Agua regenerada para garantizar el derecho al futuro
La población mundial se duplicará en un siglo y también aumentará la escasez hídrica, por efecto del cambio climático y por la mayor demanda de suministro
Contar con agua suficiente en cantidad y calidad es uno de los garantes del futuro del planeta y, por lo tanto, de la subsistencia de la humanidad. Esta idea, que parece universalmente aceptada, no cuenta, sin embargo, con toda la notoriedad que debería. Este es un recurso limitado que el cambio climático está haciendo aún más escaso, sin que gobiernos, empresas, ni sociedad civil lo hayan colocado entre sus prioridades. Parece que creemos que, como siempre ha estado presente en la Tierra, lo seguirá estando aunque no hagamos nada para protegerla. Sin embargo, los datos corroboran una realidad bien distinta.
Las previsiones apuntan que la población mundial se duplicará en un siglo, mientras que la escasez hídrica aumentará, tanto por los efectos del cambio climático como por esta mayor demanda de suministro. De hecho, en España, de aquí a final de siglo, se espera una reducción de los recursos hídricos del 25%, que llegará hasta el 40% en algunas zonas si no se toman medidas.
Esta confluencia de mayor demanda – menor disponibilidad podría llevarnos a un escenario insostenible, a un planeta al borde del colapso. Evitarlo requiere una toma de decisiones urgente y de calado. Y en esta línea, en la recientemente celebrada COP26 hemos asistido a una rotunda petición de 10 grandes organismos internacionales para que se priorice una acción integrada por el agua y el clima.
El ser humano ha demostrado en múltiples ocasiones su capacidad de innovación y transformación cuando las circunstancias adversas lo han requerido. Esta habilidad nos ha permitido resolver grandes desafíos, buena parte de ellos generados precisamente por nuestra propia acción. La mano humana está poniendo el agua en serio peligro, y, paradójicamente, esa misma mano ya ha logrado desarrollar tecnología capaz de regenerarla.
De esta manera, ya estamos en disposición de producir agua a partir de fuentes inagotables sin alterar el medio ambiente. Con la ciencia y la técnica actuales, unidas a las innovaciones que vendrán, podremos pasar de extractores a productores del líquido dulce, aumentando incluso la cantidad global disponible en el planeta. Y esta transformación de nuestro papel en la gestión del agua resultará imprescindible en pocas décadas para asegurar el acceso a este derecho.
Con la ciencia y la técnica actuales, unidas a las innovaciones que vendrán, podremos pasar de extractores a productores de agua dulce
Tenemos que convertir el siglo XXI en el siglo del agua renovable. Es el único modo de que las próximas generaciones no se conviertan, aún antes de nacer, en un colectivo vulnerable. El derecho a este líquido es una condición indispensable para garantizar un derecho que va aún más allá: al futuro.
El desafío de garantizar un planeta habitable a quienes vendrán después de nosotros requiere la implicación de todos: organismos internacionales, gobiernos, administraciones, empresas y sociedad civil, tal y como contempla el ODS 17 de Naciones Unidas.
El concepto de sostenibilidad ya no es suficiente para asegurar el bienestar del planeta y de las personas que viven y vivirán en él. Es necesario un cambio de paradigma que transforme el desarrollo sostenible en desarrollo regenerativo, sustentado en la circularidad, la renovación y la regeneración de los recursos naturales.
No se trata solo de mantener lo existente, sino también de regenerar, renovar y mejorarlos con las herramientas que ya tenemos y las que desarrollemos. El derecho al futuro pasa no solo por conservar el planeta, sino por mejorarlo. Lograrlo está en nuestras manos, y el agua es una fuente esencial para conseguirlo.
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