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Imane Djamil, fotógrafa marroquí: “Para los migrantes, Fuerteventura es una fantasía arraigada de Occidente hecha añicos”

La artista presenta ‘Días lentos en la Isla Afortunada’, una historia en imágenes inéditas sobre la relación entre esta isla de las Canarias y Tarfaya, un pueblo surfero de Marruecos cuyos habitantes sueñan con un futuro en Europa como deportistas

Amanda Rodríguez
Imane Djamil durante la presentación de 'Días lentos en la Isla Afortunada', el 5 de junio en la Casa Árabe de Madrid.
Imane Djamil durante la presentación de 'Días lentos en la Isla Afortunada', el 5 de junio en la Casa Árabe de Madrid. Laura M. Lombardía

“Desde hace un año odio Fuerteventura. No por lo que es, una tierra llena de magia, sino por lo que me encontré”, cuenta a EL PAÍS la fotógrafa marroquí Imane Djamil (Casablanca, 28 años). Llegó a esta isla de las Canarias para investigar historias relacionadas con la migración. “Quería llorar todo el rato”, lamenta. Ha intentado plasmar las injusticias que asegura que descubrió en Días lentos en la Isla Afortunada, una serie inédita de fotografías tomadas entre 2021 y 2024 que evidencia el vínculo entre los surferos de Tarfaya, un pueblo de unos 8.000 habitantes situado en la costa de Marruecos, y Fuerteventura, el destino elegido por estos deportistas para convertirse en profesionales en Europa. La muestra se encuentra dentro del marco de la exposición Paisajes efímeros del sol, que se podrá visitar de manera gratuita en la Casa Árabe de Madrid del 26 de agosto al 15 de septiembre.

Djamil reside en su ciudad natal, Casablanca, y trabaja como fotógrafa por todo Marruecos. A pesar de su juventud, esta narradora visual ha exhibido su obra, entre otras, en la Bienal de Bamako (Malí) y en la de Sharjah (Emiratos Árabes). “Al principio, concebía la fotografía como una manera creativa y espontánea de expresarme, pero comencé a involucrarme y empecé a verla como un arma con la que luchar contra los estereotipos de mi región”. Para ella, el Sur Global se ha olvidado de documentar a sus propias comunidades y por ello, “en el imaginario de las personas, solo son núcleos de violencia, mientras Occidente parece estar libre de cualquier opresión”.

Desde hace un año odio Fuerteventura. No por lo que es, una tierra llena de magia, sino por lo que me encontré

Por ello, Djamil decidió hacer una serie fotográfica sobre una realidad que reposa sobre la costa marroquí: la migración. La ruta que hace se inicia en Tarfaya, localidad a la que lleva yendo desde hace 10 años y que se ha convertido en su segundo hogar. Como destino, Fuerteventura, la isla de las Canarias más cercana. “Mis amigos siempre se han referido a Fuerteventura como ese lugar que acabaría con los sufrimientos y ampliaría horizontes”, recuerda.

El horizonte que anhelan los vecinos de Tarfaya pasa por convertir el surf en su método de subsistencia. “Los jóvenes de allí piensan que la renovación del pueblo pasa por el surf, no solo como deporte, sino como estilo de vida y modelo económico”, asegura Djamil. Sueñan con Europa para hacerse profesionales e iniciar proyectos como fundar clubes o abrir tiendas de surf. Es el caso de Ares, excampeón de este deporte y uno de los protagonistas de Días lentos en la Isla Afortunada, que de pequeño faltaba a la escuela porque le fascinaba ver surfear a los jóvenes del pueblo. De adolescente se convirtió en uno de ellos, y durante la pandemia, marchó a Fuerteventura a probar suerte, sin encontrarla todavía.

“Cruzan el océano sin ninguna garantía de supervivencia para aparecer en una isla sin ninguna frontera terrestre que cruzar. Para los migrantes, Fuerteventura es una fantasía arraigada de Occidente hecha añicos porque en Canarias, aparte del turismo, no hay muchas más oportunidades económicas”, asume. En su opinión, Casablanca es mucho más liberal y avanzada. Además, con sus amigos, siempre ha bromeado con que Fuerteventura es como era Akhfennir, un poblado sin mucho movimiento a 45 minutos de Tarfaya, hace 20 años.

