Simbiontes: un superequipo para explorar arte, ciencia, tecnología y humanidades
Un laboratorio de experimentación educativa transforma los formatos y escenarios de aprendizaje, para fomentar el desarrollo en comunidad de cuatro proyectos pedagógicos que aúnan saberes artísticos, científicos, tecnológicos y humanísticos
Un ecosistema lo conforma un conjunto de especies que cohabitan un determinado espacio, construyendo relaciones simbióticas: viven juntos, crecen en complementariedad y cooperación. Todas aportan y reciben recursos del entorno para una vida en común.
Silvia Teixeira, colaboradora de PLANEA. Red de Arte y Escuela, y promotora del proyecto Simbiontes, trata de explicar la grandeza de este modo de organización utilizando la metáfora de la plantación y el bosque: “Una plantación es un terreno en el que se cultiva un tipo de planta. Podría parecer que todos esos árboles juntos son un bosque, pero no lo son. Un bosque es un ecosistema. En él, además de esos árboles, existen otras muchas especies que cohabitan el espacio y crean relaciones simbióticas.”
En línea con este significado, un grupo de docentes del Instituto Público de Educación Secundaria Gerardo Diego de Pozuelo de Alarcón, en Madrid, quiso explorar las posibilidades de este tipo de relaciones en su centro. Cómo lograr que formaran parte de los modos de funcionamiento organizativo y curricular, “pensar la escuela como un bosque”, diría Silvia Texeira. Había que buscar otros formatos, otros escenarios de aprendizaje, que trascendieran los habituales compartimientos estancos de funcionamiento, que facilitasen la complementariedad, la colaboración transdisciplinar y la hibridación. Cambiar de rumbo, reimaginar nuevos futuros y ensayar otras configuraciones educativas. Reforzar la idea y la práctica de la educación como un bien común.
Un planteamiento, por otra parte, acorde con las directrices del último informe de la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación de la UNESCO, Reimaginar Juntos Nuestros Futuros. Un nuevo contrato social para la educación: “Los planes de estudio deben hacer hincapié en un aprendizaje ecológico, intercultural e interdisciplinario que ayude a los alumnos a acceder a conocimientos, y producirlos, y que desarrolle al mismo tiempo su capacidad para criticarlos y aplicarlos”.
Una muestra de esta lógica formativa la podemos encontrar en la creación del siguiente corto por Carlota Rosado, estudiante de Bachillerato del IES Gerardo Diego, acerca del papel y función que, en un futuro imaginado, podría asumir la tecnología:
Aun siendo el IES Gerardo Diego un centro de tradición innovadora, el cambio que se dibujaba era muy exigente. Se requería prudencia, planificación, valorar posibilidades y acometer acciones abordables y evaluables en su desarrollo y potencial generalización.
El caminar
Estas inquietudes promueven el surgimiento de Simbiontes, un proyecto de proyectos, una iniciativa pedagógica de colaboración entre estudiantes, docentes y agentes educativos externos, que se desplegó durante una semana, en la primavera del curso 2021-22.
Un grupo de 40 estudiantes y 10 docentes de distintas especialidades, utilizando la metodología de laboratorio ciudadano, abordaron cuatro propuestas que ensamblaban saberes artísticos, humanísticos, científicos y tecnológicos dirigidos a la mejora de la vida en común. Los diseños de esas propuestas adoptaron los nombres de El paseo áureo, Dejando huella, ‘El Gerardo’ pone música al camino y De Jersón a Pozuelo: Caminos romanos de solidaridad y encuentro de culturas.
Docentes de las materias de Tecnología, Música, Biología, Economía, Griego, Educación Física y Religión Católica, agentes facilitadores externos, materias curriculares, tiempos y espacios se dispusieron al servicio de la mejor ejecución de estos cuatro proyectos, concitando intereses y desatando el poder y la alegría de aprender.
“A partir de recorridos tipo hasta el Centro, los alumnos detectan las posibles barreras arquitectónicas, las fotografían y ofrecen posibles soluciones para salvarlas con sus cuerpos en arte efímero”, comenta Jesús Álvarez Herrera, director y responsable de Dejando huella en el marco del proyecto Simbiontes.
Daría Estefanía Barbu, estudiante de primero de ESO, manifiesta: “a pesar de que obligué a mis dos amigos a venir conmigo al proyecto, los tres admitimos que nos lo pasamos genial. Conocimos gente nueva (…) aún somos amigos, aprendimos cultura clásica y eso me encantó. Aprendí cosas que, a día de hoy, sigo recordando”.
