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La educación de niños sordos en un país que no reconoce sus derechos

Pilar Bilogo quiere conseguir que todos los menores con discapacidad auditiva de Guinea Ecuatorial tengan acceso a la educación. Por eso lidera un proyecto educativo en Bata que sostiene casi entero sobre sus hombros, sin apoyo institucional

Niños sordos Guinea Ecuatorial
Pilar Bilogo en su casa junto a algunos de los jóvenes a los que acoge.DIEGO MENJIBAR REYNES

Llueve en Bata. El agua impacta violentamente sobre las chapas de zinc del techo del colegio, provocando un ruido atronador. A nadie parece importarle. De hecho, nadie parece ni siquiera notarlo. El profesor sigue explicando las ecuaciones mientras los alumnos fijan su mirada en el movimiento de sus manos, en los dibujos que forman sus dedos, para no perder el hilo. Solamente cuando el agua empieza a filtrarse y las primeras gotas caen sobre los cuadernos de Matemáticas, la clase repara en el diluvio. Pilar Bilogo, la directora, coge el teléfono y llama a alguien: hay otro problema en el centro.

“Creo que lo mejor sería abandonar y ponerme a vender ropa usada en el mercado”. Esa es la frase que Bilogo repite constantemente. Está agotada de remar sola, desanimada, pero a pesar de que todo se le vuelve cada día más cuesta arriba y que se siente sola frente al reto que tiene delante, sabe que rendirse es imposible. La idea de abandonar La Fe, el colegio para sordos que fundó en 2013, se esfuma nada más abrir los ojos por la mañana. Frente a ella, seis niños con discapacidad auditiva y otro mudo con un trastorno mental a los que acoge, alimenta, viste y educa sin ningún tipo de apoyo. En el colegio, más de cien estudiantes matriculados. No, Pilar Bilogo no puede abandonar.

Sus días empiezan en el barrio de Nkolombong de Bata, la ciudad más poblada de Guinea Ecuatorial, en una planta baja de madera al final de un camino de tierra. La humedad, encerrada en las habitaciones oscuras, se adhiere a las pilas de ropa desteñida. Un pasillo arenoso lleva hasta un dormitorio sin ventana donde las mosquiteras envuelven los colchones. A la mitad del pasillo, una cocina repleta de utensilios, un camping gas oxidado y una nevera vacía.

Lucía, en el colegio La Fe, esperando a que llegue la profesora.
Lucía, en el colegio La Fe, esperando a que llegue la profesora.DIEGO MENJIBAR REYNES

Son las siete y media de la mañana; unos alumnos cogen el camino del colegio para oyentes y otros el camino de La Fe. En Guinea Ecuatorial hay tres centros educativos para sordos. Bata alberga dos: La Fe y Manos Felices, el cual fue hasta 2013 el único en toda la región continental. El tercero, perteneciente a la Cruz Roja, está en Malabo.

Guinea Ecuatorial no ha firmado ni ratificado la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Por otra parte, la vigente Ley General de Educación, aprobada en 2007, especifica una serie de artículos para brindar oportunidades educativas al colectivo de la población nacional afectado por alguna discapacidad, pero en la actualidad todos los centros educativos para sordos que hay en el país han sido creados por iniciativas particulares y no por la Administración ecuatoguineana.

Datos que salvan vidas

La pérdida auditiva afecta más a los países pobres. Casi el 80% de las personas con audición discapacitante vive en países de ingresos bajos y medianos, según la OMS. También el acceso a los cuidados del oído y la audición son más limitados en esos países: “Por cada millón de habitantes, el 78% de los países de ingresos bajos cuenta con menos de un otorrinolaringólogo, el 93% tiene menos de un audiólogo y solo el 50% dispone de, al menos, un maestro para sordos”.

Las causas de la pérdida auditiva tienen una relación directa con la puesta en marcha de las medidas preventivas, y, por tanto, con la inversión y estrategia que el país en cuestión adopte. En el caso de Guinea Ecuatorial, el Índice de Transformación Bertelsman (BTI) expone: “No hay estadísticas recientes de pobreza disponible, aunque el Banco Mundial afirma que la tasa fue del 76,8% en 2006. En 2015, solamente uno de cada cuatro recién nacidos fue inmunizado contra la poliomielitis y el sarampión, mientras que uno de cada tres fue inmunizado contra la tuberculosis. Se estima que la mitad de la población carece de agua potable y que seis de cada 10 niños son escolarizados”. La rubéola, la meningitis, el sarampión o la parotiditis pueden originar pérdida de audición y la mayoría de ellas pueden prevenirse mediante vacunación, según la OMS.

