De Jersón a Pozuelo y otros caminos para el conocimiento
Todas las voces pueden decidir el rumbo de los proyectos. La finalidad no es solo contar con la capacidad de trabajar de modo diferente, sino la de ser consciente de lo que se hace, de su conformidad ética y social
“El proyecto De Jersón a Pozuelo fue una tarea en grupo del curso pasado: idear una ruta desde la ciudad al sur de Ucrania, hasta la ciudad-municipio a las afueras de Madrid, para posibles refugiados que quisieran llegar hasta España.
Nos basamos en las rutas de la Antigua Roma. Realizamos cuatro, una andando y otra en barco con la página de ORBIS: The Stanford Geospatial Network Model of the Roman World, y otras dos, una a pie y otra en tren, viables en la actualidad, con Google Maps y el Mapa ferroviario de Europa de Eurail. Calculamos el precio del viaje y cuánto tiempo llevaría, tuvimos que convertir monedas y métodos de pago de Roma al euro actual.
Al acabar, presentamos nuestro trabajo al resto del grupo. Estoy seguro de que hablo en nombre de todos mis compañeros cuando digo que fue toda una experiencia”, escribe Axel Roca Ventura, estudiante de cuarto de Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
En la entrada anterior presentamos las circunstancias y el sentido de una iniciativa pedagógica, denominada Simbiontes, con la que ensayar nuevos formatos de organización curricular creados en colaboración por docentes, estudiantes y agentes externos. Tenían la firme voluntad de estudiar la configuración de escenarios de aprendizaje, en los que la investigación estuviera naturalmente unida al acto de conocer. De esta manera se iniciaba un proceso formativo de indagación profesional, impulsado por un grupo de docentes del Instituto Público de Educación Secundaria ‘Gerardo Diego’ de Pozuelo de Alarcón en Madrid.
La tarea encerraba la suficiente complejidad como para buscar ayuda. La encontraron en el asesoramiento de PLANEA, Red de Arte y Escuela, que les facilitó la presencia de dos agentes colaboradores, el gestor cultural, el docente y artista Alfredo Miralles y la ingeniera en telecomunicaciones e investigadora de intersecciones entre arte, ciencia y pensamiento, Silvia Teixeira.
Entre todos pusieron en marcha Simbiontes, emulando las relaciones simbióticas, de apoyo mutuo y colaboración, presentes en los ecosistemas y trasladándolas al tratamiento estrechamente relacionado de contenidos de ciencia, arte, diseño, tecnología, botánica, geografía, etc. Se valieron de la metodología de Laboratorios ciudadanos y optaron por cuatro proyectos pedagógicos: De Jersón a Pozuelo: Caminos romanos de solidaridad y encuentro de culturas, El paseo áureo, Dejando huella y ‘El Gerardo’ pone música al camino.
Estos nuevos formatos de organización curricular se desplegaron en un tiempo medido (la semana del 25 al 29 de abril de 2022), propio de una experimentación, contando con la participación de 10 docentes de diferentes especialidades, dos agentes externos y 40 estudiantes de distintos cursos de la ESO, unidos por el interés de las temáticas y no por la edad, curso o nivel educativo. “Me gustó mucho el desarrollo de los cuatro proyectos en un mismo espacio compartido. Permitía ver el trabajo a tiempo real de otros profesores y alumnos de todas las edades”, afirma María Eugenia Lara, profesora de Griego y coordinadora del proyecto Simbiontes.
Todas las voces podían decidir el rumbo de los proyectos. La finalidad no era solo contar con la capacidad de trabajar de modo diferente, sino la de ser consciente de lo que se hacía e identificar cuándo se debía hacer y cuándo no; se acogían a ese viejo principio de la EFQM: “Cuida la calidad, la cantidad se cuidará sola.” Los detalles sobre el modo de proceder están descritos en nuestra entrada anterior y brevemente explicados por Silvia Teixeira en el siguiente vídeo:
De Jersón a Pozuelo
De las palabras del estudiante Axel Roca Ventura, con las que iniciamos este relato, se desprende un formato de enseñanza que incidía en investigar y estudiar, en este caso, el valor cultural, económico, político y de comunicación sostenible que significaban los movimientos migratorios en la Antigua Roma, y sus analogías con las crisis actuales de refugiados sirios, ucranios, etc. La indagación y la reflexión histórica era la clave para interpretar la relevancia de los lazos de hospitalidad y vínculos culturales.
Se diseñaron cuatro rutas inspiradas en los caminos romanos que, en su momento, rompían fronteras y unían pueblos.