Silvia Texeira, después de que el centro contactara con ella, acudió presencialmente a trabajar con el claustro de profesores en la metodología de laboratorios ciudadanos: en qué consisten, cómo se organizan y qué pueden aportar al modo habitual de concebir y experimentar la enseñanza. María Eugenia Lara, profesora de Griego y coordinadora del proyecto Simbiontes, comenta que a partir del intercambio de opiniones, prepararon en el centro la convocatoria de los cuatro proyectos y los abrieron a los alumnos, adoptando como punto de partida “la deriva, el camino, el caminar”.
La metodología de laboratorio ciudadano comienza por abrir un proceso de escucha y aportación de ideas, que haga posible las relaciones simbióticas entre profesionales, contenidos curriculares de diferentes materias y procesos creativos de trabajo. “Dejar de pensar en las materias como árboles en fila y usar los espacios entre medias para generar simbiosis e hibridación. Dar vida al bosque,” explica Silvia Texeira. De esta manera, el proyecto empieza su andadura promoviendo una convocatoria dirigida al profesorado y al alumnado e invitando a la participación y colaboración.
Elaboran y difunden un documento de bases, en el que presentan el eje transversal común que debían incorporar todos los proyectos: el acto de caminar en el conocer. Una idea sugerente, una práctica de aprendizaje en contacto con el territorio. La metodología para su diseño (formando tándems multidisciplinares de profesores de música-matemáticas, literatura-física, geografía-plástica-biología, etc.), y posibles apartados a contemplar.
Los proyectos se llevarían a cabo junto con aquel alumnado de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) deseoso de participar, sin distinción de edad, curso lectivo o nivel de conocimientos, unidos por su interés en la temática y modo de desarrollar el proyecto.
Un laboratorio de experimentación
Este nuevo escenario de aprendizaje exigía una restructuración organizativa y curricular consensuada y previamente planificada. María Eugenia Lara, al respecto, comenta: “el resto de los estudiantes y docentes continuaban con las tareas habituales en sus aulas. Somos un claustro de unos 55 docentes. Con los alumnos del proyecto no estuvimos todos. Estuvimos 10, entre ellos, algunos del equipo directivo que tenían menos carga lectiva. Los demás se turnaban atendiendo las clases habituales. Con los profesores también estaban los agentes externos de la red PLANEA, Alfredo Miralles y Silvia Teixeira”.
Los cuatro proyectos se estructuraban con base en las respuestas dadas a cuestiones del tipo ¿Cómo se relaciona la idea de vuestro proyecto con la temática ‘el caminar’? ¿Qué aspectos de la propuesta fomentan la colaboración entre el alumnado? ¿Cuáles son las líneas principales de arte, ciencia, tecnología y sociedad que se entrecruzan en vuestra propuesta? ¿A qué problemáticas, deseos o aspiraciones se quiere dar respuesta? ¿Cómo imagináis el transcurso del proyecto y qué os gustaría que sucediera al finalizar? ¿Cómo se va a documentar el proceso? ¿Con qué referencias contáis de otros proyectos similares, lecturas fundamentadas que aborden la temática, testimonios del vecindario…?
La configuración del proyecto Simbiontes, como idea matriz, se enmarca en el proyecto STEAM con A, coordinado por el colectivo Pedagogías Invisibles y por Alfredo Miralles como parte de PLANEA. Red de arte y escuela.
Una vez publicados los proyectos, algunas alumnas del instituto abrieron una cuenta de TikTok donde publicaron vídeos de promoción para difundir la convocatoria entre el alumnado. También diseñaron pósteres que pegaron por las paredes del centro y visitaron las clases, animando a su participación, después de explicar su sentido y modo de proceder.
Esta segunda convocatoria, dirigida al alumnado, contaba con un buzón instalado en la secretaría del centro para poder inscribirse y cada docente disponía de las listas abiertas donde apuntarse.
Simbiontes se convirtió en un laboratorio de experimentación educativa, que temporalmente transformó los formatos y escenarios de aprendizaje, permitiendo el desarrollo colectivo, en comunidad, de cuatro proyectos que aúnan saberes artísticos, científicos, tecnológicos y humanísticos.
Nos queda por contar el sentido de cada uno de los cuatro proyectos, además de sus pretensiones formativas. A este cometido le dedicaremos la próxima entrega.
Continuará.
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