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Infancia
Tribuna
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800 millones de niños sobreviven con menos de tres euros al día: invertir en ellos es imperativo para el futuro

Es urgente alinear los recursos internacionales con las estrategias para el desarrollo y colocar a la infancia en el centro de las decisiones políticas y financieras

Se ve a una niña mientras palestinos examinan los escombros del edificio completamente derrumbado y buscan objetos utilizables tras un ataque aéreo llevado a cabo por el ejército israelí contra una casa perteneciente a la familia Abdulhadi en la ciudad de Khan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, el 6 de abril de 2025.

En un mundo marcado por la incertidumbre económica, los retos sociales y la polarización política, la inversión en la infancia no solo es un deber moral, sino una estrategia clave para garantizar un futuro sostenible y equitativo. Hoy, 333 millones de niños y niñas viven en la pobreza extrema y más de 800 millones sobreviven con menos de tres euros al día. Estas cifras reflejan una crisis silenciosa que requiere respuestas urgentes y compromisos firmes. La IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Sevilla a finales de junio, tiene lugar en un momento crítico en el que la creciente presión presupuestaria y la inestable situación política puede llevar a los países a redirigir recursos de los servicios esenciales a otras prioridades. Este cambio puede obstaculizar el progreso y exacerbar las desigualdades económicas. Es clave alinear los recursos y la estructura financiera internacional con las estrategias nacionales de desarrollo sostenible, así como fortalecer la cooperación internacional para apoyar a los países del Sur Global en el logro e implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La Convención sobre los Derechos del Niño establece que los Estados deben asignar el máximo de sus recursos disponibles para garantizar el bienestar infantil. Sin embargo, la realidad es que muchos países, atrapados en una crisis de deuda externa y con presupuestos limitados, destinan más recursos al servicio de esa deuda que a la educación, la salud y la protección social de la infancia. Es imperativo reestructurar las deudas y transformarlas en inversiones de alto impacto social.

En décadas anteriores se ha demostrado que las soluciones existen, pero requieren de voluntad política, recursos y la colaboración entre sectores. Se espera que la IV Conferencia para la Financiación al Desarrollo sea donde esa voluntad se refleje. En Unicef hemos apoyado modelos innovadores de financiación que priorizan la infancia. Por ejemplo, en países como Cabo Verde e Indonesia, mecanismos como los bonos verdes y los canjes de deuda han sido aprovechados para fortalecer servicios esenciales como la nutrición y la educación. La protección de los servicios esenciales para las poblaciones vulnerables durante las crisis debe ser una prioridad y no las primeras áreas que se recortan.

Otro aspecto central, y que también se abordará en la conferencia, es la financiación climática. Una parte menor se dedica a adaptación al cambio climático y apenas el 2,7% de estos fondos se destinan a la infancia, a pesar de que las niñas y los niños son los más afectados por los fenómenos climáticos extremos.

La Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) ha sido un factor clave en la defensa de los derechos y en la mejora de la situación de la infancia, incluyendo la reducción de la mortalidad infantil en un 60% desde el año 2000. Sin embargo, los brutales recortes recientes en la AOD ponen en riesgo estos avances. La suspensión de la acción humanitaria en guerras y desastres, donde la población sufre al extremo, tiene unas consecuencias devastadoras sobre la infancia. Es fundamental que los gobiernos refuercen su compromiso con la infancia.

Una parte menor se dedica a adaptación al cambio climático y apenas el 2,7% de estos fondos se destinan a la infancia, a pesar de que las niñas y los niños son los más afectados

Las cifras y estrategias son importantes, pero detrás de ellas hay historias de vida que reflejan la urgencia de actuar. En la región de Afar, en Etiopía, vive Amina, una madre de 23 años que camina más de 20 kilómetros con su hija desnutrida para acceder a un centro de salud móvil de Unicef. Allí, su pequeña recibe alimento terapéutico y atención médica esencial. Sin estos programas, miles de niños y niñas como ella verán su derecho a la vida truncado, y su crecimiento y desarrollo personal lastrado.

La Conferencia para la Financiación al Desarrollo de Sevilla es parte de un proceso multilateral, auspiciado por Naciones Unidas y en el que participan, además de las agencias del sistema, gobiernos, organizaciones sociales, la academia, el sector privado y el financiero internacional. Estamos viviendo un momento de fuerte cuestionamiento de todo lo multilateral, de los acuerdos que permiten a la humanidad defender derechos y enfrentar retos comunes, esos que requieren de todos. Las expectativas sobre la conferencia son contenidas y es posible que se planteen acuerdos de mínimos con la esperanza de que sean asumidos por todos los gobiernos. Sin embargo, lo que necesitamos desesperadamente es ambición, inteligente, pero ambición. Buscar los mejores acuerdos, entre cuantos más sea posible. Encontrar aquellos asuntos en el terreno financiero que suscitan más aceptación. Exprimir las ideas para innovar y traer al lado positivo del cambio a actores de todo tipo que apuesten por un mundo mejor para la infancia, para todos.

La historia nos ha demostrado que cada euro invertido en niños y niñas se traduce en sociedades más prósperas y equitativas. Si queremos acercarnos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible debemos colocar a la infancia en el centro de las decisiones políticas y financieras. No podemos permitirnos esperar; el futuro de millones de niños, y el de nuestro mundo, depende de ello. Para cada infancia, derechos y financiación, por las generaciones presentes y futuras.

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