Lecciones nicaragüenses

Un año antes de fundar La Fe, Bilogo salió por primera vez de África. Tenía 26 años y llevaba ya unos cuantos colaborando con Manos Felices cuando le ofrecieron la oportunidad de seguir formándose en el extranjero. No se lo pensó y se fue a Nicaragua, un país especial para la Comunidad Sorda: tras la victoria sandinista vino la siembra de la alfabetización de 1980. Sus frutos llegaron a todos los rincones del país. En el colegio Villa Libertad de Managua, los alumnos más pequeños crearon por su cuenta lo que hoy se conoce como la lengua de signos nicaragüense o LSF, un hito histórico estudiado por lingüistas de todo el mundo al haber sido los niños, y no los adultos, quienes la crearon.

A su regreso, Bilogo funda La Fe y marca una serie de diferencias: abarata los costes de matrícula, abre la puerta a la docencia para alumnos con otras Necesidades Educativas Especiales (NEE) y la más importante: La Fe se convierte en el primer centro educativo del país en aceptar a alumnos sordos mayores de siete años sin formación previa en lengua de signos. Esta mujer sabe de la urgencia de educar a los jóvenes cuanto antes, pero también es consciente de que cerrar las puertas a los mayores de siete años significaría privarles de cualquier oportunidad educativa. Su labor consiste en evitar que eso pase.

Hay 8,9 millones de niños sordos en África subsahariana

No obstante, muchos alumnos no pueden asumir el pago de la matrícula en La Fe, lo cual supone un riesgo para la continuidad del proyecto. Bilogo se niega a ceder: “Hay un motivo por el que sigo aceptando estudiantes en clase y niños en casa: el abandono familiar y aislamiento que sufren los menores con sordera en mi país”. En Guinea Ecuatorial, sobre todo en las regiones del interior, sigue extendida la creencia de que las madres de quienes sufren esta condición fueron hechizadas durante el embarazo y, por tanto, el recién nacido está maldito. Los jóvenes (y las madres) crecen con ello, soportan esa carga durante toda la vida, pero Bilogo trabaja para poner remedio al problema. ¿Su estrategia? Sensibilizar a los progenitores: “Cada día me demuestran que son capaces de hacer de todo, de ser uno más en la sociedad. La aceptación familiar, el acceso al lenguaje, la integración del colectivo y la eliminación de prejuicios es primordial”.

Por eso, la OMS creó en 2021 el Informe Mundial sobre la Audición con el objetivo de brindar orientación a los Estados para que integren el cuidado del oído en sus planes nacionales de salud. El informe explica: “la falta de información precisa y la mentalidad estigmatizadora en torno a las enfermedades del oído y la pérdida auditiva a menudo limitan el acceso de las personas a la atención de estas afecciones”. En 2021, 1.500 millones de personas vivían con algún grado de pérdida de audición y 430 millones necesitaban servicios de rehabilitación. Los datos futuros son alarmantes: la OMS prevé que para 2050 haya 2.500 millones de personas con algún grado de sordera y 700 necesiten rehabilitación. Según la ONG Deaf Child Worldwide, hay 8,9 millones de niños sordos en África subsahariana.

Construir un sueño

Bilogo quiere conseguir que todos los menores con discapacidad auditiva de su país tengan acceso a la educación. En 2012, ese sueño era una utopía; en 2021, carga a sus espaldas con gran parte de esa responsabilidad. Su sueño es construir un internado. El terreno que necesita ya lo ha donado la madre de una de sus alumnas, pero por ahora sigue siendo un rectángulo de selva virgen del tamaño de un campo de futbol. “Mi idea es que haya 50 alumnos que vivan allí permanentemente, y que el resto acudan a clase y vuelvan a su casa cada día. Para ello necesitamos dormitorios, cocina, clases, comedor, salas de actuación, iglesia y varias aulas complementarias para enseñar costura, informática u otras disciplinas útiles”, explica.

