El sector "Rick Santorum" del PP
Ruiz Gallardón corre el riesgo de llevar al PP a una guerra en contra de los derechos de las mujeres
¿Y si fuera solamente una mujer la que estando embarazada no quisiera ser madre? El Gobierno tendría la obligación de protegerla, dice el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, aunque no tenga el apoyo de su familia, aunque sus jefes la presionen, aunque todo su entorno la aísle y ataque. El Gobierno debería apoyar a esa mujer y su derecho a decidir libremente, porque, como muy bien citó a Luther King, “cualquier injusticia representa una amenaza para todos los demás”. Cualquier mujer obligada a tener un hijo que no desea sufre una injusticia, igual que cualquier mujer que desee tenerlo la sufre si alguien la obliga a abortar o la presiona para que no quede embarazada.
Afortunadamente, Ruiz-Gallardón lo tiene bien claro: la “libertad de la maternidad” es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres, en tanto que la libertad de elegir forma parte de la condición de los seres humanos. Imposible una mejor defensa del derecho de las mujeres a abortar, si así lo desean: es un acto de libertad propio del ser humano y nadie debe coartar ese derecho. Por fin alguien reconoce el núcleo del problema: el aborto no está relacionado con nada más (ni nada menos) que con la libertad. La libertad de las mujeres a decidir si quieren ser madres o no.
Es muy posible que el ministro de Justicia no se sienta identificado con esta lectura de sus últimas intervenciones parlamentarias, por muy literales y lógicas que sean. Es posible que Ruiz-Gallardón se refiera exclusivamente a la libertad de tener hijos, pero sería una interpretación muy ramplona, porque, como define la Real Academia y como seguramente él mismo sabe, libertad es la “facultad natural que tiene el ser humano de obrar de una manera o de otra, y de no obrar”. La “libertad de la maternidad” que proclama el ministro no existe, pues, sin la facultad de decidir una cosa u otra.
Ruiz-Gallardón debería explicarse mejor, porque si no, corre el riesgo de llevar a su partido a una guerra que el PP ha venido evitando muy inteligentemente desde hace décadas: el sometimiento a la jerarquía de la Iglesia católica y la subsiguiente e inevitable batalla contra los derechos de las mujeres. Es algo que, desgraciadamente, se ha puesto muy de moda en Estados Unidos, de la mano de sectores ultrarreligiosos protestantes y de un sector del Partido Republicano, que pretende asentar su identidad reaccionaria a través de esa pelea, para espanto de la mayoría de las mujeres norteamericanas.
Muchas revistas y webs de Estados Unidos advierten estos días al Partido Republicano contra la reacción que provoca en su propio electorado femenino los intentos de prohibir la píldora del día después o los fondos federales para explicar sistemas de contracepción. “Tomados de uno en uno, pueden parecer acontecimientos aislados, pero si se ven en su conjunto, comienza a detectarse una preocupante tendencia”, asegura el editorial de la revista The New Republic. “Cada vez más lo que viene de la derecha en relación con los derechos de la mujer no es conservadurismo, sino radicalismo; un intento de hacer retroceder las conquistas y libertades que el feminismo consiguió para ellas”.
Ruiz Gallardón corre el riesgo de llevar al PP a una guerra en contra de los derechos de las mujeres
El Partido Popular ha sabido hasta ahora evitar esa guerra y sería doblemente peligroso que sea precisamente el ministro de Justicia quien la abra, porque de él depende, por decirlo de alguna manera, la criminalización de actos hasta hoy autorizados.
Las parlamentarias del PP, que saben perfectamente la importancia que tiene la píldora del día después para evitar el embarazo adolescente (puesta en duda por la ministra de Sanidad, Ana Mato) y que han respaldado de hecho, hasta esta legislatura, la despenalización del aborto, deberían seguir atentas esta deriva. Ellas tienen una responsabilidad muy particular en impedir que un sector del PP se identifique con Rick Santorum y pretenda que los valores “populares” se radicalicen en contra de los derechos de las mujeres. Lo que menos necesita ahora el PP es crearse otro serio problema, de la mano de Alberto Ruiz-Gallardón.
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