Ir al contenido
_
_
_
_

Aromar Revi, experto en cambio climático: “Teníamos todo un plan para reducir un 50% las emisiones en 2030, pero todo eso ahora parece un cuento de hadas”

Uno de los coordinadores del estudio que proyectó las consecuencias del calentamiento global por encima de los 1,5 grados habla sobre la crisis de gobernanza y financiación para avanzar en el desarrollo sostenible y en la acción ambiental

Aromar Revi, experto en cambio climático
Ana Puentes

Aromar Revi (Kochi, India, 64 años) es uno de los expertos que hace siete años vaticinó, con rigor científico, qué pasaría si en el planeta Tierra se superaban los 1,5 grados ―o, peor aún, los 2 grados― con respecto a los niveles preindustriales. Hoy, un año después de que el planeta traspasara por primera vez esa barrera, y en medio del negacionismo climático del Gobierno de Estados Unidos y del paso atrás de algunos populismos europeos, teme que la reducción de las emisiones será una tarea cada vez más difícil.

“Debería ser una oportunidad para la solidaridad, pero estamos utilizando esto para empujar a algunos países en otras direcciones. Estamos siendo muy irracionales como especie”, dice el también director del Instituto Indio para los Asentamientos Humanos en una entrevista con EL PAÍS en Barcelona, ciudad que visitó para dar una charla en el lanzamiento del Anuario 2026 del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB).

Revi, uno de los coordinadores del Informe Especial del IPCC sobre el Calentamiento Global de 1,5°C publicado en 2018, y con una experiencia de casi 40 años en el sector, advierte de que la búsqueda y concertación de soluciones es cada vez más compleja porque implica cada vez a más millones de personas cuya vida y patrimonio se pone en riesgo con la inacción. Para la muestra: solo unos días después de esta entrevista, las inundaciones en sudeste asiático se cobraron la vida de unas 1.300 personas y dejaron cientos de miles de desplazados.

Pregunta. Donald Trump retiró en 2025 a EE UU del Acuerdo de París y algunos gobiernos conservadores europeos están haciendo retroceder las políticas contra el calentamiento global. ¿Cómo afectará al Sur Global este paso atrás?

Respuesta. No es la primera vez que ocurre. En su primer mandato, Trump se retiró del Acuerdo de París. Aún recuerdo cuando la delegación de EE UU dijo que no creía en el informe [sobre el calentamiento global de] 1,5°C, que codirigí. Supongo que la diferencia radica en que en los últimos dos o tres años, muchos países, especialmente del norte de Europa, están intentando hacer algo en su propia jurisdicción para hacer frente al cambio climático, pero al mismo tiempo están perforando en busca de combustibles fósiles como nunca antes lo habían hecho. Es una situación que considero mucho más grave. Si no detenemos las emisiones ni mantenemos bajo tierra la mayor cantidad posible de combustibles fósiles, nos veremos en serios apuros.

Yo formé parte del informe del 1,5 y teníamos todo este plan para llegar a una reducción del 50% [de las emisiones] en la década de 2030, pero todo eso ahora parece un cuento de hadas: ya estamos a 1,2 grados por encima de los niveles preindustriales. Cuando redactamos el informe, estábamos en 1 o 1,1. Diría que en los próximos cinco años ―o, definitivamente, en los próximos 10― vamos a superar la barrera de 1,5. Ahora la cuestión es cuánto llegaremos a superarla y cuánto tiempo durará.

P. En otros escenarios, usted ha alertado de la dificultad de negociar un plan ahora.

R. Hemos perdido más de 30 años [desde el inicio de las negociaciones para el protocolo de Kioto, el primer acuerdo de reducción de emisiones] para hacer algo. Ahora es imperativo que trabajemos juntos. Pero es difícil, porque el problema climático ha pasado de involucrar a unos pocos de cientos de instituciones a al menos 5.000 millones de personas. En la década de los noventa, este problema lo habrían podido abordar 10 o 15 grandes petroleras, unos 20 países productores de combustibles fósiles, la industria automovilística y las instituciones financieras. Podrían haber cambiado el mundo. Como eso no ha sucedido, tenemos que tomar decisiones sobre nuestra vida individual, sobre el tipo de consumo que tenemos. Como humanidad, nunca nos hemos enfrentado a un problema que es global, pero al que hay que responder a escala local.