El paseo áureo
La ubicación del instituto próximo a la Casa de Campo, el mayor parque público del municipio de Madrid, les permitió abordar desde otra óptica, el eje transversal común (El Caminar, en todas y cada una de sus formas). Desde el que se generaron encuentros, conocimiento sobre lo más próximo, activaron el pensamiento crítico y reclamaron el espacio público como un bien común.
La finalidad de este proyecto, más allá de descubrir el significado vital de su entorno, era localizar la proporción áurea en la vida y objetos de la naturaleza próxima. Elaborar desde sus observaciones un archivo fotográfico, observar la proporción áurea en la naturaleza, recoger muestras vegetales que servirían para pequeños trabajos de cianotipia, una técnica artesanal de impresión de negativos en monocromo, y la realización de estampas con distintas composiciones vegetales.
La profesora de Biología, Blanca Toledo, jefa de estudios del Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Gerardo Diego y una de las docentes colaboradoras en El paseo áureo cuenta: “Desde el departamento de Biología y Geología planteamos un proyecto que aunara la observación de la naturaleza y la expresión artística. Con esta idea, realizamos unos paseos por el entorno con alumnos de primero y segundo de ESO. La observación detenida del entorno más cercano les descubría una naturaleza que pasaban por alto habitualmente, pero que se volvía sorprendente tanto por su variedad como por su belleza. Nos fijamos en la proporción áurea que está presente en multitud de especímenes naturales: piñas, hojas de helecho en crecimiento, caracoles, margaritas, seres vivos de nuestro entorno, mostrando una similitud asombrosa en su estructura y crecimiento. Recolectamos diferentes ejemplares para, en el laboratorio, poner en práctica nuestra faceta más artística con la técnica de la cianotipia.
Descubrieron un entorno cercano desconocido, consiguieron ser independientes en la preparación de químicos y en el trabajo ordenado en el laboratorio. Fueron, además, capaces de transmitir a sus compañeros sus aprendizajes en una puesta en común final.”
Dejando huella
La inaplazable necesidad de cambiar los hábitos de transporte motivó este proyecto para fomentar los desplazamientos a pie o en bicicleta desde el domicilio al instituto. Pozuelo es uno de los grandes municipios de Madrid con un modelo residencial de ciudad dispersa. No obstante, sus 40 parques y 17 kilómetros de carriles bici les brindaban una magnífica oportunidad.
El proyecto permitía identificar los caminos más saludables y sin barreras, registrables en una aplicación, con la que medir el consumo calórico de la distancia recorrida, la huella de carbón evitada, al tiempo que hacen uso de la tecnología en su vertiente de servicio a la sociedad. Documentaron las rutas en la base de datos del programa e imaginaron modos de señalización, utilizando sus cuerpos como esculturas en movimiento.
“Dejando huella es un proyecto interdisciplinario de las materias de Educación Física y Tecnología, que trabaja los objetivos de desarrollo sostenible. Promueve el análisis matemático para detectar la reducción de gases de efecto invernadero y calcular el consumo energético, identifica itinerarios seguros y barreras arquitectónicas. De todos estos aprendizajes dieron muestra en la presentación al resto del grupo. Tuvieron ocasión de poner en juego, competencias de comunicación lingüística, matemática, científica y tecnológica, digital, ciudadana, social, de aprender a aprender y artística”, explica Jesús Álvarez Herrera, director del IES Gerardo Diego y responsable de este proyecto en particular.
‘El Gerardo’ pone música al camino
En el mes de abril un grupo de estudiantes recorrieron varios tramos del Camino de Santiago, contando con la colaboración del AMPA del instituto. Una actividad contemplada en el plan de actividades complementarias y extraescolares. En esta ocasión, como parte del proyecto Simbiontes, acordaron registrar paisajes sonoros encontrados en el camino y, posteriormente, a la vuelta, junto a otros estudiantes interesados y con la ayuda de la tecnología, crearon piezas musicales, combinando sus registros sonoros con piezas ya elaboradas, a modo de las recogidas en el Códice Calixtino.
El Profesor Gert Biesta, de la Universidad de Edimburgo, en una entrevista reciente hablaba de la importancia de formularnos preguntas diferentes. Muy a menudo se despliegan, desde las escuelas, experiencias innovadoras que tratan de responder qué tipo de escuela necesita la sociedad. No estaría mal darle la vuelta y cambiarla por: ¿Qué tipo de sociedad necesita realmente la escuela para poder ser plenamente una escuela?.
La educación no puede ser vista, entonces, solo como un bien privado, arrastrado por una lógica individual y consumista, debe pensarse como un bien público y un bien común, como argumenta António Nóvoa, profesor del Instituto de Educación de la Universidad de Lisboa. Es momento, postula la UNESCO, de reimaginar juntos nuestros futuros y de forjar un nuevo contrato social para la educación.
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