.000 sin este sector estructural”
Vadillo salió de Alburquerque el 19 de marzo con la intención de ir andando hasta Madrid. Asegura que antes había solicitado entrevistarse con el ministro de Industria, José Manuel Soria, pero no tuvo éxito. Después de 22 días y 600 kilómetros, el 10 de abril llegó a la capital. Por el camino había ido de pueblo en pueblo intentando “concienciar a la gente de cómo el decreto está arruinando a una comunidad entera”.
Este extremeño, de 47 años y 17 como alcalde, apunta que en Extremadura se iban a invertir 15.000 millones de euros en proyectos de energías alternativas, iniciativas que “ya contaban con las autorizaciones administrativas y las licencias de obra”. De esa cantidad, mil millones iban destinados a cinco plantas termosolares en Alburquerque. “Se iban a crear 800 empleos durante la ejecución de las obras y 250 una vez terminadas”, explica, sentado en el banco en el que a veces suele pasar la noche. Lo hizo con un saco de dormir los primeros días que pasó en el Paseo de la Castellana, cuando aún no tenía la furgoneta, y lo está volviendo a hacer ahora, con la llegada del buen tiempo. Recuerda que aquellas primeras jornadas a la intemperie fueron las más duras y también cita entre los momentos más difíciles algunas etapas de la caminata en las que asegura que llegó a andar casi 50 kilómetros.
“El decreto 1/2012 hace que desaparezcan todos los proyectos. No se puede hacer ninguno sin esas primas”, continúa. Esto en su opinión lleva a que la situación sea angustiosa: “Todos los sectores en los que se estaba sujetando Extremadura se han caído”. Y habla del cierre de empresas de extracción de materiales o la quiebra de centenares de explotaciones ganaderas y agrícolas. “Esto va a ser peor que la reconversión que sufrimos en el campo en el año 50, cuando más de un millón de habitantes de los dos que éramos se fueron. Ahora, del millón que somos, nos vamos a quedar en unos 300.000 si no tenemos este sector estructural”, vaticina. La Encuesta de Población Activa del último trimestre ya ha situado el paro de la región en el 32%.
A un alcalde no lo puede votar un pueblo para que esté sentado en un sillón”
Sus ojos muestran cansancio, pero su voz suena enérgica. Confirma estar muy bien de ánimo: “Me vendría abajo sabiendo los problemas que hay y no luchando”. “Lucho por algo justo. Mis vecinos quieren que lo haga y que aguante”, agrega y niega que con su estancia en Madrid el resto de asuntos del Consistorio puedan estar desatendidos: “A un alcalde no lo puede votar un pueblo para que esté sentado en un sillón”. Atiende por teléfono las cuestiones que le puedan requerir y para el resto tiene a un equipo de 11 concejales, de los 13 que componen la corporación local en un pueblo de unos 6.000 habitantes.
Desde que está en Madrid se ha entrevistado con el director general de Energía y el secretario de Estado responsable del área, pero no le han dicho lo que él quiere oir. Desde el ministerio arguyen que le han recibido los altos cargos responsables del tema y que se le han dado las explicaciones pertinentes sobre la normativa en materia de renovables. "Argumentan que es un recorte más, como si esto redujese el déficit público y las primas no están dentro de los Presupuestos Generales del Estado. Las tienen que pagar las propias eléctricas en su papel de distribuidoras”, subraya Vadillo, mientras se levanta para pasar a enseñar su nueva morada.
En la furgoneta hay varias garrafas de agua, maletas con ropa, cajas con fruta, refrescos y alguna botella de vino. Dice que no va a ningún restaurante ni tampoco cocina. Se alimenta de conservas y bocadillos, por eso también abundan las latas, los embutidos y el pan. Solo come platos calientes cuando extremeños residentes en Madrid se acercan a verle y le llevan caldo o tortillas de patatas. Vecinos de su pueblo también le visitan algunos fines de semana. Tampoco faltan sus cuatro hijos, de entre 10 y 23 años, y su nieta. El cariño de su familia está siendo muy importante. “Saben que estoy haciendo esto para que la gente tenga trabajo y me dan su apoyo”. Aprovechan para traerle ropa limpia y se llevan la sucia. Intenta llevar puesta alguna de las camisetas blancas que han impreso con el lema “Por el futuro de Alburquerque y Extremadura, renovables sí, empleo sí”.
En las cajas que hay dentro del vehículo, ocupado en su mayor parte por una colchoneta, también abundan los libros. Es una forma de sobrellevar las horas. Aunque afirma que los días no se le están haciendo largos. Relata que se levanta, acude a los baños públicos de Embajadores a ducharse y de nueve de la mañana a 19:45 suele estar en el hall del ministerio: “El primer día me quise quedar dentro, me lo negaron y llegamos al acuerdo de que podía estar cuando el edificio estuviera abierto”. Sale si tiene reuniones con alguno de los colectivos que le apoya, como Greenpeace, o con miembros del PSOE. Por lo demás, atiende llamadas y divulga su caso a través de las redes sociales. Durante esas horas del día, compañeros del Ayuntamiento o del partido se llevan la furgoneta fuera de la zona azul. Siempre hay alguien con él. Se van turnando para no dejarle solo. Este regidor ha acampado en un lugar muy concurrido de la capital, especialmente los días laborables, pero afirma que no ha sufrido altercados.
La plataforma Ciudadanos extremeños por el empleo ha convocado una concentración para el 26 de mayo en el lugar en el que Vadillo se encuentra. Después, este alcalde tiene previsto iniciar una campaña de recogida de firmas, con el objetivo de lograr las 500.000 necesarias para impulsar una iniciativa legislativa popular “que suponga un gran pacto de Estado en materia de energías renovables y acabar con el monopolio de Unesa [Asociación Española de la Industria Eléctrica] en la producción”. Si no lo consigue, está decidido a ponerse en huelga de hambre: “No me voy a ir de aquí hasta resolver este problema”.
La situación de Extremadura, en la prensa internacional
En lo que va de año, al menos cuatro pueblos extremeños han sido protagonistas de sendos artículos publicados por diferentes periódicos extranjeros, en los que se ha destacado la mala situación económica por la que atraviesan.
Antes del caso de Alburquerque y el periplo de su alcalde en The Washington Post, Financial Times habló de Montijo el 24 de abril y The Guardian, de Jaraíz de la Vera el 3 de mayo. Ambos medios destacaban los altos índices de paro de estas poblaciones. En el primero, en la provincia de Badajoz, viven unas 16.000 personas y según el diario, es una de las áreas urbanas con "las peores cifras de desempleo en España". El segundo, en Cáceres, tiene unos 7.000 habitantes y en él, "el sentimiento de desesperación es absoluto, sobre todo entre la gente joven", aseguraba el otro rotativo británico.
Previamente, en febrero, The New York Times se había hecho eco de la iniciativa llevada a cabo en Higuera de la Serena, también en Badajoz y con un millar de habitantes. El Ayuntamiento no tenía dinero para pagar a los servicios de limpieza municipales y los vecinos se ofrecieron a limpiar las calles.
Con estos artículos, ¿cómo queda Extremadura en el exterior? “Probablemente esto dé una mala imagen pero es la real. La situación en Extremadura es así de dura y tenemos que conseguir que lo vean fuera, porque el resto de España no está haciendo nada”, responde el alcalde de Alburquerque, Ángel Vadillo. “Que no se cuente no nos hace ningún favor”.
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