Pancartas, paraguas y camisetas verdes
30.000 personas desafían a la lluvia en Madrid para defender los servicios públicos
Arriba las pancartas. Comienza la marcha. Diez minutos después, empieza a llover. Abajo las pancartas y arriba los paraguas. El tiempo desapacible y las duchas intermitentes lastraron la manifestación contra los recortes que se celebró ayer en Madrid. El día invitaba a quedarse en casa o aprovechar el domingo para tomar algo en un bar, a resguardo del frío. Sin embargo, miles de personas —alrededor de 30.000, según cálculos de EL PAÍS— prefirieron lanzarse a la calle para defender la sanidad y la educación públicas de la amenaza de los recortes del Gobierno. Familias con niños y todo el aparataje para protegerse del agua, profesores con las camisetas de la marea verde, estudiantes o miembros de ONG recorrieron la distancia entre Neptuno y la Puerta del Sol. Ellos y sus cuitas laborales, sus anhelos, los buenos deseos para sus hijos...
Como Óscar Perpiñán y María Terol, un profesor universitario de 36 años y una médico especializada en salud pública de 35 que iban acompañados de sus niños, uno de ellos en un carrito. “Lo que nos empuja a manifestarnos es, precisamente, cuidarlos, que tengan un futuro mejor del que nos ha tocado a vivir a nosotros”. Óscar, además, tiene temores fundados de que los ajustes le afecten en un futuro no muy lejano. “Mi contrato en la universidad es temporal y me temo que, con los recortes, tengo muchas posibilidades de que no me renueven”, comenta mientras recorren el paseo del Prado. “Los ajustes en la sanidad van en contra de la salud de todos y se despreocupan de los más vulnerables”, añade María. “Para que todos estén bien, nosotros, educadores y sanitarios, también tenemos que estarlo”.
“La salida de la crisis son los programas educativos y profesionales, no los recortes. No vamos a salir si no hay formación, y no hablo solo de los jóvenes, sino del reciclaje profesional de los adultos”, explica un poco más atrás Francisca Hidalgo, profesora de primaria en un centro público para adultos que acude a la marcha junto a su esposo, Agustín Fernández, profesor de instituto. “El derecho a la educación es un derecho constitucional de todos los españoles sin diferencia de edad, y por eso venimos a defenderlo”, añade Francisca, que recuerda que en su centro ya se ha notado la tijera. “En mi centro han eliminado ya los cursos de formación para el empleo que financiaba la Unión Europea. Solo les interesa lo puramente académico”.
Uno de los efectos de los recortes educativos en la Comunidad de Madrid fue la reducción del personal interino en los centros, lo que sacó a decenas de miles de personas a la calle al inicio de este curso. Silvia Cañamero, de 34 años, es una de las damnificadas de esa política. Esta profesora interina de Biología y Geología tuvo trabajo en dos centros madrileños durante dos cursos completos. Hasta 2010. “El año pasado hice una sustitución de un mes, pero ya no me han vuelto a llamar”, relata. “Antes te llamaban para bajas de una semana o 15 días, pero ahora esperan y esperan para no contratar a nadie”, prosigue. “El resultado es que los profesores funcionarios hacen dos o tres horas más a la semana y todo eso repercute en los alumnos, que reciben una enseñanza de menor calidad”.
Junto a la fuente de Cibeles, su juventud y las batas blancas los delatan. Sandra Cuenca, Álvaro Alcalá y Vanessa Aguilar son estudiantes de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares. Los recortes en educación son su preocupación actual, los sanitarios la futura. “Este curso hemos pagado entre 1.300 y 1.400 euros de tasas, pero el que viene la matrícula subirá por lo menos a 2.000”, asegura Álvaro, de 20 años. “Si además dificultan el acceso a las becas, va a haber gente que no va a poder permitírsela”, añade Vanessa (19). Sandra, de la misma edad, está preocupada por el panorama laboral que se encontrarán al terminar sus estudios. “Todo esto va en contra de la ética médica. Ya han dejado fuera a los inmigrantes, pero afectará a todos los pacientes”.
Entre ellos a los afectados por VIH. Santiago Redondo, vocal de Salud del Colectivo de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam), se manifiesta con varios compañeros de asociación que portan un ataúd en el que una esquela anuncia la defunción del Plan Nacional contra el Sida. Dice que los recortes convierten a los homosexuales en especialmente vulnerables, no solo por el VIH, también en temas de fertilidad y procesos de transexualización”. “En los Presupuestos no hay una sola partida para ese plan y los fondos de las comunidades se han reducido un 94%”, afirma. “El resultado es que nuestro trabajo se va a ver paralizado, y eso va más allá del trabajo de prevención, también afecta a los programas educativos, a la atención familiar o a la psicológica”.
Lo cuenta mediada la calle de Alcalá, bajo un sol radiante. Trescientos metros después, ya en la Puerta del Sol, los líderes lanzan sus discursos bajo un nuevo chaparrón. Abajo las pancartas. Arriba los paraguas. Mal día para manifestarse. Mañana más.
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