Los gusanos parásitos reducen la efectividad de otras vacunas en África: ¿pasará lo mismo con las de la covid-19?
Dos investigadores piden una evaluación del impacto potencial de las infecciones parasitarias en las inmunizaciones contra el SARS-CoV-2 después de descubrir que ciertas enfermedades tropicales reducen la eficacia de otras
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Más de un año después del primer caso y gracias a los rápidos avances en el desarrollo de las vacunas, el mundo ha tenido la oportunidad de hacer frente a la covid-19. Ellas se han convertido en nuestra principal arma contra los graves efectos sobre la salud asociados a nuevo virus.
La inmunización reduce la gravedad de la enfermedad y contribuye a la supervivencia de los pacientes infectados. Su impacto se ha podido observar en los países desarrollados, donde el suministro masivo ha resultado más efectivo. En cambio, en aquellos territorios en vías de desarrollo, como por ejemplo muchos países de África, las campañas están siendo relativamente lentas.
El impacto de la covid-19 ha variado entre los distintos países del continente. En algunos, la cifra de infecciones ha sido relativamente baja; en otros, sin embargo, se han registrado números elevados. La cobertura de vacunación continúa siendo baja, mientras los países siguen esperando suministros.
Existe una preocupación añadida: la efectividad en países con niveles altos de infecciones parasitarias crónicas. Estas son las principales causas de morbilidad y mortalidad, y entre ellas destacan las denominadas enfermedades tropicales desatendidas o ETD.
Una de ellas es la esquistosomiasis, también conocida como bilharziasis. Sus síntomas se manifiestan con la aparición repentina de fiebre, tos seca, diarrea y dolor abdominal. Alrededor del 90% de las personas que necesitan tratarse contra este parásito debilitante son africanos subsaharianos.
Las investigaciones, tanto en ensayos con animales como con humanos, revelan que la infección de esquistosomiasis crónica podría reducir la eficacia de la inmunización.
En un artículo reciente reevaluamos las pruebas sobre la influencia de la infección por el gusano parásito causante de la dolencia en las respuestas inmunológicas del hospedador hacia las vacunas. Las dosis con las que trabajamos servían para la prevención del sarampión, la hepatitis B, el tétanos y la tuberculosis. Descubrimos que las que se ponen contra el sarampión y la hepatitis B perdían eficacia en las personas con esquistosomiasis.
Descubrimos que las vacunas contra el sarampión y la hepatitis B perdían eficacia en las personas con esquistosomiasis
También analizamos el uso potencial de medicamentos diseñados frente a las infecciones por gusanos parasitarios para restaurar las respuestas a las vacunas afectadas por la enfermedad. Y descubrimos que pueden mejorar la efectividad de la inmunización.
Llegamos a la conclusión de que el tratamiento contra esta ETD debería cobrar importancia en las campañas contra el SARS-CoV-2 en aquellos lugares en los que el parásito se encuentra habitualmente.
El impacto de la esquistosomiasis en la vacunación
La esquistosomiasis es una ETD que afecta a más de 236 millones de personas, sobre todo en África. Aún no existen pruebas que vinculen directamente su influencia en las vacunas contra el SARS-CoV-2. No obstante, los datos demuestran que, en virus como el de la hepatitis B y el sarampión, el parásito disminuye el nivel de protección de estas. Por ejemplo, si una persona contrae la infección por el parásito del esquistosoma al tiempo de haberse inoculado una dosis, podría perder rápidamente la inmunidad generada.
Además, esta dolencia parasitaria suele provocar el aumento del tamaño del hígado y del bazo, conocido como hepatoesplenomegalia. Esta afección se relaciona con una respuesta inmunitaria debilitada hacia las vacunas en las zonas endémicas.
La eficacia de las inmunizaciones contra el SARS-CoV-2 también podría verse afectada. De ser así, las regiones con mayor probabilidad de sufrir el impacto serían las de África subsahariana, donde las ETD son endémicas.
Esfuerzos estratégicos
Nuestros hallazgos piden una evaluación inmediata del impacto potencial de las infecciones parasitarias, como la esquistosomiasis, en los remedios contra el SARS-CoV-2.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) solo ha aprobado un fármaco, el prazicuantel, para el tratamiento y control de la infección. En las regiones africanas donde es endémica, suele administrarse de forma anual a las poblaciones vulnerables.
Los estudios han demostrado que el prazicuantel no causa efectos en la inmunidad por la vacuna vírica y que la mejora al eliminar los gusanos de los pacientes. El fármaco es seguro y generalmente accesible.
Basándonos en nuestros resultados, creemos que existen argumentos para ofrecer el tratamiento en los lugares donde la esquistosomiasis es endémica junto con campañas de protección masiva contra el SARS-CoV-2. Otra de las intervenciones necesarias sería abordar las actuales interrupciones en la administración masiva de prazicuantel.
Las interrupciones eran comprensibles en las primeras fases de la pandemia. Sin embargo, ahora es fundamental proseguir con los logros que se han obtenido contra el parásito. Podría resultar vital para garantizar el éxito frente al virus del SARS-CoV-2.
Justin Komguep Nono es investigador del Instituto de Investigación Médica y Estudios de Plantas Medicinales de Camerún e investigador asociado de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudafrica). Fungai Musaigwa estudiante de doctorado de la Universidad de Cape Town.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y ha sido traducido con la colaboración de Casa África.
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