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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

China tira de diplomacia sanitaria para posicionarse en el Mekong y más allá

La potencia asiática capitaliza la covid-19, mascarillas y vacunas para contrarrestar su impacto en la seguridad hídrica de la región (Camboya, Laos, Tailandia, Vietnam). Pekín ha adelantado a Washington en la cooperación sanitaria con el Sur global.

Un pescador lanza sus redes de pesca desde un barco en el río Mekong, situado en Phnom Penh.
Un pescador lanza sus redes de pesca desde un barco en el río Mekong, situado en Phnom Penh.TANG CHHIN SOTHY (AFP)

Desde el comienzo de este siglo, China ha legitimado su ascenso pacífico mediante el poder blando. Este concepto describe la capacidad de influir en las preferencias ajenas a través de la atracción en lugar de la coerción. Desde la llegada de Xi Jinping al poder, la estrategia ha ganado impulso. En 2017, el presidente Xi estableció el concepto de “poder blando con características chinas”. Es decir, el desarrollo de nuevas políticas diplomáticas que aprendieron de experiencias previas como la exportación de entretenimiento local.

La diplomacia sanitaria es la nueva herramienta utilizada por el Gobierno chino. Con ella capitaliza la covid-19 y se posiciona como líder regional e internacional. En un inicio, se promovió en forma de “diplomacia de las mascarillas” y ahora a través de la de las vacunas. Un ejemplo: Pekín ha dado más asistencia sanitaria a aquellos países del Sur global representados en la Asamblea General de las Naciones Unidas que están a favor de la política “Una sola China”, es decir, la adhesión de Taiwán a la República Popular China.

Del agua dependen los alimentos, los medios de vida y el comercio de la población que bordea el río. Las presas chinas amenazan estas prioridades

Pocas regiones ilustran mejor este esfuerzo que la del río Mekong, que agrupa a los estados de Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam. La diplomacia sanitaria se ha convertido en un facilitador de los intereses chinos, particularmente aquellos que giran en torno a las 11 presas que la potencia ha construido en este afluente. Y no son intereses menores. En primer lugar, Pekín es capaz de influir, gracias a estas infraestructuras, en las votaciones de ASEAN (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental, por sus siglas en inglés), especialmente a través de Laos y Camboya. Por otro lado, el corredor económico China-Mekong, apoyado por los beneficios económicos de las presas, es clave para apuntalar la Ruta de la Seda Marítima. Finalmente, China carece de recursos hídricos y las presas le proporcionan la capacidad de redistribuir el agua dentro de sus fronteras.

El problema es que los intereses de la potencia asiática alimentan la principal amenaza de la región de Mekong, la inseguridad hídrica. Del agua dependen los alimentos, los medios de vida y el comercio de la población que bordea el río. Según un estudio de la Comisión del Río Mekong —una organización intergubernamental compuesta por Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam—, las presas chinas amenazan estas prioridades.

Y por esta razón, su Gobierno necesita más herramientas de influencia. El Partido Comunista Chino ha desplegado la diplomacia sanitaria en el Mekong para mejorar la opinión que la región tiene de su potencia vecina. Más concretamente, el primer ministro chino Li Keqiang otorgó acceso prioritario a las vacunas chinas de covid-19 a dichos países. Según Bridge Consulting covid-19 Vaccine Tracker, Camboya ha recibido 36.803 millones de dosis, Tailandia 29.1 millones, Myanmar 42.6 millones, Vietnam 37.7 millones y Laos 7.202 millones hasta hoy. No todo son donaciones, pero sin duda marcarán la diferencia en un contexto de escasez global de vacunas.

Está por ver si esta diplomacia sanitaria cumplirá su propósito. Es cierto —como señala un estudio de AidData— que la distribución de mascarillas ha mejorado la reputación de la potencia asiática en la región de Mekong. De hecho, Pekín ha adelantado a Washington en la cooperación sanitaria con el Sur global. Sin embargo, puede que este despliegue no sea suficiente, ya que no para de crecer la inquietud hacia la asertividad, que va a necesitar algo más que jeringuillas para convencer de sus buenas intenciones. La carrera para posicionarse como líder regional es de largo alcance y el Mekong demuestra que no ha hecho más que empezar.

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Ilustración cedida por Joseba G. Plazuelo.

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Rodrigo J. García / Yolanda Pérez Mauri / Cristina Burriel Aldea | Cuarte de Huerva (Zaragoza)

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