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Mahmoud Alhaj, artista palestino: “Me gusta Google Earth porque no está actualizado y puedo ver la Gaza previa a la destrucción”

Archivos del ejército israelí, mapas de Google, material de la prensa internacional y memorias personales le ayudan a retratar la transformación y perfeccionamiento de la tecnología de la guerra por parte de Israel durante décadas y la asfixia de la Franja

Mahmoud Alhaj
Mahmoud Alhaj, artista gazatí, fotografiado en Casa Árabe en Madrid, el 20 de enero de 2025.Claudio Álvarez

Las sacudidas de la artillería, el impacto de los proyectiles, el zumbido de los drones, los gritos. Mahmoud Alhaj (Jan Yunis, 34 años) pone en el teléfono la grabación que hizo la noche del 21 de enero de 2024 en la tienda de campaña del campo de desplazados del sur de Gaza en el que se refugiaba. Fueron minutos en los que este artista palestino, bloqueado con sus tres hijos pequeños y su madre anciana, sintió con más fuerza que nunca la violencia sin fin y el miedo de los que habla en sus obras. “Me di cuenta de las pocas opciones que me dejaba esta guerra, de que no podía elegir entre mi madre y mis niños y de que no podía llegar a ningún lugar seguro”, recuerda, en una entrevista con este periódico en Madrid.

Alhaj lleva años intentando retratar la tecnología de la guerra israelí, que “se ha transformado y perfeccionado en las últimas décadas para ejercer un control total sobre la vida de los palestinos, especialmente los de Gaza”. Es el mensaje de sus cortometrajes Anatomía del control (Control Anatomy, 2023) y El derecho de ver (The right to see, 2022), que serán proyectados esta semana en Casa Árabe, en Madrid.

Pulcros en los detalles, voluntariamente irregulares en la calidad de las imágenes usadas, sobrios en las descripciones y en la narración, con la voz en off de Alhaj, sus trabajos mezclan archivos del ejército israelí, imágenes de Google Earth, fotografías y material de medios internacionales y memorias personales para transmitir la violencia sin fin y la asfixia que sufren los gazatíes. Fueron concluidos antes de que comenzara la guerra, en octubre de 2023, pero muchas imágenes transportan a lo vivido en estos meses. “No ha habido pudor, al ejército israelí ya no le importa la apariencia y ha arrasado ciudades enteras. Gaza es un laboratorio de la violencia para Israel”, asegura.

Nacido en un campo de refugiados, Alhaj salió de Gaza en abril, gracias sobre todo a la red TEJA, que acoge a artistas que se ven afectados por conflictos o situaciones de emergencia, y actualmente vive en Francia, donde disfruta de una beca de un año,

Pregunta. ¿Cómo está su familia en Gaza?

Respuesta. Repartida en diferentes lugares del sur: Al Mawasi, Nuseirat, Jan Yunis. La mayoría está en campos de desplazados, como mi esposa y mis tres hijos, de entre 2 y 9 años. De mi casa no queda nada, ni siquiera pueden instalar la tienda de campaña en la zona donde estaba el edificio, como hacen otras familias, debido a la gran cantidad de escombros. Espero poder hacerlos salir cuanto antes. Fue muy duro cuando me fui de Gaza solo, pero estoy intentando abrir una puerta para ellos, sobre todo para los niños, un futuro lejos de la guerra.

Mahmoud Alhaj, durante su visita a Madrid, donde presenta dos cortometrajes que describen la violencia sin fin que sufre la franja de Gaza desde hace décadas. Imagen tomada en Casa Árabe, el 20 de enero de 2025.
Mahmoud Alhaj, durante su visita a Madrid, donde presenta dos cortometrajes que describen la violencia sin fin que sufre la franja de Gaza desde hace décadas. Imagen tomada en Casa Árabe, el 20 de enero de 2025.Claudio Álvarez

P. Sus películas son un viaje a través de la transformación de la violencia de la ocupación israelí.

R. En Anatomía del control, explico que primero se controla a los palestinos directamente con soldados, según describe una generación anterior a la mía. En un segundo momento, los militares israelíes disparan. Y posteriormente, cuando las colonias israelíes salen de Gaza en 2005, es algo totalmente vertical: se decide controlar la Franja desde el aire, con drones y otras tecnologías. Encarno ese momento con la imagen de un grifo mitológico, un ser volador, mitad león y mitad águila.

P. Concluyó la película antes de esta guerra y, sin embargo, hay elementos que transportan directamente a lo ocurrido en los últimos meses.

R. Cuando hice el cortometraje no podía imaginarme qué pasaría en Gaza meses después, pero hay cosas que se han hecho realidad muy rápido. Por ejemplo, yo me pregunté por qué Israel graba Gaza 24 horas al día, siete días por semana. Y lanzo la idea de que están usando ese material para construir modelos en tres dimensiones (3D) para poder bombardearnos con precisión pero sin intervención directa de soldados, con el fin de reducir al máximo los daños psicológicos en los militares. Y en esta guerra, efectivamente, los drones han matado a mucha gente. También he hablado con exdetenidos que me han dicho que los soldados les mostraron imágenes 3D de Gaza, como si hubieran estado preparándose para estos ataques.