Una visitante a la exposición 'Paisajes efímeros del sol' observa una de las fotografías de Imane Djamil el 5 de junio en la Casa Árabe de Madrid.
Una visitante a la exposición 'Paisajes efímeros del sol' observa una de las fotografías de Imane Djamil el 5 de junio en la Casa Árabe de Madrid. Laura M. Lombardía

De la serie, la artista quiere destacar la fotografía que se puede ver sobre estas líneas, en la que aparece una solicitud de visado denegada. “Esta es la prueba firmada de una grave falta de respeto. Una persona sentada en una oficina puede determinar si tienes derecho o no a viajar a Europa”, dice Djamil, profundamente enojada. “Algunas personas nacen legales y otras ilegales, lo que significa que unos tienen derecho a la movilidad y otros tienen que ganárselo solicitando una visa”, continúa la fotógrafa, que pide respeto y dignidad en los procedimientos. Según ella, su amigo Salem Maatoug fue invitado a las islas por la federación de surf de Canarias y su solicitud para quedarse en el territorio fue rechazada tres veces. El motivo que le dieron siempre fue que “hay dudas razonables de que abandone el Estado una vez expire la visa”.

Si se nos permitiese viajar a Europa y ver las posibilidades que hay, el sueño europeo dejaría de ser una utopía

Europa, y en especial Francia, es la fantasía de la generación de los padres de Djamil. “Una tierra idealizada arraigada a nuestra genética, al igual que al trauma”, comenta. La fotógrafa considera que la migración económica de los setenta y ochenta es una experiencia totalmente diferente a la actual, “también por como era Marruecos antes”, apunta. “Si se nos permitiese viajar a Europa y ver las posibilidades que hay, el sueño europeo dejaría de ser una utopía porque a algunos les convendría y otros regresarían. Estamos muy ciegos y resulta difícil comprender las nuevas realidades de, por ejemplo, Francia, que claramente está muy atrasada en diferentes ámbitos”, alega Djamil.

“Un paraíso terrenal hecho para héroes”

En 2022, Djamil buscaba referencias para titular su serie. Se topó con un lugar que se remonta a la mitología griega, las Islas Afortunadas, situadas donde hoy está el archipiélago de Canarias. “Eran consideradas un paraíso terrenal hecho para héroes”, dice la autora. Los Días lentos nacen del tono de visual de las imágenes. “Quería jugar con los difuminados para que todos los elementos, de Tarfaya y Fuerteventura, sucedieran en ese lugar ficticio llamado Isla Afortunada”, detalla Djamil. Su intención fue que todo quedase mezclado y que no hubiera una marca diferencial entre ambos territorios que lucen “tan físicamente parecidos”. “Ambos son purgatorios, donde no pasa nada, las cosas van lentas y la gente, prácticamente, lo único que hace es esperar”, añade.

A Djamil le encantaría ver este trabajo expuesto en Marruecos. “No sé en qué sede o festival, pero sí en mi país”, señala. Los años de investigación y creación de Días lentos en la Isla Afortunada no han sido fáciles para ella. “Tarfaya es una zona militarizada y por tanto, hostil. No es sencillo acceder a personas y que den a conocer sus historias”, sostiene la artista. Pero gracias a que es una localidad que la vio crecer pudo ganarse la confianza de sus habitantes, aunque admite que hay líneas rojas que no pudo cruzar por su propia seguridad.

La exposición Paisajes efímeros del sol, dentro de la que puede verse esta serie, recoge también la obra de otros artistas de África y Oriente Próximo nacidos entre los ochenta y noventa. Su comisaria, Analía Iglesias, aclara que el sentido de esta propuesta es “visibilizar a una sociedad árabe errante y contemporánea a través de fenómenos poblacionales como las migraciones, las persecuciones o los encierros”. Otra muestra que destaca en Paisajes efímeros del sol es la del sudanés Salih Basheer. Este artista reconocido internacionalmente refleja con sus fotografías cómo la orfandad —la suya propia— conecta con la huida del infierno de la guerra y la represión en Sudán.

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Sobre la firma

Amanda Rodríguez
Redactora en Planeta Futuro, donde escribe temas de desarrollo en el Sur global. También ha pasado por el equipo de redes sociales y la sección de Madrid. Antes trabajó en Barcelona para La Vanguardia. Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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