Lucía y otro alumno se comunican de aula a aula
Lucía y otro alumno se comunican de aula a aulaDIEGO MENJIBAR REYNES

En Bata, los jóvenes sordos tienen más opciones para acceder a la educación que los de las regiones del interior, los cuales sufren mucho más que en las ciudades las consecuencias de no tener una escuela a la que acudir. Los resultados de no aprender a comunicarse pueden ser desastrosos, afectando tanto a nivel educativo como a la salud mental, uno de los ámbitos olvidados del colectivo. Stefania Fadda, la presidenta de la Sociedad Europea para la Salud Mental y la Sordera (ESMHD, en sus siglas en inglés), lo aclara en una entrevista por correo electrónico: “En las zonas más desfavorecidas y pobres de África, los niños con sordera corren el riesgo de no desarrollar un lenguaje adecuado y no acceder a la educación, y, por tanto, convertirse en adultos socialmente desintegrados, solos y aislados, desempleados, con el riesgo de desarrollar depresión y, en casos más graves, trastornos psíquicos”.

La Federación Mundial de Sordos (WDF, en inglés) afirma que es imprescindible asegurarse de que los niños con esta condición estén expuestos a la lengua de señas lo antes posible, y Fadda confirma las consecuencias: “Exponerles a una forma de comunicación efectiva y temprana, ya sea el lenguaje hablado o el de señas, o ambos (bilingüismo), reduce en gran medida el estrés, la incomodidad y la dificultad que podría causarle sufrimiento, alteraciones en la identidad o trastornos psiquiátricos”. Aprender a comunicarse es el primer paso para evitar esas consecuencias: por eso, el sueño de Pilar Bilogo es, por ahora, la única apuesta segura para salvar el futuro de muchas personas sordas, tanto de su ciudad como de las regiones del interior, donde la desatención y la estigmatización están más acentuadas.

Los resultados de no aprender a comunicarse pueden ser desastrosos, afectando tanto a nivel educativo como a la salud mental

A pequeños pasos, la inagotable labor de esta mujer va calando en la sociedad ecuatoguineana. A sus 35 años, se la puede ver trabajando como traductora en el Centro Cultural de España en Bata (CCEB), llevando a sus alumnos a charlas de concienciación sobre la prevención del VIH o en el programa televisivo Con M de mujer, hablando sobre la necesidad de integrar a las personas con sordera y eliminar prejuicios. Nadia Valentín, directora del CCEB, cuenta que Bilogo se ha convertido en una gran aliada del centro cultural: “Por ser de las pocas profesionales en el país que pueden interpretar en lengua de signos y porque además facilita que los alumnos puedan acceder en igualdad de condiciones a las actividades que programamos en el CCEB”.

Faltan los docentes, falla la docencia

Las palabras de Santiago Bivini Mangué, secretario General de la Comisión Nacional de Guinea Ecuatorial para la UNESCO, no tuvieron la relevancia que merecían: “Aunque existe un marco jurídico sobre la educación especial y la atención a NEE, no hay evidencia de que existan mecanismos institucionales y operaciones para su implementación”. Su mensaje quedó escrito en el documento Necesidades Educativas Especiales en Guinea Ecuatorial, elaborado en 2011 en el marco del Programa de Desarrollo Educativo de Guinea Ecuatorial (PRODEGE). El escenario jurídico al que se refiere el secretario es la mencionada Ley General de Educación.

Quince años después de la entrada en vigor de esa ley, todavía no existe una guía pedagógica para el desarrollo curricular de Educación Especial y la mayoría de las instituciones se apoyan en las guías de Educación Regular. En 2015, Unicef elaboró el Análisis de la Situación de la Educación Especial en Guinea Ecuatorial, un documento donde señaló que solo el 2% de los maestros para población con NEE cuenta con un nivel técnico en Educación Especial. La misma organización concluyó mediante una encuesta en 76 centros que el 90% de los maestros presenta dificultades para atender a alumnos con NEE. Y la propia Federación Mundial de Sordos lo advierte: “los niños enfrentan barreras en la educación si los maestros y compañeros no dominan la lengua de signos con fluidez, lo cual puede resultar en analfabetismo”.

Remigio Agustín Esono, un estudiante de electricidad de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (UNGE), pone rostro a esos datos: “llevo ya tres años como maestro voluntario, y quiero seguir formándome y colaborando con este proyecto”. Aunque la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad obliga a los estados partes a garantizar que los profesores dominen ese lenguaje, esta no afecta a la ausente Guinea Ecuatorial.

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