Al ejército israelí ya no le importa la apariencia y ha arrasado ciudades enteras. Gaza es un laboratorio de la violencia para Israel

P. ¿Le ha sorprendido la tecnología de la violencia en esta guerra?

R. Nunca espere que esto sucediera, nunca imaginé vivir algo así. En mis cortometrajes explico que el ejército israelí usa bombas que causan daños importantes dentro de los edificios, pero la destrucción queda escondida, es difícil apreciarla en las imágenes desde el aire. Pero en estos meses no ha habido pudor, al ejército israelí ya no le importa la apariencia y ha arrasado ciudades enteras. Gaza es un laboratorio de la violencia para Israel. Hay pilotos que lo usan como campo de tiro, militares que lo utilizan para probar armas nuevas.

P. ¿Hay algún momento de esta guerra en el que usted sintió en carne propia esa ausencia de límites?

R. Hace un año estaba en un campo de desplazados en la zona de Al Mawasi, concretamente en el campus de la universidad Al Aqsa, donde yo estudié Periodismo. Una noche, hubo un bombardeo terrible muy cerca. Yo estaba en la tienda de campaña con mi madre y mis tres hijos y la gente comenzó a huir buscando refugio en los edificios semidestruidos de la universidad. Yo no me pude mover. Mi madre es mayor, mis hijos dormían y no podía llevarlos en brazos a los tres. Me di cuenta de las pocas opciones que me dejaba esta guerra, de que no podía elegir entre mi madre y mis niños y de que no podía llegar a ningún lugar seguro.

P. En sus cortometrajes usa artísticamente sus límites técnicos y la falta de imágenes propias o de calidad para mostrar el punto de vista de los palestinos.

P. Los palestinos hemos perdido nuestros archivos en varias guerras, en varios lugares. Es también algo deliberado. Nuestros archivos son ahora familiares. Yo uso imágenes del ejército israelí que ellos mismos han publicado y las utilizo para hablar desde mi perspectiva y mezclarlas con mis composiciones, mi voz, mapas de Google e información de medios internacionales. Quiero ser visto sobre todo como un artista, pero soy víctima también y uso material de baja calidad porque es una manera de hablar también de la calidad de mis derechos humanos.

La superficie de la ciudad de Madrid es prácticamente el doble que la de toda la Franja. Yo salí por primera vez de Gaza a los 31 años, y finalmente pude ver e interactuar con otra gente. Lo cambia todo

P. Una de sus fuentes es Google Earth, al que reprocha usar imágenes de Palestina que no se corresponden con la realidad.

R. Sí. No se ve bien, por ejemplo, el muro de separación que Israel ha construido en torno a Cisjordania y Jerusalén. Proveen imágenes distorsionadas. Y lo mismo ocurre en Gaza. Lo más irónico es que yo siempre decía que los mapas de Google no eran buenos porque sus imágenes no tenían calidad ni estaban actualizadas. Pero ahora me gusta Google Earth porque no está actualizado y puedo ver la Gaza previa a la destrucción.

P. Tanto en Anatomía del control como en su corto precedente, El derecho de ver, usted reitera el deseo que tiene de ver qué hay “al otro lado”.

R. Cuando naces en Gaza, puedes morir en Gaza sin haber salido nunca de ahí. La superficie de la ciudad de Madrid es prácticamente el doble que la de toda la Franja. Yo salí por primera vez a los 31 años, y finalmente pude ver e interactuar con otra gente. Lo cambia todo.

P. Sus cortometrajes abarcan varias décadas. En Anatomía del control, se trata un periodo que va de 1987 a 2023.

R. Me gusta conectar las cosas y mostrar que toda esta violencia viene de muy atrás. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en un proyecto que une mi condición de desplazado desde octubre de 2023 con el desplazamiento que sufrió mi familia en los años sesenta y con la masacre de decenas de civiles palestinos en Jan Yunis en 1956 por parte del ejército israelí.

P. En un momento de la película, su voz dice “lo que está sucediendo ahora no es más que un modelo de simulación del futuro, un futuro en el que la memoria de los individuos se destruye de manera similar a la arquitectura y el paisaje urbano”.

R. Sí. Por ejemplo, durante meses hemos convivido con el ruido de los drones israelíes sobre nuestras cabezas, pero cuando se detenía en algún momento, yo no podía dormir debido al silencio. Con las imágenes pasa igual. Si nos acostumbramos a la imagen de la destrucción, podemos llegar a pensar que lo hay es eso, que no tenemos futuro, que Palestina no tiene futuro. Yo por eso prefiero no ver mi casa destruida. Por ahora, quiero conservar una imagen bonita de mi hogar para poder seguir adelante. Cuando pueda volveré y reconstruiré.

P. ¿Cómo ha vivido el inicio de la tregua a distancia?

R. Con sentimientos encontrados, porque hemos perdido mucho. La pregunta que ronda en mi cabeza es qué vamos a obtener a partir de ahora en comparación con todo lo que hemos perdido. Lo que ha cambiado el alto el fuego para mí es que puedo dormir sin alarmas. Antes me las ponía cada dos horas para ver las noticias y saber cómo estaba mi familia. Sé que ellos también duermen mejor ahora. Finalmente.

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