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Tribuna
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Frenemos la deforestación de los manglares

El 20% de estos bosques tropicales acuáticos se ha perdido en los últimos 40 años. Son necesarios para proteger las costas, dan de comer a poblaciones enteras y constituyen uno de los ecosistemas más extraordinarios del mundo

Manglar en la provincia de Tenggara Indonesia
Manglar en la provincia de Tenggara, en Indonesia, en febrero de 2020.WILLY KURNIAWAN (Reuters)

El 20% de los manglares, ese terreno con árboles en zonas tropicales periódicamente cubierto de agua, se ha perdido en los últimos 40 años. Las principales razones son las actividades humanas y la retracción natural de estas formaciones.

Pero el cambio climático ha hecho que la humanidad reevalúe sus recursos naturales. Existe una conciencia cada vez mayor de que los manglares son mucho más valiosos cuando están en buenas condiciones. No solo protegen las costas, sino que contribuyen a la seguridad alimentaria, se encuentran entre los bosques más ricos en carbono de todo el mundo, y son uno de los ecosistemas más extraordinarios.

Se necesitan tiempo, un esfuerzo global concertado y recursos para cambiar los hábitos humanos y fomentar enfoques sostenibles. Un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) muestra que los gobiernos y las comunidades costeras de todo el mundo están avanzando con creciente rapidez para poner fin a la deforestación de los manglares.

Entre 2000 y 2020, se perdieron 677.000 hectáreas de manglares, si bien la tasa de pérdida se redujo en casi un 23 % en la segunda década, según el estudio. Asia, que alberga prácticamente la mitad de los manglares del mundo, representa el 54% de la pérdida de manglares en ese período 2010-2020, una cifra menor respecto de la de la década anterior, cuando aquel continente contribuyó con el 68% del total de la pérdida. Estas mejoras se deben, en gran medida, a que la acuicultura (fundamentalmente la cría del camarón lacustre), que es una de las principales causas de la tala de manglares, redujo su influencia, de tal modo que ahora es causa del 21% de todas las pérdidas, mientras que antes lo era del 31 %.

Se trata de logros extraordinarios que vale la pena celebrar, justo cuando hemos conmemorado —el pasado 26 de julio— el Día Internacional para la Conservación del Ecosistema de Manglares. Y hay otras buenas noticias.

Si bien los seres humanos han ido reduciendo su impacto, el estudio revela que los manglares, a diferencia de otros bosques, pueden propagarse muy rápido si se dan las condiciones propicias. Durante el período de 20 años estudiado, se constató que, pese a que se perdieron 677.000 hectáreas de manglares, se creó más de la mitad de esa cantidad (393.000 hectáreas, superficie equivalente a 550.000 campos de fútbol) de manglares nuevos, lo que significa una pérdida neta de 284.000 hectáreas durante este período. Alrededor del 82% de los nuevos manglares creció de forma natural.

Los manglares, a diferencia de otros bosques, pueden propagarse muy rápido si se dan las condiciones propicias

Sin embargo, de la misma forma en que observamos un avance real en los manglares, el cambio climático causa cada vez más estragos. La retracción natural es la segunda causa más importante de la pérdida (26% del total durante el período de 20 años) y se vincula, al menos parcialmente, con el cambio climático. Este puede afectar a los manglares a través del aumento del nivel del mar, el incremento del dióxido de carbono atmosférico, el aumento de las temperaturas, las alteraciones en las precipitaciones y el clima extremo.

El estudio de la FAO también revela que los desastres naturales representaron solo el 2% de todas las pérdidas de manglares que se produjeron durante el período de 20 años. Aun así, se triplicó la destrucción que sufrieron, y se prevé un agravamiento en los daños que experimentarán los manglares debido a los desastres naturales.

Debemos redoblar los esfuerzos y las inversiones en los próximos años. Estos extraordinarios bosques abarcan solo 14,8 millones de hectáreas en todo el mundo, pero para las costas de los 123 países que los albergan, son realmente importantes. Cuando ocurre un desastre, como tormentas, maremotos, inundaciones y tsunamis, los manglares pueden contener el aumento del nivel del mar y absorber gran parte del impacto. Las zonas con presencia de estos bosques sufrieron significativamente menos daños en el tsunami del océano Índico de 2004 que las zonas que carecían de ellos.

Los manglares también brindan apoyo a las comunidades costeras: son una rica fuente de alimentos e ingresos. Si se los gestiona de forma sostenible, pueden proporcionar peces, moluscos, crustáceos y materiales como leña, madera, miel, medicamentos y forraje para las generaciones venideras.

Con el fin de revertir el rumbo de la deforestación de los manglares debemos crear conciencia, a escala mundial, nacional y en las comunidades locales, de que son parte de los activos forestales de un país. Ello implica incorporarlos de manera coherente en las políticas nacionales y desarrollar planes, estrategias y habilidades en el terreno para su uso y gestión sostenibles. Debemos aprovechar el impulso logrado, aprender las lecciones y compartir los conocimientos derivados de las estrategias exitosas para continuar reduciendo la presión que el ser humano ejerce sobre este recurso natural único y preciado.

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