Debería ser una oportunidad para la solidaridad, pero estamos utilizando esto para empujar a algunos países en otras direcciones, para forzar la deuda. Estamos siendo muy irracionales como especie.

P. En el informe del IPCC de 2018 hablaron de la importancia de la cooperación internacional para ayudar a algunos países a alcanzar sus metas en acción climática. Con los recortes a la Ayuda Oficial al Desarrollo, ¿en qué escenario quedamos?

Tenemos este comportamiento tan extraño en el que algunas personas en el mundo actúan como si el cambio climático no existiera. Independientemente del país, del gobierno o del líder que lo diga. Si no es cierto, no es cierto.

R. La acción climática no es nada distinto a la acción para el desarrollo. El problema climático es síntoma de una enfermedad subyacente compuesta, en parte, por el mal desarrollo que ocurre en todo el mundo. Ahora las incertidumbres son tan grandes que no está al alcance de las instituciones y los conocimientos humanos hacerles frente. Necesitamos un profundo cambio cultural. Estamos entrando en un periodo de hacer mucho más con mucho menos. El clima no es un problema que vaya solo a afectar a los pobres y les dificulte la vida, ocurre aquí [en España] y en otros lugares del mundo.

Abordar el problema climático no es diferente de abordar la cuestión del desarrollo sostenible. Hay que transformar los sistemas energéticos, lo cual es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Hay que asegurarse de que los sistemas de abastecimiento de agua sean seguros y resilientes en lo que respecta a los impactos climáticos que se van a producir. Hay que preparar nuestras economías a las nuevas oportunidades que existen en energías renovables o procesos de economía circular.

P. Pero hay regiones que alertan de la falta de recursos para esto. Este año, en la Cumbre del Clima en África, se puso sobre la mesa la cuestión de la financiación.

R. Por supuesto que se necesita dinero para el cambio climático, pero este es apenas el 2% o 3% de la producción mundial. El dinero no debería ser un problema. Tenemos una economía global muy grande, que ronda los 100 billones de dólares. La industria más grande es la de los combustibles fósiles. Aparte de eso, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, proporcionamos alrededor de siete billones de dólares en subvenciones a los combustibles fósiles. Por lo tanto, no falta dinero, simplemente se está invirtiendo en lo que no se debe. La buena noticia es que, en este momento, los niveles de inversión anuales en el sector de energías renovables se sitúan en entre 1,5 y 1,7 billones de dólares. Las cosas están cambiando; el reto, por supuesto, es que no está sucediendo lo suficientemente rápido.

Además de eso, tenemos este comportamiento tan extraño en el que algunas personas en el mundo actúan como si el cambio climático no existiera. Independientemente del país, del gobierno o del líder que lo diga. Si no es cierto, no es cierto.

P. Usted ha sido un defensor de que el desafío del cambio climático requiere respuestas locales y de que las ciudades jugarán un rol clave en la adaptación. ¿Cómo darles más capacidad para actuar?

El problema climático ha pasado de involucrar a unos pocos de cientos de instituciones a al menos 5.000 millones de personas

R. Tenemos que dejar atrás algunas de las ideas del siglo XIX y XX, según las cuales el Estado centralizado puede hacerlo todo. América Latina ha tomado la iniciativa en lo que respecta a la idea del desarrollo territorial. Hay que hacer cosas en el barrio, en la ciudad y en la región. Hay que dar a los alcaldes, a las comunidades y a las personas que realmente quieren hacer algo el poder para hacerlo y la financiación para que eso suceda.

P. ¿Y los otros actores responsables?

R. Tenemos que reorganizarnos. Las empresas de combustibles fósiles no quieren rendirse; tampoco los gobiernos nacionales. A los financieros les gustaría obtener más dinero. Pero eso no va a funcionar. Todos estos actores tienen que cambiar sus propios roles.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ana Puentes
Periodista colombiana en la sección Planeta Futuro. Antes, trabajó en El Tiempo (Colombia), donde cubrió Bogotá y temas de ciclismo urbano. En EL PAÍS también escribió en la sección Madrid y en la delegación de Colombia. Es máster de Periodismo UAM - EL PAÍS e integrante de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_